Hoy más que
nunca hay una sólida verdad, y es ésta: mente es el nuevo nombre de “infierno”.
Infierno significa sin salida, y donde no hay salidas, hay angustia. Y
angustia vale tanto como angostura, estrechamiento. Con sus muros circulares,
la mente aprieta y estrecha entre sus anillos al pobre ser humano, que experimenta
una sensación de ahogo y asfixia, como de quien tiene todas las salidas
clausuradas.
Ya lo hemos afirmado anteriormente,
y en las páginas que siguen vamos a desempolvar y airear esta verdad, noche
terrible de la que es preciso despertar y salir: la masa general del
sufrimiento humano es un producto de la mente. Para decirlo de una manera
gráfica, el 90 por 100 del sufrimiento humano es materia subjetiva, como lo
veremos a continuación. Naturalmente, no se trata de una proporcionalidad
matemática, sino aproximativa.
Y este dato no es una amarga noticia, sino
una buena nueva, porque está en nuestras manos la posibilidad de neutralizar,
atenuar o transformar este subproducto de la existencia humana.
* * *
Somos nosotros mismos quienes
engendramos los disgustos. Supongamos que hace tres meses te viste envuelto en
aquel escándalo: fue una situación injusta en la que ciertas personas
levantaron un edificio de suposiciones gratuitas sobre un hecho real de tu
vida, y tu prestigio rodó por los suelos. Todo ese desgraciado conjunto de
circunstancias ya es un hecho consumado, y quedó allí para siempre anclado en
el espacio y en el tiempo.
Si tú relegas al pasado ese suceso,
lo olvidas, ya no existe para ti. Pero eres tú (¡despierta!) quien ahora rehace
aquella pesada cadena de desgracias, y comienzas a recordar aquellos hechos,
removiéndolos y reviviéndolos en tu mente como si acabaran de suceder; y luego
te enciendes en furia, rabia y vergüenza, como si estuvieras metido en un
círculo de fuego..., y es ahora cuando un hecho pasado se transforma en
disgusto. Pero eres tú (¡atención!), sólo tú, quien está transformando un
acontecimiento de tu historia pasada en un disgusto.
El
disgusto es, pues, un producto de tu mente. Despierta y despréndete de los
recuerdos dolorosos. ¡Basta de sufrir!
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