En el capítulo III de este libro entregaremos, desarrollándolas
ampliamente, numerosas y multiformes vías de salvación.
Pero, antes de penetrar en ese
valle, me propongo depositar en las manos del lector, para el camino y
provisoriamente, unos instrumentos de salvación que le acompañarán, como otros
tantos amigos, mientras vamos recorriendo e inspeccionando los diversos manantiales
de sufrimiento. De esta manera, y como sin darse cuenta, el lector ya está
comenzando a ingresar en el deseado templo de la salvación. Estos amigos para
el camino son los siguientes:
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