El monje vietnamita
Thich Nhat Hanh es uno de los más respetados maestros de budismo de occidente.
En un viaje a Sri
Lanka, encontró seis niños descalzos. "No eran niños de una favela, sino
del campo; mirándolos, ví que formaban parte de la naturaleza que los rodeaba.
Él estaba solo en la
playa, y todos corrieron en esa dirección. Como Thich Nhat Hanh no hablaba el
idioma, se limitó a abrazarlos, y fue correspondido.
Sin embargo, en un
momento dado, recordó una antigua plegaria budista: "Me refugio en
Buda". Comenzó a cantarla, y cuatro de los niños hicieron lo mismo,
batiendo palmas, y reconociendo un texto que tal vez sus padres les hubiesen
enseñado. Thich Nhat Hanh entonces hizo señas a los dos niños que habían permanecido
callados. Ellos sonrieron, unieron las palmas de sus manos, y dijeron en pali:
"Me refugio en la Vírgen María".
El sonido de la plegaria era el mismo. En
aquella playa, aquella tarde, Thich Nhat Hanh cuenta que encontró una armonía y
una serenidad que muy pocas veces había experimentado.
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