Si dispone de una hora en una habitación donde
disponga de espacio y en la que pueda encerrarse con una grabadora y una cinta
magnética de música cuyo ritmo lo incite a bailar, le recomendamos realizar una
de las meditaciones más alegres y dinámicas que hemos heredado del pasado.
Esta meditación consiste simplemente en bailar durante 30 ó 45 minutos con los
ojos cerrados. Como es probable que las primeras veces que ensaye esta forma de
meditar, tienda a abrir inconscientemente los ojos, le recomendamos cubrirlos
con un pañuelo, pero es esencial que mantenga los ojos cerrados durante este
período. Después de dos o tres veces de hacerlo, podrá mantener los ojos
cerrados sin necesidad de venda durante todo el baile.
Al comienzo del ejercicio, deje que la música y el ritmo lo penetren, déjese
traspasar por la melodía y lentamente, váyase moviendo sobre ella sin tratar de
hacer pasos ni figuras de ningún baile que conozca. Permita simplemente que su
cuerpo se mueva como quiera sobre el ritmo.
A veces el movimiento puede ser casi imperceptible, no importa, déjelo ser.
Otras, su cuerpo iniciará saltos y movimientos acrobáticos, no le importe
tampoco. Si teme caerse, es probable que pierda el equilibrio, silo deja ser
simplemente, el cuerpo solo sabe muy bien cómo no caerse.
Tal vez ésa sea la primera certidumbre que surge con esta meditación: podemos
perfectamente confiar en la sabiduría de nuestro cuerpo, en las cosas que se
refieren al cuerpo. Silo escucháramos, nos diría claramente lo que le agrada y
lo que lo perjudica. Bailar le gusta, créalo.
En muchos momentos del ejercicio el cuerpo reaccionará solo al ritmo, liberando
a la mente de esta ocupación. Apenas esto ocurra, deje que lo asalten los
recuerdos, imágenes, sueños y preocupaciones, sin oponerse a ellas ni
prestarles resistencia. Haga tal como hemos recomendado en la meditación
llamada vipasana, vea pasar dichas ideas e imágenes por su mente sin prestarles
su concurso, contémplelas como si no fueran suyas y déjelas irse tal como
llegaron.
Cuando estas imágenes desaparezcan podrá ver que mientras usted las veía con
los ojos de la mente, su cuerpo no ha dejado de moverse sobre el ritmo.
Si consigue realizar habitualmente esta meditación durante unos siete días en
forma más o menos continua, irá descubriendo poco a poco las tensiones que
habitualmente mantiene su cuerpo. Es particularmente interesante darse cuenta
de las tensiones a los hombros y el cuello, las malformaciones de la columna y,
sobre todo, descubrir la tensión del esfínter del ano, que es probablemente la
más antigua y anquilosada del cuerpo de cada uno de nosotros.
Después de treinta o cuarenta minutos de baile deje el movimiento y tiéndase en
silencio y sin abrir los ojos por unos 10 a 15 minutos. Hágalo en forma
semejante día a día y descubra por sí mismo los benéficos efectos de esta
meditación que reemplaza los ejercicios gimnásticos, las técnicas de
respiración y las meditaciones apolíneas al mismo tiempo que las técnicas de
relajación y masajes.
Si podemos recomendar una forma de meditación es precisamente ésta.
Ahora deténgase y realícela
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