Cierto novicio se
acercó al abad Macario y le pidió consejo sobre la mejor manera de agradar al
Señor.
- Vé hasta el cementerio
e insulta a los muertos -le dijo Macario.
El hermano hizo lo
que se le ordenó. Al día siguiente, volvió a visitar a Macario.
- ¿Y ellos te
respondieron? -preguntó el abad.
El novicio le
contestó que no.
- Entonces vuelve
allí, y elógialos.
El novicio obedeció.
Esa misma tarde, volvió con el abad, que nuevamente quiso saber si los muertos
le habían respondido.
- No - dijo el
novicio.
- Para agradar al
Señor, compórtate de la misma manera -le indicó Macario. - No hagas caso del
desprecio de los hombres, ni de sus elogios; de esta manera, podrás construir
tu propio camino.
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