Prácticamente todo el mundo tiene
experiencias cumbre, pero no todos lo saben. Algunos restan importancia a esas
pequeñas experiencias místicas. Ayudar a la gente a reconocer esos breves
momentos de éxtasis cuando suceden es parte de la tarea del consejero o
metaconsejero. Sin embargo, ¿cómo logra nuestra propia psique, sin ninguna
señal externa como referencia –aquí no hay pizarra-, mirar dentro de la psique
oculta de otra persona y luego tratar de comunicarse? Tenemos que elaborar una
forma de comunicación nueva. He intentado una que describo en otro apéndice
(...).
Octavo, descubrir quién es uno, qué
es, qué le gusta, qué no le gusta, qué es bueno o malo para uno, hacia dónde va
y cuál es su misión –abrirse para sí mismo-, significa desenmascarar la
psicopatología. Quiere decir identificar las defensas, y después de haberlas
identificado, significa encontrar coraje para renunciar a ellas. Eso es
doloroso porque las defensas se erigen contra algo desagradable. Pero vale la
pena renunciar a las defensas. Si la bibliografía psicoanalítica nos ha
enseñado algo, ha sido que la represión no es un buen modo de resolver los
problemas.”
(“La personalidad creadora” fue
publicado en Barcelona por la Editorial Kairós en 1983)
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