Lo esencial es que la atención, en
cada momento, esté en un solo punto.
Evita tensionarte durante el
ejercicio, tal vez obsesionarte, sobre todo en los primeros pasos.
Despierta y cuida de que los
músculos de la frente y de los ojos no estén arrugados, síntoma de preocupación
y tensión psíquica; suéltalos, y también se soltará la tensión interior.
No te desanimes si sientes
dificultades en la ejercitación.
Para eliminar el dolor. Sí, entre
los grandes poderes, nosotros tenemos el poder de eliminar todos los dolores
neurálgicos, y atenuar los orgánicos, mediante la concentración.
Sentado, sereno, después de relajarte,
camina lentamente hacia el interior de ti mismo. Recorre tu mundo interior y
detecta un punto donde sientas alguna molestia. Puede ser en cualquier parte
del cuerpo; pero supongamos que te duele en la boca del estómago. Tranquilízate al máximo. Concéntrate en ese
punto donde sientes el dolor. Con gran cariño transmite a esa zona una orden
utilizando cualquiera de estas frases: sosiégate, descansa, duerme. Es conveniente que sea una
sola frase. Absorto, concentrado, repite mentalmente, dirigida a
ese punto, la palabra elegida, durante unos cinco minutos, con la máxima
ternura, como lo hace una madre con su hijo más pequeño.
Es
bien probable que el dolor se diluya como por encanto, a condición de que lo
hagas muy concentrado y relajado.
Imagen y control. Hay movimientos involuntarios, como
los del corazón, pulmones, intestinos..., y movimientos voluntarios: levanto
el brazo, flexiono el dedo, inclino la cabeza.
Este
ejercicio consiste en que no sólo mi conciencia promueve el movimiento
voluntario, sino que lo acompaña; el movimiento es mío.
Despacio,
tranquilo, concentrado, haz los siguientes movimientos, acompañando siempre
cada movimiento con la atención: doblar un dedo, luego otro, y otro. Mover el
brazo en diferentes direcciones, flexionar el antebrazo. Después, levantarse,
tomar un objeto, desplazarlo a otro lugar y volver a sentarse, siguiendo
conscientemente cada gesto.
Al
cerrar la puerta, abrir el grifo del agua, tomar la cuchara, beber el vaso de
agua, levantar el objeto caído..., tener la conciencia explícita de que yo
estoy presente en cada acto, de que son acciones mías.
Caminar lentamente unos pasos, y
tomar conciencia de todos los detalles: el suelo bajo los pies, el movimiento
de los brazos, el ritmo de los pies...
* * *
Vamos
a controlar también la actividad de los ojos. Generalmente, los ojos pasan por
encima de todo y no se posan sobre nada. Durante unos minutos dedícate a
detener tu conciencia sobre lo que ven tus ojos: la golondrina, el geranio, el
macetero, el automóvil, la cortina..., llamando por su nombre a cada cosa que
ves.
Haz otro tanto con el oído: cada
ruido que captes, denomínalo mentalmente con su nombre.
Con los ojos cerrados o semicerrados
dedícate durante unos minutos a dibujar en el aire, con el dedo, vanos
gráficos: un triángulo, un trébol, una amapola... Después retén por un momento
cada una de las figuras. Más tarde traza con el dedo en el vacío muchos
números arábigos o romanos, y después represéntalos mentalmente.
Estás en una carretera recta y
solitaria: a lo lejos aparece un automóvil, se acerca, pasa delante de ti, y
se pierde en la lejanía, hasta desaparecer completamente.
Tienes un objeto delante de tus
ojos. Míralo bien y graba sus detalles. Luego cierra los ojos y represéntalo
mentalmente con todos sus detalles. Repite este ejercicio con plantas,
personas, animales domésticos...
Toma con la mano derecha un libro,
un lápiz, un cenicero, concentradamente. Luego déjalos en su lugar. Y ahora,
mentalmente, imagina que todavía tienes el objeto en tu mano: sentir su peso,
forma, temperatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario