- Cierto rey
encomendó a los geógrafos un mapa del país, cuenta Jorge Luis Borges. - Pero
exigió que el mapa fuese perfecto, con todos los detalles.
Los geógrafos
midieron cada lugar e hicieron un borrador. Uno de ellos comentó que todavía
faltaban detalles de ríos.
Decidieron entonces
rehacer el dibujo a mayor escala. Cuando estuvo listo, el mapa resultó del
tamaño del primer piso de un edificio; con todo, algunos consejeros del rey
argumentaron:
- No se alcanzan a
ver los caminos de los bosques.
Y los sabios
geógrafos continuaron dibujando mapas cada vez más grandes, con más y más
detalles del país.
Cuando finalmente
lograron el mapa perfecto, llamaron al rey y lo llevaron a un inmenso desierto.
Cuando llegaron, le mostraron una extraña tienda de campaña que se extendía
hasta el horizonte.
- ¿Qué es ésto?
- El mapa del país
-respondieron los geógrafos. -Como tratamos de hacerlo lo más parecido posible
a la realidad, resultó tan grande que ocupó todo el desierto.
- El temor a cometer
un error, la mayoría de las veces, termina llevándonos a cometerlo -dijo el
rey. -El mapa es tan detallado, que no sirve para nada.
Y mandó ahorcar a los geógrafos
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