Te escribo para decirte que te vi ayer cuando estabas platicando con tus amigos y aguardé todo el día con la esperanza de que quisieras platicar conmigo también.
Al caer la tarde, envié para vos un crepúsculo de lo más hermoso y una brisa fresca para que descansaras. Esperé y esperé más nunca llegaste…
Eso me dolió mucho, pero soy tu amigo incondicional. Anoche al verte dormir, tenía tantos deseos de acariciar tu frente, que derramé rayos de luna sobre tu almohada y sobre tu rostro.
Una vez más esperé, deseando estar junto a vos para que pudiéramos platicar. Si tan solo supieras cuántos regalos tengo para darte …
Te invito a un encuentro conmigo. La decisión es tuya. Te espero. Tu amigo: Jesús
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