martes, 23 de abril de 2024

COMO MODELAR SU PROPIA CLASE DE ÉXITO

 Hoy día, existen tantas diferentes definiciones del éxito como seres humanos, y hay quienes pretenden, y ofrecen considerables pruebas, que el mayor fracaso de nuestros tiempos es el éxito, ya que hemos llegado a equipararlo, cada vez más, con posesiones materiales.

"He sido rico y he sido pobre, ¡y es mejor ser rico!" canturrean una después de otra todas las personalidades del mundillo de los espectáculos, y todos sonreímos asintiendo con un movimiento de cabeza, reconociéndolo con envidia.

Pero, ¿es eso todo lo que nos ofrece el éxito? ¿Acaso Howard Hugues fue más feliz, o se sintió más en paz consigo mismo cuando duplicó su primer millón de dólares? ¿O alguna estrella de cine, con la caja fuerte repleta de alhajas y diamantes, se siente más complacida con la vida después de deshacerse de su cuarto esposo para contraer matrimonio con el número cinco?

¿Cómo define usted al éxito? Tal vez ha estado demasiado ocupado ganandose la vida, para concederle algo más que un pensamiento pasajero. A pesar de ello, si asiste a esta universidad con objeto de mejorar su vida, y sinceramente espero que así sea, nunca es demasiado temprano para ofrecerle ciertas pautas sobre las cuales puede reflexionar y que quizá adopte para sí mismo.

Sí siguió mi consejo, ¿no es verdad?, y ha empezado a leer este libro teniendo a la mano una pluma o un lápiz. Eso espero, ya que hay muchas cosas valiosas qué aprender y recordar del brillante Howard Whitman, a medida que nos revela cuáles son los ingredientes para alcanzar el verdadero éxito según su libro, Success Is Within You...

Hay dos importantes criterios para el éxito: 1. ¿Creen los demás que usted ha tenido éxito? 2. ¡Lo cree usted?

Estos dos criterios se relacionan entre si igual que un popote se relaciona con una leche malteada. Si quiere disfrutar plenamente de una leche malteada, es conveniente contar con ambas cosas. Pero si únicamente puede tener una de ellas, ciertamente, es mucho mejor tener la leche malteada que tener sólo el popote, pues este último solo, es bastante inútil. Y es bastante inútil, y también vano, el que todo el mundo piense que usted es un éxito si usted mismo no lo cree así. La leche malteada de su éxito es su propio conocimiento interno de ese éxito. Contando con eso, no se requiere necesariamente el reconocimiento del mundo externo.

El problema surge cuando tratamos de moldear nuestro éxito de acuerdo con las especificaciones del mundo externo, a pesar de que no sean las mismas especificaciones que hemos obtenido buscando en el fondo de nuestro corazón. ¿Para quién vamos a lograr el éxito, para nosotros o para alguien más? El éxito, si deseamos que tenga algún significado, debe ser algo personal. Varía de un in- dividuo a otro, igual que varía la personalidad; es más, surge de las profundidades mismas en donde se origina la personalidad, y a menudo se requiere un sondeo perspicaz para descubrir por nosotros mismos cuáles son nuestras propias ideas del éxito. Con demasiada frecuencia nos adaptamos al mundo externo en nuestros patrones de éxito, sin concederles ningún pensamiento o análisis, de la misma manera que nos adaptamos en otros aspectos de la vida. Pero entre nosotros hay un puñado de valientes que se han atrevido a pensar en ello y ocasional- mente han delineado en todos sus detalles ciertos patrones de éxito que son a la vez honestos, valerosos e individuales.

William Faulkner, el novelista ganador del premio Nobel, comentaba: "Naci para ser un vagabundo. Me sentía más feliz cuando no poseía nada. En aquel entonces tenía un impermeable con grandes bolsillos; acostumbraba llevar en ellos un par de calcetines, una edición condensada de Shakespeare y una botella de whisky. En esa época era feliz, no deseaba nada y no tenía ninguna responsabilidad".

Uno podría rechazar esta definición del éxito. Es decir, uno podria rechazarla para sí mismo, pero no para Faulkner. Es una declaración franca, típica del honesto nativo de Mississippi.

En lo personal, me siento un poco cansado de ver el nombre de Albert Schweitzer cada vez que alguien trata de erigir la imagen de una deidad sobre la tierra. Y es muy interesante mencionar que incluso Schweitzer se canso de ello. En el año de 1955, con motivo del aniversario número ochenta de su natalicio, los admiradores de Schweitzer organizaron grandes celebraciones en todo el mundo. Se recabaron fondos (más de veinte mil dólares en Estados Unidos y mucho más en el resto del mundo) para enviarle regalos de cumpleaños al pe- queño doctor de modales apacibles, que renunció a la fama mundial para recluirse en lo más oscuro de África, en donde podía auxiliar a los nativos. En su hospital de Lambaréné, en el Africa Ecuatorial Francesa, se reunieron quinientos admiradores que con los brazos llenos de flores, cantaban y hacían sonar campanas para saludarlo el día de su cumpleaños, ya que la fama resplandecía sobre el buen doctor con más brillo en la misteriosa y sombría África, de lo que jamás lo hizo en las luminosas ciudades de Europa. El comentario de Schweitzer  ese día de su cumpleaños fue: "Cómo deploro todo este alboroto. Qué fatigado estoy".

He aquí un hombre con su propia idea grandiosa del éxito, pero el mundo simplemente no le permite ejercerla.

En la turbulenta Europa de mediados del siglo XXI, la incurablemente romántica escritora George Sand, que además despreciaba los convencionalismos, escribió en una de sus famosas cartas una definición bastante notable del éxito:

Uno es feliz como resultado de los propios esfuerzos, una vez que se conocen los ingredientes necesarios de la felicidad gustos sencillos, cierto grado de valor, el autorrenunciamiento hasta cierto punto, el amor al traba- jo, y por encima de todo, una conciencia limpia. La felicidad no es ningún sueño vago, de eso estoy ahora segura. Mediante el empleo adecuado de la experiencia Y el pensamiento, es posible lograr grandes cosas de uno mismo; por medio de la determinación y la paciencia incluso es posible restaurar la propia salud así que vivamos la vida tal como es, y no seamos des- agradecidos.



lunes, 6 de febrero de 2023

CÓMO MIRAR HACIA ATRÁS AL PUNTO EN DONDE HA ESTADO Parte 3

Continua de:  CÓMO MIRAR HACIA ATRÁS AL PUNTO EN DONDE HA ESTADO Parte 2

En la época de este contratiempo, X ya había permanecido al lado de ellos alrededor de cuatro años, lo cual le hizo comprender que debía empezar a ensanchar sus horizontes. En consecuencia, comenzó a aventurarse, alejándose cada vez mas del lado de la mujer. Por supuesto, inicialmente ni siquiera podía caminar, pero a medida que sus músculos adquirían mayor fortaleza, intentó dar breves pasos con ayuda de la mujer, y ahora ya caminaba bastante bien sin su apoyo. Incursionaba queriendo conocer algo más de la aldea, pero a pesar de ello todavía permanecía suficientemente cerca como para llamarla en su auxilio si le era necesario. Se familiarizó con los aborígenes que habitaban las casas vecinas, observó sus costumbres, incrementó su vocabulario y adquirió nuevas habilidades. Hasta donde podía ver, estuvo en lo cierto al suponer que la mujer era un ejemplo típico de los demás pobladores, confirmando muchas de las conclusiones a las que llegó cuando únicamente podía confiar en ella para seguir adelante. Una de las más agradables fue que los demás también lo encontraban atractivo y simpático y eso le hizo sentir una feliz confianza en sí mismo. Fácilmente, trabó amistad con los aborígenes, a quienes les agradaba su sonrisa y su tenacidad. Aprobaban sus esfuerzos por aprender y por dominar al mundo en el que vivía.

Cada éxito le daba ánimo para intentar otro más, y el hombre y la mujer le impartieron tan buenas enseñanzas que cuando fracasaba, aprendía de ese fracaso y seguía adelante. Para X era muy satisfactorio sentirse cada vez más seguro de sí mismo después de su prolongado periodo de dependencia, y puesto que tenía muy pocos problemas, fue una época de tranquilidad. Sus guardianes se sentían llenos de orgullo al ver que empezaba a adquirir experiencia, y no trataban de frenarlo. Pero estaban a su lado cuando se excedía de sus fuerzas o de sus capacidades y de esa manera disfrutaba de lo mejor de la independencia y la dependencia.

