NOCuando Henley escribió el poético verso «Yo soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma», nos
hubiera podido informar de que somos los dueños de nuestro destino porque somos, ante todo, los dueños de
nuestras actitudes. Éstas configuran nuestro futuro. Se trata de una ley universal. El poeta hubiera podido decimos
con gran entusiasmo que esta ley actúa tanto si las actitudes son destructivas como si son constructivas. La ley
afirma que convertimos en realidad física los pensamientos y las actitudes que albergamos en nuestra mente, con
independencia de lo que sean.
Convertimos en realidad los pensamientos de pobreza con la misma rapidez con que
convertimos en realidad los pensamientos de riqueza. Sin embargo, cuando nuestra actitud hacia nosotros mismos
es positiva y nuestra actitud hacia los demás es generosa y compasiva, atraemos grandes y generosas parcelas de
éxito.
UN HOMBRE VERDADERAMENTE GRANDE. Considere el ejemplo de Henry J. Kaiser, un hombre de
auténtico éxito gracias a que su actitud hacia sí mismo es gran de y positiva. Las empresas que se identifican con el
nombre de Henry J. Kaiser cuentan con activos de más de mil millones de dólares. Gracias a su generosidad y
compasión para con los demás, los mudos han podido hablar, los inválidos han podido volver a llevar una existencia
útil y cientos de miles de personas han recibido atención hospitalaria por muy poco dinero. Todo ello ha surgido de
las semillas de pensamiento que su madre plantó en su interior.
Mary Kaiser le hizo a su hijo un regalo de valor incalculable.
Le enseñó también a aplicar el valor más grande de
la vida.
1. Un regalo de valor incalculable: Tras su jomada laboral, Mary Kaiser dedicaba muchas horas a trabajar
como enfermera voluntaria, ayudando a los desgraciados. A menudo le decía a su hijo: «Henry, nada se
consigue sin trabajo. Aunque no te deje más que la voluntad de trabajar, te habré dejado un regalo de valor
incalculable: la alegría del trabajo».
2. El valor más grande de la vida: «Fue mi madre -afirma el señor Kaiser- quien primero me enseñó algunos
de los valores más grandes de la vida, entre ellos el amor a las personas y la importancia de servir a los
demás. "Amar a las personas y servirlas -solía decir- es el valor más grande de la vida"».
Henry J. Kaiser conoce el poder de la AMP. Sabe lo que ésta puede hacer en su propia vida y en beneficio de su
país. Conoce también la fuerza de la AMN.
En el transcurso de la segunda guerra mundial, construyó más de 1.500 buques con tal rapidez que sorprendió al
mundo. Cuando él afirmó: «Podemos construir un buque de transporte Liberty cada diez días», los expertos dijeron:
«Eso no puede hacerse... ies imposible! » Y, sin embargo, Kaiser lo hizo. Aquellos que creen que no pueden,
rechazan lo positivo; utilizan la cara negativa de su talismán. Aquellos que creen que pueden, rechazan lo negativo;
utilizan la cara positiva.
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