Un conocido mío, a
causa de su incapacidad para combinar el sueño con la realización, terminó con
serios problemas financieros. Peor aún: involucró a otras personas,
perjudicando gente a quien no deseaba herir.
Al no poder pagar las
deudas que se iban acumulando, llegó a pensar en el suicidio. Caminaba por una
calle, cierta tarde, cuando vio una casa en ruinas. "Esa propiedad es como
yo", pensó. En ese momento, sintió un inmenso deseo de reconstruir aquella
casa.
Descubrió al dueño,
se ofreció para hacer una reforma -y fue atendido, aunque el propietario no
entendía qué ganaba mi amigo de todo ello. Juntos consiguieron ladrillos,
madera, cemento. Mi conocido trabajó con amor, sin saber porqué o para quién.
Pero sentía que su vida personal iba mejorando a medida que la reforma
avanzaba.
Luego de un año, la
casa quedó lista. Y sus problemas personales resueltos.
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