Zilu le preguntó a
Confucio:
- Si el rey Wen lo
llamase para gobernar el país, ¿qué es lo que haría primero?
-Aprender los nombres
de mis asesores.
-¡Qué tontería! ¿Es
ésta la preocupación de un primer ministro?
-Un hombre nunca
puede recibir ayuda de lo que no conoce -respondió Confucio. -Si él no entiende
a la Naturaleza, no comprenderá a Dios. De la misma manera, si no sabe quién
está de su lado, no tendrá amigos. Sin amigos, no puede establecer ningún plan.
Sin un plan, no es
capaz de dirigir a nadie. Sin dirección, un país se sume en las tinieblas, y ni
los danzarines pueden decidir con cuál pie van a dar el siguiente paso.
Entonces, una
precaución aparentemente banal -saber el nombre de quién va a estar a tu lado-
puede hacer una diferencia gigantesca. El mal de nuestro tiempo es que todo el
mundo quiere arreglar las cosas por sí solo, y nadie se da cuenta de que se
necesita mucha gente para lograr eso".
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