La cultura no era tan sencilla como X esperaba. En un principio mostraba cierta tendencia a generalizar acerca de las personas y sus vidas, pero más adelante fue capaz de aceptar la complejidad y la contradicción. Dejó de buscar exclusivamente las respuestas y empezó a mostrar interés en las preguntas. Comprendió que era más útil llegar a deducciones que a conclusiones. Se convirtió en un ávido coleccionista de hechos.

Y de esta manera transcurrió el tiempo y X hizo grandes progresos. Si acaso alguna vez recordaba los primeros tiempos, sólo era en las raras ocasiones en que algo amenazaba con salir mal y entonces volvía a sentirse invadido por la vieja ansiedad. Como aprendió tanto durante los doce años pasados allí, X empezó a creer que ya había aprendido todo lo que tenía que aprender y se sorprendió al descubrir que el hombre y la mujer, que en una época le parecían omniscientes, en realidad no sabían gran cosa después de todo. Estaba claro que había madurado y los había sobrepasado y por consiguiente ya no le eran útiles. Ahora encontraba una fuente de fortaleza y entusiasmo no en ellos, sino en los amigos. Sus amigos lo comprendían, entendían su estado de ánimo, sus intereses rápidamente cambiantes, sus preocupaciones, su impaciencia. Se sentía culpable al volverles la espalda al hombre y a la mujer que le salvaron la vida, pero se decía a sí mismo que él nunca les pidió que lo trajeran a su mundo.

Así como la época anterior fue muy tranquila, ésta era bastante tormentosa. No fue sino hasta que terminó y X volvió la mirada hacia atrás cuando comprendió que así tenía que ser. Sus inquietudes internas, que dieron origen a su rebeldía, eran impulsos de su sabiduría que le indicaban que debía volverse hacia el exterior, que debía abandonar ese hogar, que tenía que independizarse de esa mujer y de ese hombre, si alguna vez quería realmente averiguar quién era y en dónde estaba su lugar. Fue una ardua época, navegando mientras aún seguía anclado en el muelle. Resurgió su antigua gratitud hacia el hombre y la mujer. Comprendió que eran sabios, y que cuando no eran sabios, eran generosos. Comprendió que habían hecho lo mejor por él y que lo amaban. Comprendió que a su vez él también los amaba, y que ese sentimiento no lo menguaba, sino que por el contrario, lo enriquecía. Le ofrecieron asilo durante veintiún años, y ahora sabían que debían dejarlo partir. Su labor había llegado a su término. Ahora le correspondía a él encontrar a su propia gente.

En toda su vida, X jamás hizo otra cosa más difícil que separarse de ellos.




viernes, 3 de febrero de 2023

CÓMO MIRAR HACIA ATRÁS AL PUNTO EN DONDE HA ESTADO Parte 2

Continua de:  CÓMO MIRAR HACIA ATRÁS AL PUNTO EN DONDE HA ESTADO Parte 1

Sabía que su vida dependía de que esas personas lo aceptaran o no una vez que pudiera moverse libremente entre ellas, por lo que mostraba un intenso interés por conocer la opinión que la mujer pudiera tener de él. Analizaba su comportamiento en busca de alguna señal que le indicará si les agradaría, si lo encontrarían simpático y atractivo, si evocaría una reacción de simpatía e interés o si simplemente no le harían caso. Tanto se preocupaba por todo esto que empezó a encontrar aceptable en su persona cualquier aspecto que ella encontraba aceptable y a experimentar aversión hacia cualquier cosa en su persona que no le agradara a ella. Sin darse cuenta de ello, llegó a considerarla como un espejo que le reflejaba la clase de persona que él era.

Puesto que dependía a tal grado de ella, cuando se apartaba de su lado se preguntaba con desesperación si volvería alguna vez. Parte de la vieja ansiedad lo inundaba de nuevo cuando temía que lo hubiera abandonado. La mujer le prestaba tanta atención que le llevó mucho tiempo comprender que se trataba de una persona con una vida propia, que su vida no se centraba exclusivamente en la de él, que eran dos personas diferentes. En un principio la consideró simplemente como una extensión de sí mismo, las piernas que podían ir en busca de lo que necesitaba, los brazos que le acercaban el alimento a la boca. Su debilidad lo volvió terriblemente egoísta, igual que se vuelven egoístas las personas enfermas. Como pasaban juntos tanto tiempo, empezó a desarrollarse cierta intimidad entre X y la mujer; elaboraron su propio lenguaje de señas y sonidos. La mujer siempre mostraba cierta empatía ante sus necesidades, pero ahora él empezaba a comprenderla mejor, a conocer su estado de ánimo y a leer en la expresión de su rostro. A veces reían mucho cuando estaban juntos y en ocasiones simplemente permanecían callados. Se recreaban en juegos triviales y bromeaban entre sí. En una ocasión, mientras jugaban, le dio un ligero mordizco para demostrarle que su fuerza iba en aumento, y se sorprendió al ver que ella, echándose hacia atrás, frunció el ceño y le habló en un tono de voz áspero. No trataba de lastimarla. Entonces decidió que eso significaba que a los aborígenes no les agradaba un comportamiento agresivo y que más le valía ahogar cualquier impulso en ese sentido.

Con el hombre, por quien también empezaba a experimentar cierto agrado y en quien confiaba a medida que lo veía con más frecuencia, podía jugar en una forma más tosca, lo que le agradaba mucho, ya que esa actividad le ofrecía el ejercicio que necesitaba. De ambos, aprendió la forma en que se expresaba el amor en esta cultura y trató de imitarlos, pues comprendía que su comportamiento afectuoso significaba para él la diferencia entre la vida y la muerte. Si no era capaz de lograr que esas personas que lo conocían más íntimamente se preocuparon por él, entonces podría esperar muy poca buena voluntad de los demás habitantes, de manera que se mantenía alerta ante cualquier indicio y con todas sus fuerzas trataba de complacerlos.

Ahora ya estaba muy claro que sobreviviría y que pasaría largo tiempo entre esas personas, así que X se dedicó a aprender su lenguaje. Su intento tuvo consecuencias tanto agradables como desagradables: la creciente facilidad para comunicarse era muy satisfactoria, pero experimentaba cierta sensación de pérdida al ver que la comunicación directa y sin palabras entre él y la mujer había desaparecido. Sentía nostalgia por ello, igual que sintió nostalgia por la cueva y la sentiría a medida que perdiera esa cálida intimidad al volverse cada vez más competente y más capaz de cuidar de sí mismo, pero sabía que no siempre podría permanecer como un ser desvalido y dependiente.

La mujer también lo sabía, y empezó a señalarle su responsabilidad de mantenerse aseado y pulcro. Por primera vez desde que se encontraba en compañía de la pareja, X descubrió que tenía en la mano las cartas del triunfo y que podía decidir si acataba sus órdenes o no. Experimentaba cierto placer poniendo a prueba esta área de su autonomía y siempre parecía que estaban a punto de iniciar una lucha de voluntades. Pero la mujer se esforzaba en conservar su buen humor y tranquilidad, y X, que concedía un gran valor a su afecto y su aprobación, decidió hacer todo lo posible para satisfacer sus deseos.

No es de sorprender que a medida que X adquiría una personalidad, uno de sus primeros actos como persona fuese enamorarse de la mujer. Le pidió que se casara con él, pero ella le hizo ver que no solamente requeriría todavía un periodo prolongado de cuidados antes de valerse por sí mismo, sino que además ya estaba casada con el hombre. Consideró la primera objeción sólo como un impedimento pasajero, igual que el paciente que decide contraer matrimonio con su enfermera. En cuanto a la segunda, resolvió que abordaría el problema con franqueza. Le informó al hombre que planeaba casarse con la mujer y que por consiguiente le agradecería mucho si ya no volvía a aparecer por la casa. El hombre se rió de ello y siguió regresando cada noche. Cavilando sobre el problema y preguntándose si se vería obligado a recurrir a la violencia para quitar al hombre de su camino, X consideró las posibilidades. Lo más inesperado fue comprender que el hombre, puesto que era mucho más vigoroso y quizá capaz de admirar sus intenciones, lo atacaría primero, dejando a X impotente para ocupar su lugar. Esta amenaza de una castración, aun cuando solo existía en la mente de X, lo atemorizó de tal manera que abandonó cualquier plan para ocupar el sitio del hombre. Y ciertamente, se sintió un tanto inclinado al extremo opuesto. Basándose en la teoría de que si no puedes derrotarlos es mejor que te unas a ellos, se dedicó a la tarea de identificarse cada vez más con el hombre, tratando de asemejarsele. El episodio llegó a su fin cuando ambos se hicieron buenos amigos y admiradores conjuntos de la mujer.


jueves, 2 de febrero de 2023

CÓMO MIRAR HACIA ATRÁS AL PUNTO EN DONDE HA ESTADO Parte 1

 ¿Ya está preparado para dar ese primer paso en dirección a una vida mejor? Si lo está, espero sinceramente que todavía resuenen en su mente las dos frases del capítulo de bienvenida: "Nadie más puede vivir su vida. ¡Nadie más puede alcanzar el éxito por usted!"

