“Primero,
la autorrealización significa vivenciar plena, vívida y desinteresadamente, con
una concentración y absorción totales. Significa vivenciar sin la timidez
del adolescente. En este momento, la persona es total y plenamente humana. Este
es un momento de autorrealización, el momento en que el sí mismo (self) se
actualiza. Como individuos todos pasamos por tales momentos de vez en cuando.
Como consejeros, podemos ayudar a los pacientes a sentirlos más a menudo,
alentándoles a que se absorban totalmente en algo y a que se olviden de poses,
defensas y timideces, es decir, a que se lancen de “cabeza”. (...)
Segundo, consideremos la vida como un proceso de elecciones sucesivas. En cada instante existe una elección
progresiva o una elección regresiva. Podemos orientarnos hacia la defensa, la
seguridad o el miedo. Pero, en el lado opuesto, está la opción de crecimiento.
Elegir el crecimiento en lugar del miedo doce veces al día, significa avanzar
doce veces al día hacia la autorrealización. La autorrealización es un proceso
continuo. (...)
Tercero, hablar de autorrealización
implica que hay un sí mismo que se
actualiza. Un ser humano no es una tabula rasa, una masa de arcilla o
plastilina. Es algo que ya está, por lo menos una especie de estructura
“cartilaginosa”. Un ser humano es, como mínimo, su temperamento, sus
equilibrios bioquímicos, etc. Existe un sí mismo, y lo que a veces he llamado
“escuchar las voces del impulso” significa dejarlo que emerja. Muchos de
nosotros, la mayor parte del tiempo (y esto se amplía en especial a niños y
jóvenes) no nos escuchamos sino que escuchamos las voces introyectadas (internalizadas)
de Mamá, Papá, el Sistema, los Mayores, la autoridad o la tradición.
(...)
Cuarto, en la duda, optad por ser sinceros. Estoy a resguardo con la
frase “en la duda”, así que no necesito debatir cuestiones de diplomacia. A
menudo, cuando dudamos no somos sinceros. Los clientes casi nunca lo son.
Juegan y adoptan poses. No aceptan con facilidad la sugerencia de ser sinceros.
Mirar dentro de uno mismo en busca de respuestas implica asumir
responsabilidad. Esto es en sí mismo un paso hacia la autorrealización. (...)
Este es uno de los grandes pasos. Cada vez que uno se responsabiliza hay una
realización del sí mismo.
Quinto, hasta ahora hemos hablado de vivenciar sin timidez, de elegir la
opción del crecimiento y no la del temor, de escuchar las voces del impulso, de
ser sinceros y de responsabilizarnos.
Todos esos son los pasos hacia la autorrealización, y todos garantizan mejores
opciones de vida. Quien haga cada una de estas pequeñas cosas cada vez que llega el punto de decisión,
descubrirá que configuran mejores opciones acerca de lo que está
constitucionalmente bien para él. Sabrá cual es su destino, quién será su
cónyuge, cuál será su misión en la vida. No se puede escoger sabiamente para
toda una vida a menos que uno se atreva a escucharse a sí mismo, a su propio sí
mismo (self), a cada instante de la vida, y a decir con alma: “No, esto y
aquello no me gustan”. (...) Expresar
algo sinceramente implica atreverse a ser diferente, impopular, inconformista.
Sexto, la autorrealización no es
únicamente un estado final, sino
también un proceso de actualización de las propias potencialidades, en
cualquier momento, en cualquier grado. Es, por ejemplo, cuestión de hacernos
más despiertos mediante el estudio, si somos inteligentes. No significa,
necesariamente, hacer algo fuera de lo común (...). Supone hacer bien aquello que uno quiere hacer. Convertirse en un
médico de segunda no es un buen camino hacia la autorrealización. Hay que ser de primera, o tan bueno como uno pueda
ser.
Séptimo, las experiencias cumbre son
momentos transitorios de autorrealización. Se trata de momentos de éxtasis que
no pueden compararse, garantizarse, ni siquiera buscarse. Debemos dejar, como
escribió C. S. Lewis, “que el gozo nos sorprenda”. Pero podemos establecer las
condiciones para que las experiencias cumbre sean más probables, o podemos
establecer perversamente las condiciones para que sean menos probables
(...).
Prácticamente todo el mundo tiene
experiencias cumbre, pero no todos lo saben. Algunos restan importancia a esas
pequeñas experiencias místicas. Ayudar a la gente a reconocer esos breves
momentos de éxtasis cuando suceden es parte de la tarea del consejero o
metaconsejero. Sin embargo, ¿cómo logra nuestra propia psique, sin ninguna
señal externa como referencia –aquí no hay pizarra-, mirar dentro de la psique
oculta de otra persona y luego tratar de comunicarse? Tenemos que elaborar una
forma de comunicación nueva. He intentado una que describo en otro apéndice
(...).
Octavo, descubrir quién es uno, qué
es, qué le gusta, qué no le gusta, qué es bueno o malo para uno, hacia dónde va
y cuál es su misión –abrirse para sí mismo-, significa desenmascarar la
psicopatología. Quiere decir identificar las defensas, y después de haberlas
identificado, significa encontrar coraje para renunciar a ellas. Eso es
doloroso porque las defensas se erigen contra algo desagradable. Pero vale la
pena renunciar a las defensas. Si la bibliografía psicoanalítica nos ha
enseñado algo, ha sido que la represión no es un buen modo de resolver los
problemas.”
(“La personalidad creadora” fue
publicado en Barcelona por la Editorial Kairós en 1983)
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