Frecuentemente
se confunde la angustia con otros sentimientos similares, como congoja,
aflicción, tedio... Incluso, aunque clínicamente sean perturbaciones estrictamente
diferenciadas, no rara vez se entrañan y se implican la depresión y la
angustia; y, desde luego, la obsesión y la angustia se comportan,
alternativamente, como madre e hija.
Es conveniente subrayar la
diferencia que existe entre inquietud, ansiedad y angustia. En la inquietud
predomina la sensación física, sin que, no obstante, se produzca ahogo u
opresión. Además, la inquietud es tan sólo una sensación, sin llegar a ser un
sentimiento; no llega, pues, a alterar el sistema afectivo.
Sin embargo, lo que importa, en el
terreno de las distinciones, es diferenciar netamente la ansiedad de la
angustia.
* * *
En la angustia, la sensación de
opresión repercute especialmente en la región epigástrica, con dificultades de
respiración, y todo envuelto en un halo de tristeza. En la ansiedad, en cambio,
el malestar se circunscribe al plano torácico.
Esto es: en la angustia hay una
reacción física que se exterioriza como una sensación de apretura, ahogo y
encogimiento. Es una sensación profunda que afecta directamente a la zona
visceral, pero también se localiza en el plexo solar, en la zona precordial y
en la garganta, y siempre con carácter de opresión y apretura. En cambio, la
ansiedad es una perturbación más bien psíquica, se experimenta como una
impresión de inseguridad y es más bien de carácter cerebral que somático.
La angustia, por lo dicho, tiene un
efecto más sobrecogedor y paralizante. En la ansiedad, en cambio, se produce
un efecto de sobresalto, con tendencia a la fuga.
Ante un peligro exterior, por
ejemplo, en el caso de la angustia, el sobrecogimiento se apodera de la zona
profunda de las vísceras, y quien lo experimenta queda acorralado, atrapado,
inerte. Tratándose, en cambio, de la ansiedad, el sobresalto impulsa al sujeto
a buscar la solución.
En suma, la angustia es más
profunda, somática y visceral. La ansiedad, en cambio, es más bien cerebral y
psíquica.
En la mayoría de los casos coexisten
simultáneamente la angustia y la ansiedad, y en una amalgama tan confusa que
es difícil distinguir las fronteras divisorias entre la una y la otra o cuál de
ellas prevalece. Con frecuencia, sin embargo, existe la ansiedad sin angustia,
y viceversa.
Resumiendo, podemos decir que la
angustia y la ansiedad son matices diferentes de una misma experiencia. Por eso, en otros idiomas, como el inglés,
existe una sola palabra para designar a ambas: anxiety.
Es
fácil también confundir la angustia con el miedo; y, desde luego, no deja de
haber en toda angustia una buena dosis de miedo. Aunque, teóricamente, el miedo
tiene su propio objeto, del que carece la angustia, sin embargo, en el plano
existencial existen transiciones entre ambos. El pueblo usa con frecuencia la
expresión miedo angustioso. Mucho más emparentado con la angustia se halla el
temor, por ser un sentimiento ante lo desconocido.
Como se ve, los estados de ánimo se
entrecruzan, y se dan frecuentemente transiciones entre la angustia, el miedo,
la ansiedad, el temor, la obsesión y la tristeza.
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