Antes de
retornar a la tierra de libertad donde nos hemos propuesto instalarnos —el
sentido salvífico del sufrimiento—, nos disponemos a llevar a cabo una peregrinación
por los montes escarpados de la Biblia.
Es la Biblia un territorio cruzado
por contrastes: vida y muerte, lamentación y exaltación recorren sus rutas, a
veces alternadamente, con frecuencia en confuso tropel. Podemos agregar más: ningún
otro libro sagrado está tan marcado por la Biblia por las cicatrices de un
sufrimiento multiforme, silencioso a veces, y generalmente quejumbroso. A
cualquier hora, en cualquier rincón, resuenan agrios y amargos, los por qué,
para qué, hasta cuándo. ¿Rebeldía? ¿Simple lamentación?
Cruzan sus páginas varias figuras
dolientes, casi patéticas; y por medio de ellas, el libro aborda el misterio
del dolor, sin solucionarlo satisfactoriamente, aunque nos ofrece vislumbres de
solución; al final, la Cruz nos dará la solución completa.
* * *
Job,
sea una personalidad histórica, legendaria o una figura literaria, es el
arquetipo que nos presenta la Biblia del varón justo visitado y doblegado por
la desgracia.
De
entrada1 encontramos a Job nadando en riquezas y con una excelente
imagen social: un varón justo. Este prestigio se debía en parte a que Job
poseía riquezas, y éstas eran consideradas como una señal de la predilección
divina: por ser justo, Dios lo colma de bienes, y por nadar en la abundancia,
Job bendice a Dios. Una reciprocidad
benevolente.
Pero
nace en el pueblo, y comienza a correr la sospecha de que la vida recta de Job
es interesada. ¿Bendeciría Job a Dios si El lo desnudara de sus riquezas? Y el
varón justo es sometido a prueba.
Comenzando
por la periferia, se inicia en torno a su persona, paso a paso, un progresivo e
implacable despojamiento: caen los golpes primeramente sobre sus campos y
rebaños. Job no se inmuta y sigue bendiciendo a Dios. Avanzando hacia el
centro y estrechándose el cerco, caen sablazos a diestra y siniestra, hiriendo
a sus criados, hijos, hijas, esposa. Job se mantiene íntegro. Se comenta en el
pueblo: no se quiebra porque se ha respetado su persona; veremos qué pasa el
día que toquen su piel.
En un
asalto nocturno y final, la enfermedad aborda, finalmente, el corazón de la
fortaleza: la lepra acaba por transformar al pobre Job en un muladar de basura.
Herido de muerte, rodeado de silencio y soledad, el varón justo se debate en
una agonía que, además de cruel, es injusta. Era demasiado. Transpuestos todos
los límites de la resistencia humana, Job estaba, finalmente, en una serie de
imprecaciones contra la vida misma y de quejas y preguntas a Dios.
* * *
Se
le aproximan unos amigos para consolarlo; y tratan de hacerlo filosofando. Es
un intento de justificar el Job, sea una personalidad histórica, legendaria o
una figura literaria, es el arquetipo que nos presenta la Biblia del varón
justo visitado y doblegado por la desgracia.
De entrada1 encontramos a Job nadando en
riquezas y con una excelente imagen social: un varón justo. Este prestigio se
debía en parte a que Job poseía riquezas, y éstas eran consideradas como una
señal de la predilección divina: por ser justo, Dios lo colma de bienes, y por
nadar en la abundancia, Job bendice a Dios.
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