Sentado confortablemente en un sofá, después de
expulsar todo el aire de los pulmones con una fuerte espiración de boca
abierta, comienza la fase de la aspiración, dilatando en primer lugar el
abdomen, en seguida la parte inferior del pecho y luego la parte superior al
máximo posible, siguiendo con la atención ese movimiento (que es casi simultáneo
entre el abdomen y los pulmones). No hay necesidad de alzar los hombros (gesto
que denotaría alguna tensión); la columna vertebral se endereza y la cabeza
queda recta.
Y
ahora comienza la fase espiradora, contrayendo el abdomen (que fue primero en
dilatarse) para terminar con la parte alta del tórax. Se expulsa completamente
el aire viciado, contrayendo fuertemente, con lentitud y de una manera
continua, los músculos del bajo vientre. La masa abdominal debe ser empujada
hacia el diafragma, al que, al mismo tiempo, eleva. Se mantiene la contracción
un par de segundos; luego se deja que los músculos se relajen suavemente y que
el abdomen vuelva a su estado normal. Y de nuevo se comienza a aspirar.
Debe
dirigirse la atención sobre el aire que se siente, se sigue, se le dirige. Es,
pues, una respiración sentida, consciente y concentrada. Y por eso mismo
podemos afirmar que se trata de un excelente ejercicio de concentración.
Se
debe evitar cualquier violencia. No obstante, es difícil evitar que se produzca
un cierto estado de tensión o de obsesión, sobre todo en los primeros pasos.
Pero, después de un entrenamiento asiduo, el ejercitante. pronto experimentará
el apaciguamiento y la calma.
Para los efectos que queremos
conseguir en este libro, la respiración más adecuada es la abdominal.
Puede practicarse sentado, acostado
o de pie.
Respiración torácica. Aunque
insistimos en que la respiración abdominal es la más sedante y psíquicamente
benéfica, exponemos a continuación otras maneras de respirar, dado el
pluralismo y variedad de efectos en las diversas personas.
La torácica es la respiración de los
atletas y, en general, de todos los que realizan un gran esfuerzo físico.
Consiste en esto: en la medida en que se llenan los pulmones, se hunde el
abdomen; y en la medida en que se vacían los pulmones, se dilata el abdomen.
Respiración alterna. Oprimir el
orificio derecho de la nariz con el pulgar de la mano derecha, aspirando por
el orificio izquierdo. Espirar por el orificio derecho mientras se cierra el
orificio izquierdo con el índice de la misma mano. Luego, aspirar por este
orificio derecho y espirar por el izquierdo; y así, alternadamente, lo más
lentamente posible, hecho todo con calma, sin ansiedad. Nunca más de diez respiraciones.
Respiración rítmica. No se debe
olvidar que la espiración es siempre más lenta que la aspiración. Es frecuente
encontrarse con personas cuya espiración dura el doble de tiempo, y aún más,
que la aspiración.
Cada individuo tiene su ritmo de
respiración. Supongamos que en tu ritmo respiratorio la aspiración dura tres
segundos y la espiración cinco. En este caso, la respiración alterna se hace
así: se aspira durante tres segundos y se retiene el aliento durante dos
segundos; se espira durante cinco segundos y permanece con los pulmones vacíos
durante dos segundos, y así sucesivamente, manteniendo siempre esta cadencia.
Con el tiempo podría ensayarse otro ritmo más lento.
Los
ejercicios respiratorios pueden ser contraproducentes si no se hacen con calma
y tranquilidad. Y nunca se debe pasar de tres minutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario