jueves, 26 de mayo de 2016

El cambio de lenguaje ayuda a tu ánimo

Todas las personas utilizan un lenguaje para pensar. Cuando vamos a tomar una decisión o enfrentar un problema traemos a nuestra mente pensamientos y palabras. Estas últimas pueden tener a su vez un fuerte efecto en nuestras emociones, por esto es importante aprender a utilizar las mismas para que estas mantengan estable nuestro estado de ánimo.

El psicólogo Daniel Vásquez asegura que si aprendemos a usar las palabras adecuadas podremos ser más realistas y sentirnos mucho mejor.

Para evitar el mal uso de la palabra en los pensamientos podemos seguir algunos consejos, como por ejemplo evitar las frases absolutas, entre ellas; nunca, jamás, siempre y cambiarlas por otras como; a veces, a menudo, de vez en cuando, etc.

Las palabras según el especialista se convierten en pensamientos automáticos que se pueden volver obsesivos. “Por ejemplo cuando decimos nadie me quiere, o no valgo nada o nunca creyó en mí, son creencias erróneas”, que están fuera de la realidad, menciona y sugiere que usemos palabras mas correctas como: generalmente no confía en mí o en una oportunidad no lo hizo.

El especialista señala que las personas se predisponen físicamente a sus pensamientos y es por eso que estos siempre deben ser positivos.

“Para tener una vida saludable debemos programar nuestras palabras y sentimientos y no caer así en pensamientos y comportamientos catastróficos”, dice.

Otra recomendación es que para tener más control sobre nuestras emociones pensemos como si tuviéramos el control verdadero de la situación y hacernos responsable de la misma.
Posición

corporal

Además del lenguaje la posición corporal también puede ayudar a mejorar el estado de ánimo.

Si en la vida de una persona se presentan momentos de angustia lo más normal es que se baje la cabeza y no se exprese energía. Uno de los trucos para salir de esta situación es el denominado método Alexander que consiste en mirar de frente y hacia arriba.

Cuando uno está triste lo ideal es mirar al techo, pues está comprobado por ejemplo que el llanto y la acción de mirar hacia arriba son incompatibles y por ello se deja el sentimiento de tristeza.

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