Vamos a manejar la palabra relativizar. Se trata, sin
embargo, de una palabra ambigua. Muchos tienen la impresión de que, al
relativizar, estuviéramos encubriendo o disfrazando algo. ¿ Qué diríamos de
quien se pone unos anteojos azules para ver azul el arrebol crepuscular?
Justamente se trata de hacer todo lo contrario: de quitarse los anteojos y las
caretas para ver las cosas tal como son, para reducirlas a sus exactas
dimensiones; en suma, relativizar vale tanto como objetivar.
* * *
La tendencia de la mente humana es
la de revestir de valor absoluto a cuanto nos sucede en el momento, debido a la
naturaleza de la mente humana y también a nuestra manera de experimentar la
realidad.
La manera de experimentar las cosas
es la siguiente: al sentir una emoción, al “vivir” un hecho es tal la
identificación que se da entre esa vivencia y la persona, que aquélla absorbe a
ésta de tal manera que la persona tiene la impresión de que en ese momento no
hubiera más realidad que esa vivencia.
Y como la persona carece de
distancia o perspectiva para apreciar objetivamente la dimensión de lo que está
viviendo, porque la vivencia es demasiado inmediata y la envuelve
completamente, y por eso la absolutiza, tiene la sensación de que lo que le
está sucediendo en ese momento tiene una entidad desmesurada, a causa de su
proximidad y de la falta de términos de comparación, de que el mundo se
redujera a esto, y de que siempre será así. Entra también a jugar aquí, por
consiguiente, el concepto de tiempo.
Por eso, la persona se inunda de
angustia sintiéndose tomada, dominada enteramente por aquella sensación.
A esto lo llamamos absolutizar: la
sensación de que no existe. otra realidad sino la presente y de que siempre
será así. Frente a este absolutizar, nosotros proponemos el relativizar;
situar los hechos en su verdadera dimensión y perspectiva. Proponemos esta
relativización como uno de los medios más eficaces para aliviar el
sufrimiento.
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