Aferrate a la fe, porque es la fuente de la creencia de que todo es posible.
Es la fibra y la fortaleza de un alma confiada.
Aferrate a la esperanza, porque destierra la duda y da lugar a actitudes positivas y alegres.
Aferrate a la confianza, porque se encuentra en el corazón de las relaciones fructíferas que son seguras y satisfechas.
Aferrate al amor, porque es el don más preciado de la vida, porque es generoso, se preocupa y da significado a la vida. Aferrate a la familia y a los amigos, porque son las personas más importantes en tu vida y porque hacen del mundo un lugar mejor. Ellos son la vida que ha crecido con el tiempo para alimentarse, ayudarte a seguir tu camino y permanecer siempre cerca de vos.
Aferrate a todo lo que sos y a todo lo que has aprendido, porque esto es lo que te convierte en un ser singular. No menospreciés lo que sentís y lo que creés que es bueno e importante; tu corazón te habla con más fuerza que tu mente.
Aferrate a tus sueños, alcanzalos de manera diligente y honrada. No tomés nunca el camino más fácil ni te rindás ante el engaño. Recordá a otros en tu camino y dedicá tiempo para atender sus necesidades. Disfrutá de la belleza que te rodea. Tené valor para ver las cosas de manera diferente y más clara. Hacé del mundo un lugar mejor día a día y no te olvidés de las cosas importantes que dan significado a tu vida.
(Humberto A. Agudelo
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miércoles, 3 de octubre de 2012
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