Como escribió Jo Coudert en su maravilloso clásico, Advice from a Failure, de donde hemos tomado esta lección inicial: "Éste no es un mundo fácil en el cual vivir. No es un mundo fácil en el cual actuar con decencia. No es un mundo fácil en el cual comprendernos ni agradarnos a nosotros mismos. Pero tenemos que vivir en él, y al hacerlo, hay una persona con la que decididamente tendrá que convivir".

Esa persona, por supuesto, es usted mismo. Pero, ¿quién es usted? ¿Qué es? Qué triste que la mayoría de nosotros esté más enterada de cómo y por qué funciona nuestro automóvil y que no sepamos gran cosa acerca de nosotros mismos.

Si alguien le preguntara, por ejemplo, a qué negocio se dedica, quizá respondería: agente de ventas, operador de una computadora, modelo, corredor de bolsa, chofer de un camión, carpintero o cualquier otra cosa que sea su vocación. ¡Pero estaría equivocado!

El negocio al cual se dedica, el negocio al que todos nos dedicamos, es el negocio de vivir, y mientras más pronto sepa quién es y cómo llegó a convertirse en la persona que ahora es, más pronto será capaz de enfrentarse a los desafíos que tal vez han malogrado su éxito, por lo menos hasta ahora. De manera que, apresurémonos a empezar...

Lo llamaré X porque, al inicio de su historia, X era víctima de una amnesia total. No recordaba cuál era su nombre ni su vida anterior, ni siquiera cómo había llegado hasta el sitio en donde se encontraba. La mejor conjetura era que se dedi- caba a la aviación, y que había ocurrido un accidente. Al volver en sí, le pareció encontrarse en una oscura cueva y, aparentemente, no tenía ningún hueso roto, puesto que podía mover sus miembros, pero su cerebro apenas funcionaba y poco después volvió a hundirse en la inconsciencia. No tenía la menor idea de cuánto tiempo permaneció en la cueva. Débil e indefenso, dormitaba, se movía 

un poco y volvía a adormecerse. Puesto que estaba abrigado, no tenía hambre y se sentía perfectamente cómodo, no hizo esfuerzo alguno por levantarse. Se sentía satisfecho dejando que las cosas siguieran como estaban.
 
Pero el paraíso se pierde, igual que se gana, y un día despertó al sentirse arrastrado sin ceremonia alguna hacia la luz. Se sintió invadido por una gran ansiedad y gritó aterrorizado. Por vez primera desde el accidente, temió por su vida. Era un temor primitivo y devorador, que inundaba todas y cada una de sus células, todos sus vasos capilares. Al surgir de la oscuridad, sintió que el cerebro le quemaba y que sus ojos se cegaban ante la intensa luz. Los sonidos latían en sus oídos y el frío lo penetraba a través de cada uno de los poros. Hasta donde podía saber, los aborigenes que lo arrancaron violentamente de su escondrijo lo arrastraron hasta el infierno.

No obstante, era aparente que no pretendían darle muerte. Lo cubrieron y después lo acostaron y, exhausto, X se quedó dormido. Durmió la mayor parte de los días y semanas que siguieron. Se encontraba demasiado débil para siquiera erguir la cabeza; todas sus energías se concentraban en su interior, en un esfuerzo por mantenerse con vida. Incapaz de pronunciar una sola palabra, y a merced de los aborigenes para la satisfacción de todas sus necesidades, gritaba al despertar y lloraba de impotencia cuando nadie venía a su lado. Quizá esta clase de comportamiento no le parezca muy digna de admiración, pero póngase en su lugar: estaba muy débil e indefenso, rodeado de extraños cuvas costumbres e intenciones ni siquiera imaginaba; su mente apenas funcionaba; sus ojos veían escasamente y sabía muy poco más, fuera del hecho de que estaba con vida y totalmente dependiente.

