Llegan las festividades navideñas y, desde los escaparates, los anuncios publicitarios y medios de comunicación nos llegan mensajes que invitan a ser felices durante estos días casi por decreto u obligación. Sin duda se trata de una propuesta bien intencionada, ¿pero es realista?
El escritor y asesor psicológico Albert Espinola tiene una visión particular de la felicidad, ya que asegura que este estado de ánimo en el alma, el ser y la mente “lo vivimos durante periodos de tiempo que no necesariamente deben ser largos o permanentes y, de hecho, es mejor que no lo sean”.
El problema de la felicidad, así como de la infelicidad, es que la mente, “el ego”, se apega a esos momentos, y se nos puede volver una adicción, una necesidad y una búsqueda incesante, reconoce Espinola (http://albertespinola.com).
“La felicidad es como un destello de luz mágica que viene y se va, y no se tiene porque quedar iluminándonos continuamente, ni tenemos que depender ni apegarnos a ese estado. No es una meta, sino una compañera de vida que aparece en ocasiones, pero ya está en nosotros”, afirma el experto.
“Por supuesto, no es malo sentir felicidad, pero sí pensar que debemos estar felices siempre y pasar la vida buscando estos estados, por el mero hecho de que no sabemos valorar el bienestar neutral”, indica Espinola.
Para el especialista es preferible la neutralidad, “una forma de vida en la cual se valoran muchos elementos que son la esencia de la vida y que, cuando los vivimos, tenemos felicidad, aunque no los valoremos. Son las pequeñas cosas del día a día que nos dan satisfacción y que no apreciamos habitualmente.
El triángulo de la pura vida
Espinola ha creado un esquema al que denomina “el triángulo de la Pura Vida” para entender la visión de nuestros diferentes estados de ánimo, y como se interrelacionan, en el que cada una de sus puntas corresponde respectivamente, a los momentos de felicidad, infelicidad y neutralidad.
Según el escritor “la neutralidad es bienestar, es la valoración de las pequeñas cosas, que da paz, bienestar interior, amor propio y pura vida; mientras que la felicidad son momentos increíbles que hay que disfrutar y vivir sin pretender permanecer en ese estado continuamente, ni caer en depresión por terminar de vivirlos”.
De acuerdo a este triángulo, en los momentos de infortunio “nos desorientamos y solo valoramos la felicidad, en vez de la vida, que es mucho más que ese estado. Anhelamos las sensaciones de elevación y éxtasis y vivir permanentemente felices, y creemos en la búsqueda de esa felicidad eterna”.
Para Espinola un buen estado de vida consiste en vivir los momentos de alta felicidad y de depresión sin apego y sabiendo volver al estado de neutralidad sin tantos problemas, ya que “puedes valorar dicho estado con una gran dosis de positivismo, de amor propio y amor por la vida”.
“¡Para mí la Pura Vida es una forma de vida, en la que no debemos vivir pendientes y apegados a los placeres, alegrías y felicidades. Un simple estado en el que estar neutral ya es pura vida, ya es la felicidad!”, enfatiza.
¡Neutrales Fiestas!
“Por eso sería muy interesante valorar si en vez del tradicional saludo de ¡Felices Fiestas! no sería preferible decir ¡Neutrales Fiestas’, ya que la neutralidad es bienestar y, en el fondo, lo que desea cualquier persona es vivir tranquila sintiéndose “pura vida”, con esa neutralidad que ya tenemos en nosotros. Esa neutralidad es casi nuestro estado más natural y más sano”, añade.
Según Espinola, durante las fiestas navideñas hay que aceptar y vivir cada uno de los estados que surjan, ya que de que cada uno de ellos podemos obtener grandes lecciones, “tanto de los buenos como de las malos”.
“Así, cada vez que afrontemos dichas situaciones, lograremos valorar los otros estados y darnos cuenta de que, incluso de los buenos momentos podemos aprender cosas malas, y de los malos cosas muy positivas...”, señala.
CONSEJOS PARA VIVIR MEJOR
Espinola explica cómo afrontar de manera más neutral la Navidad, aplicando su ‘triángulo de la Pura Vida’:.
Ante la presión de las prisas y el estrés consumista: “En vez de dejarse llevar por esos estados, una opción neutral es centrarse en compartir pequeñas cosas con la familia o la pareja, afrontando esos momentos compartidos de una forma resolutiva, pausada y serena”, según Espinola. Lo ideal sería consumir sin sobrepasarnos en gastos inútiles y materialismos excesivos que nos proporcionan felicidades efímeras y engañosas”, destaca.
Hacer un balance del año: “Para este ejercicio es bueno centrarse en las experiencias positivas vividas y lo que hemos aprendido, incluso de los llamados fracasos o de las adversidades. Hacer un buen balance será mejor desde un punto neutral, porque podremos valorar todo lo sucedido de una forma más productiva y provechosa. Veremos que los fracasos no son tan malos y sacaremos aprendizajes de esas experiencias”, señala.
El disfrute de los hijos con los regalos: Para Espinola, “es interesante afrontar esos momentos que viven nuestros hijos al abrir los regalos de una forma agradecida, sin dejarnos llevar por la nostalgia o la depresión cuando dejen de existir.
Después podemos, incluso, sentir la necesidad de vivirlos de nuevo. Pero si los reviviésemos, probablemente no los sentiríamos de la misma forma y podríamos entrar en depresión”, comenta.
Reencontrarnos con amigos y parientes: Compartir las fiestas con alguien al que hacía mucho tiempo que nos veíamos y divertirnos juntos “como en los viejos tiempos”, nos hace felices, pero si hacemos que ese momento se repita, no lo viviremos de la misma forma y acabaremos quedándonos con algo que no tiene porqué volver a existir, lo cual puede conducirnos a la NO felicidad. La mejor forma de afrontarlo sería, dejando ir lo que se ha vivido, sin apegarnos, y valorando y agradeciendo, de forma sosegada –neutral-, haberlos podido vivir”.
Ante un conflicto familiar: “Durante las reuniones de Navidad puede haber roces, discusiones o peleas entre parientes y podemos afrontar dichos momentos con escucha, reflexión y desde el optimismo. Trataremos así de exprimir todo lo bueno que pueden tener esos momentos que, aunque parezcan malos, tienen cosas positivas”, enfatiza este orientador a Efe.
Las primeras fiestas sin un ser querido: Cuando pasamos la primera Navidad sin un ser querido, porque ha fallecido: “Deberíamos tratar de asumir muy firmemente que es una realidad que no está al alcance de nadie solucionar”, afirma el experto. “Si deseamos extraer alguna parte positiva, podríamos pensar que la muerte es la lección más grande de desapego que la vida nos puede dar, y que las personas que la han vivido de cerca han obtenido grandes dosis de desapego, neutralidad, agradecimiento y felicidad, volviéndose ‘Pura vida’, con una mayor capacidad de valoración y aceptación”, concluye.
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