Cuando vamos a un lugar público, siempre debemos tener cuidado y saber respetar las reglas de urbanidad y buenas costumbres.
Normalmente, al llegar a un restaurante, el maître, llamado también anfitrión es quien verifica si hubo una reserva previa para guiarnos hasta nuestra mesa, si no la hubo nos asignará una y nos conducirá esta ella. Si por las características del restaurante no hay un maître, debemos elegir una mesa sin muchas vacilaciones.
Si vamos a un restaurante acompañadas por un caballero, es él quien debe conducirnos hasta llegar a la mesa que ocuparemos, usualmente somos nosotras quienes vamos por delante, pero ésta es una excepción a la regla ya que es él quien debe precedernos hasta el lugar adecuado.
En la mesa se debe procurar que la ubicación de la dama sea con la espalda hacia la pared y el caballero en frente, esto tiene un propósito… brindar seguridad y protección a la dama.
Para ordenar los alimentos de la carta o menú, es el caballero quien llama al garzón o mesero con una señal que debe ser respetuosa y muy discreta ya sea con la mano o con un movimiento ligero de la cabeza, generalmente no debería ser necesario ya que el garzón está pendiente. En todo momento es el caballero quien tiene el contacto directo con el garzón por lo que el pedido debe ser realizado por él. Es una suerte de portavoz de la dama, para este efecto la dama debe dirigirse al caballero (esposo o acompañante) cuando desee hacer algún pedido, nunca debe dirigirse directamente al garzón, a menos que se encuentre sola o en compañía de otra señora, en dicho caso la que oficia de anfitriona será quien haga las atenciones dirigiendo los pedidos respectivos.
Para realizar el pago de lo consumido, el garzón traerá la cuenta directamente al caballero o anfitrión y este deberá realizar el pago sin hacer algún tipo de alarde, debe ser discreto en todo momento, no es necesario que la dama o invitado perciba el monto que se está pagando, podría resultar una actitud sumamente ordinaria y además es un tema de delicadeza.
Si se trata de una reunión al “estilo americano”, en la que cada uno paga su cuenta, lo correcto es que uno de los comensales se encargue del pago, luego cada cual abonará lo que le corresponde. Es de muy mal gusto que se hagan cuentas y prorrateos para ver cuánto consumió cada uno y peor si es en presencia de alguna dama. Una vez concluido el pago, el anfitrión es quien debe dar la señal de partida. Entiéndase como dar por finalizado el almuerzo o cena.
Cuando vamos a una función de teatro, debemos lucir radiantes, con un atuendo apropiado para la ocasión, lo que no significa que debamos vestir necesariamente trajes caros o de marca, se debe comprender que el gusto en el momento de llevar una prenda depende de cada uno, pero debe ir acorde con la ocasión.
Una de las cosas que debemos cuidar siempre es la puntualidad, en el teatro no está permitido ingresar una vez que el acto o función haya comenzado, en este caso será necesario esperar el primer intermedio para ingresar, evitemos esta molestia.
Durante la función, si es un concierto, no se debe canturrear queriendo demostrar que se conoce la melodía o compositor, ni tampoco seguir el ritmo con las manos, la cabeza o los pies, además de incomodar a los demás, se demuestra una ignorancia propia del que no tiene educación. Tampoco se debe comer ni beber, ni siquiera caramelos, el ruido de la envoltura causará molestias, además de ser una pésima muestra de mala educación. Se debe esperar el intermedio.
Si se trata de aplausos existen reglas concretas y por desconocerlas en ocasiones nos extralimitamos. Se aplaude cuando los artistas ingresan al escenario y cuando terminan su presentación. En un concierto se aplaude solamente entre un número y otro, nunca en medio de la partitura. Si es un concierto de piano, se aplaude solo cuando el pianista se para y hace una venia. Se debe esperar que el artista se haya levantado para inclinarse ante el público, dando por finalizada su interpretación. El artista es aplaudido todas las veces que hace una inclinación hacia los espectadores. Cuando vuelve a sentarse todos deben quedar en absoluto silencio.
No se debe conversar ni aún para elogiar al artista, hablar en tales casos es falta de educación y respeto a los demás y al mismo artista.
La impaciencia puede ocasionar momentos desagradables.
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sábado, 2 de abril de 2016
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