Pero gradualmente su pánico empezó a desvanecerse y sentía que su mente surgía poco a poco de su anterior ofuscamiento. A medida que recuperaba las fuerzas, su atención se dirigía hacia el exterior durante breves momentos, y trataba de reunir algunos indicios para averiguar quién era y en dónde se encontraba y si los aborigenes eran seres amistosos. Observó que aparentemente una de las nativas en particular estaba comisionada para cuidarlo, y que por lo común era la mujer la que se presentaba cuando él necesitaba algo, aunque en ocasiones venía su ayudante, un hombre. Puesto que la mujer se mostraba bastante afable cuando lo atendía, e incluso parecía tenerle cierto afecto, empezó a sentirse bastante tranquilizado en cuanto a su situación. Aún no desaparecía su anhelo por la serenidad y la simplicidad de la cueva, pero cada vez era menos intenso. El nuevo medio ambiente a su alrededor cada vez atraía más su atención. Y logró un gran triunfo, que lo alentó a creer que tal vez aprendería a salir adelante.  Observó que la mujer le sonreía y él, a su vez, le devolvió la sonrisa. Esto pareció causarle un gran deleite y llamó a otros aborígenes que que vinieran a verlo. Complaciente, les sonrió, pensando que si eso era lo que querían de él, eso mismo haría.

A medida que transcurría el tiempo, X iba adquiriendo cada vez más fuerzas, pero era un lento proceso y todavía hacía muy poca cosa, además de dormir. En sus momentos de vigilia, acostado de espalda y mirando hacia el techo,  meditaba tratando de indagar en qué clase de lugar había ido a parar, y con qué clase de personas se encontraría cuando al fin pudiera levantarse y andar por allí. Daba por sentado que la mujer que lo cuidaba era un ejemplo típico de los aborigenes, de manera que, basándose en su comportamiento, empezó a acumular cualquier indicio útil. Escuchaba su tono de voz en busca de alguna indicación que le señalara si la mujer estaba contenta o no. Prestaba una gran atención a la forma en que lo cuidaba, tratando de adivinar si debía prepararse para hacer frente a un pueblo hostil o pacífico. Llevaba la cuenta del tiempo que transcurría desde el momento en que indicaba que tenía hambre hasta que ella se presentaba con el alimento, tratando de saber si más adelante tendría por su subsistencia o si obtendría fácilmente todo lo que necesitaba. luchar que Escuchaba furtivamente las charlas a su alrededor, a pesar de que no podía comprender el lenguaje que hablaban, a fin de enterarse de si se encontraba en un sitio en donde las personas luchaban entre sí o sostenían una buena relación, disfrutando unos y otros de su mutua compañía. Observaba la expresión de la mujer mientras atendía todas sus necesidades, para indagar si se trataba de un pueblo puritano o natural.

miércoles, 1 de febrero de 2023

TODO DEPENDE DE USTED

 A diferencia de la mayoría de las escuelas de enseñanza superior, esta universidad no celebrará ninguna ceremonia de graduación, no otorgará diploma alguno que signifique que ha sobrevivido al sistema, ni habrá exámenes finales ni le otorgará ningún título. La única recompensa que recibirá por los esfuerzos realizados, será la medida en que logre cambiar su vida para mejorar, en térmi- nos de paz, satisfacción y orgullo, así como en logros materiales.

La historia abunda en relatos de individuos que iniciaron una nueva era en sus vidas, gracias a la lectura de un solo libro. Mi deseo es que algún día su nombre se sume a esa lista, ya impresionante y gloriosa. Pero, todo depende de usted. Nadie más puede vivir su vida. ¡Nadie más puede alcanzar el éxito

por usted!

Ahora le corresponde a usted.

Og Mandino


martes, 31 de enero de 2023

COMO OBTENER LO MÁXIMO DE ESTE LIBRO

 Debe leerlo de principio a fin, sin saltarse ninguna lección. Después de grandes deliberaciones, quedaron dispuestas en el orden en que las presentamos, con objeto de ayudarlo a lograr una transición gradual, de la persona que es hoy día a la persona en la cual puede convertirse.

Debido a que está a punto de verse expuesto a un inmenso caudal de conocimientos, quizá le sería más fácil asimilarlo si lo hace poco a poco. Para lograr el máximo efecto, me atrevería a sugerirle que sólo lea una lección cada día, tratando de que dicha lectura tenga lugar lo más cerca posible de la hora de retirarse a dormir. Pueden suceder cosas maravillosas cuando pone a trabajar su mente subconsciente, y al despertar, se sentirá sorprendido al ver todo el material que ha retenido. No se apresure. Lo guiaremos pacientemente a lo largo de ocho semestres, igual que en una carrera universitaria normal, y además, le ofrecemos dos semestres adicionales de labor de posgrado, de tal manera que incluso llegue a ser capaz de hacer frente al éxito, una vez que lo haya alcanzado.

