¿Qué hacer? Dejando de lado los casos clínicos, hay que comenzar por
admitir que ciertos fármacos, como los sedantes, pueden ayudar en situaciones
de emergencia, advirtiendo, sin embargo, que sólo son lenitivos y no atacan a
la raíz del mal.
Cualesquiera otras “soluciones”, como las
drogas, el alcohol u otras formas de evasión, son puros engaños, tienen efectos
transitorios y generalmente resultan contraproducentes: empañan los ojos para
no ver al enemigo, para olvidar que el enemigo está dentro de casa. Pero al
despertar (cuando cesa el efecto de tales “remedios”), comprobarán que el
enemigo continúa ahí, en el mismo recinto, y más fuerte que nunca. No
hay manera de escapar de si mismo.
Para mí, los remedios son de
tres clases y están al alcance de todos; pero hay que tener en cuenta que no se
trata de recetas con efectos automáticos, como los fármacos. No. Exigen un
paciente entrenamiento, producen una mejoría lenta, a veces con muchos
altibajos; pero es una mejoría real, que asegura un fortalecimiento de la
mente.
Y ésta es la palabra clave:
fortalecimiento. Porque de eso se trata: de fortalecer la mente, para que pueda
sobreponerse a la obsesión, ser más fuerte que ella, sitiarla y alejarla de
las propias fronteras.
* * *
El primer remedio consiste, una
vez más, en no resistir la obsesión. No debe olvidarse que resistir equivale a
apretarse contra algo, y todo aprieto ya es, de por sí, angustia.
La obsesión, si se la dejara,
dejaría también de apretar, con lo que se esfumaría la angustia, la obsesión
languidecería y moriría.
Hay que tener en cuenta cierto
fenómeno que se produce en el proceso obsesivo, y que ha quedado resaltado en
la descripción y análisis de las páginas precedentes, a saber: lo que se
reprime y se trata de evitar, contraataca y domina. La represión aumenta, pues,
el poder de la obsesión. Si se la dejara, iría perdiendo su fuerza y
virulencia.
Así pues,
dejar consiste en aceptar que ocurra aquello que se teme. Aceptar que no vas a
poder dormir; aceptar que te vas a comportar torpemente con aquella persona o
en aquella situación; aceptar que éstos o aquéllos no te quieran; aceptar no
haber acertado en aquel proyecto; aceptar que se haya hablado mal de ti, etc.
Y verás cómo
recuperas el sueño, cómo te tienen sin cuidado tantas cosas que antes te
angustiaban y cómo desaparecen tantas obsesiones.
* * *
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