El yogui Ramakrishna
ilustra, con una parábola, la intensidad del deseo que necesitamos tener:
El maestro llevó al
discípulo cerca de un lago.
- Hoy te voy a
enseñar lo que significa la verdadera devoción -dijo.
Le pidió al discípulo
que se metiera con él en el lago, y tomando la cabeza del joven, la hundió
debajo del agua.
Pasó el primer
minuto. A mitad del segundo minuto, el joven ya se debatía con todas sus
fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder salir a la superficie.
Al final del segundo
minuto el maestro lo soltó. El joven, con el corazón descontrolado, se levantó,
jadeando.
- ¡Usted quiere
matarme! -gritaba.
El maestro esperó a
que se calmara, y le dijo:
- No deseaba matarte
-porque si lo hubiera deseado, ya no estarías aquí. Quería nada más saber lo
que sentiste mientras estuviste debajo del agua.
- ¡Sentí que me
moría! ¡Todo lo que deseaba en la vida era respirar un poco de aire!
- Es exactamente eso.
La verdadera devoción sólo aparece cuando no tenemos más que un deseo, y si no
podemos realizarlo, morimos.
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