Si es usted mujer, quizá la perturbe la excesiva insistencia en el género masculino en algunas lecciones. No permita que eso le impida obtener todo lo bueno de cada una de ellas. En general, esos segmentos en particular se escribieron mucho tiempo antes de la afortunada emancipación que tuvo lugar durante la segunda mitad de este siglo. Simplemente tenga presente que la tendencia, si en modo alguno se nota, fue un inocente producto de otra época. El éxito, a Dios gracias, ya no está restringido a ningún género en particular.

Una cosa más. De ser posible, evite caer en la trampa de leer este libro en la misma forma casual en que lo haría con la mayor parte de los libros de ficción, o incluso los que no lo son. Sus maestros son todos ellos individuos altamente motivados y dinámicos, y existe el constante peligro de que llegue a sentirse fascinado por sus personalidades, su forma de expresarse y su encanto, disfrutando de sus palabras como si fuesen un entretenimiento, y entonces, se olvide de que el propósito primordial de su presencia aquí, asistiendo a estas conferencias, es adquirir los instrumentos necesarios para alcanzar el éxito.
¿Cómo puede evitarse ese peligro? Muy sencillo. Siempre que abra este libro, asegúrese de tener a la mano un lápiz o una pluma. Cuando lea una línea o un párrafo que tenga un significado especial para usted, ¡subrayelo! Tan sólo este sencillo acto triplicará su retentiva de ese pensamiento o principio, y le facilitará, asimismo, volver a encontrarlo más adelante. Quizá desee dibujar un asterisco a un lado de determinadas sugerencias o de algunos métodos más pujantes que atraigan su preferencia, o un signo de admiración o de interrogación si no está de acuerdo con ellos. Después de todo, éste es su libro de texto personal, que lo llevará a un mañana más brillante.

viernes, 27 de enero de 2023

SU MAYOR ACTIVO

 Hagamos un inventario. ¿Posiblemente durante todos esos años formativos en la escuela, aprendió algo que pudiese ayudarlo a cambiar su vida para mejorarla, si fuese a empezar el día de hoy, sin importar su edad, su capacidad, sus antecedentes, su color de piel, sus condiciones financieras o su opinión de sí mismo? Sólo una cosa, si se detiene a pensar en ello y que ¡sólo una cosa sea todo lo que necesita!

Escuche con cuidado lo que explica Thomas Carlyle, el gran ensayista, historiador, biógrafo y filósofo inglés:

Si nos detenemos a pensar en ello, todo lo que puede hacer por nosotros una universidad o la escuela de máxima enseñanza, no es otra cosa que lo que empezó a hacer la escuela primaria, enseñarnos a leer. Aprendemos a leer en diversos lenguajes, en varias ciencias; aprendemos el alfabeto y las letras en toda clase de libros. Pero el lugar en donde obtendremos el conocimiento, aún un conocimiento teórico, es en los libros mismos. Todo depende de lo que leamos, después de que toda clase de maestros han hecho lo mejor que han podido por nosotros. ¡Hoy en día, la verdadera universidad es una colección de libros!

De acuerdo con las especificaciones de Carlyle, este libro que ahora sostiene entre las manos es una "universidad del éxito", puesto que contiene una selecta recopilación de la sabiduría, técnicas y principios extraídos de los mejores libros del mundo sobre la literatura del éxito. Aquí descubrirá pepitas de oro puro, que sólo esperan que usted estire la mano y las reclame como propias. Aquí recibirá las enseñanzas de hombres y mujeres cuyos mensajes han resistido las pruebas del tiempo y del sentido práctico, y cuyos principios dan resultado.

Recuerde, por favor, que no tiene que aceptar ni tratar de poner en práctica todos los cientos de ideas y técnicas para el éxito que está a punto de aprender. Solamente una puede ser lo único que necesite para lograr maravillas en su vida y en su carrera. En este lugar de aprendizaje, todo lo que se le pide es la capacidad de leer, aunada a un deseo ferviente de hacer algo más de su vida. Y ni siquiera debe preocuparle el que las llamas de ese deseo despidan muy poco calor al iniciar sus estudios. Su temperatura aumentará gradualmente, a medida que empiece a comprender cuánto puede obtener todavía en los años por venir.