El viejo cazador de
zorros -considerado el mejor de la región- decidió por fin jubilarse. Juntó sus
pertenencias y decidió partir rumbo al sur del país, donde el clima era más
templado.
Sin embargo, antes de
que terminara de empaquetar sus cosas, recibió la visita de un joven.
- Quiero aprender sus
técnicas -dijo el recién llegado. -A cambio, le compro su tienda de campaña y
su licencia de cazador, y además le pagaré por todos los secretos que usted
conoce.
El viejo estuvo de
acuerdo: firmaron el contrato, y le enseñó al joven todos los secretos de la
cacería del zorro. Con el dinero recibido, compró una hermosa casa en el sur,
donde pasó todo el invierno sin tener que preocuparse por juntar leña para la
calefacción, puesto que el clima era muy agradable.
En la primavera,
sintió nostalgia por su aldea, y decidió regresar para ver a sus amigos.
Cuando llegó, se
cruzó en medio del camino con el joven que pocos meses atrás, decidiera pagarle
una fortuna por sus secretos.
- ¿Y entonces?
-preguntó. -¿Cómo anduvo la temporada de caza?
- No pude cazar ni un
solo zorro.
El viejo se quedó
sorprendido y confuso:
- ¿Pero has seguido
mis consejos?
Con los ojos fijos en
el suelo, el joven respondió:
- Bueno, la verdad es que no los seguí. Me dí
cuenta que sus métodos eran demasiado anticuados y terminé descubriendo -por mí
mismo- una manera mejor de cazar zorros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario