Las personas experimentamos dos tipos de miedo,
el primero se relaciona
con el miedo al mundo exterior y el segundo con el miedo al mundo interior.
En esta oportunidad, voy a hablar sobre este segundo tipo de miedo, que más bien lo definiría como un miedo
al conocimiento de nuestras propias emociones, pensamientos, creencias, potencialidades, recuerdos y, en última instancia, el miedo a nuestro propio destino.
Sentir miedo a conocer nuestro
mundo interior es hasta cierto
punto entendible; puesto que, con el pasar de los años tal vez hemos construido una imagen ideal de noso-tros mismos, donde ya no es posible concebirnos de otra forma. Así, muchas personas expresarán que son de una manera determinada y que no cambiarán por nada su forma de ser, denotando de esta manera cierta rigidez mental y principalmente un miedo al autoconocimiento.
Podríamos decir entonces que esta clase de temor puede considerarse como defensivo, ya que la persona estaría protegiendo su amor propio o se estaría protegiendo a sí misma; pero, por otro lado, estaría evitando conocer algo que podría hacerle sentir
hasta desprecio por ella misma. De esta manera,
el ser humano se va protegiendo, evitando cualquier conocimiento que le permita adquirir conciencia
de su propio ser y de algunas verdades que podrían resultar desagradables.
Entonces, muchas personas desearán “no saber”, porque de hacerlo tendrían que actuar, es decir ten-drían que hacer algo al respecto y esto atenta totalmente su seguridad y su zona de confort. Por ejemplo, cuando sabemos o conocemos sobre los múltiples casos de violencia nos sentimos inclinados a hacer algo al respecto, desde comentar u opinar sobre este hecho, publicar mensajes en las redes sociales o unirnos a alguna asociación que luche contra la violencia. Lo mismo sucede cuando nos conocemos a nosotros mismos; cuando sabemos nuestros sentimientos, pensamientos, creencias y potencialidades experimentamos la necesidad de hacer algo al respecto, pues ignorarlo sería algo que en el futuro nos podría hacer sentir culpables de nuestra propia cobardía.
Así, las personas evitan este conocimiento de su mundo interior, porque en el fondo están evitando la responsabilidad que esto conlleva. Por ejemplo, si una persona descubre una potencialidad o capacidad
en su ser, esto será muy positivo pero al mismo tiempo la persona experimentará temor a desarrollar o alimentar esta capacidad porque ello significa comprometerse con algo, significa asumir responsabilidades, salir de la zona de confort, y como enuncia la Terapia Cognitiva Conductual, esto a veces genera conductas de evitación relacionadas principalmente con el miedo.
La ciencia de la Psicología enuncia que el primer paso para poder mejorar nuestras vidas es conocernos a nosotros mismos, pero -a veces- las personas se aferran tanto a lo que han construido de sí mismas y tienen el gran temor de asumir responsabilidades sobre sus propias vidas, que olvidan el derecho a su propio crecimiento personal y también la oportunidad de construir o crear su propios destinos.
NOTA: Para cualquier consulta o comentario sobre la columna, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio al correo claudiamen@hotmail.com
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domingo, 15 de mayo de 2016
Lecturas sutiles Sobre el miedo al autoconocimiento
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