Dice el saber popular que la ignorancia es la base de la felicidad y, según la ciencia, esa afirmación no estaría mal encaminada. Un estudio de una universidad canadiense ha hallado el vínculo entre cuadros depresivos y el cociente intelectual. Concretamente, encontró la relación entre síntomas de tristeza y ansiedad social, con la preocupación, la rumia y la capacidad de procesar información, así como la inteligencia. Tras entrevistar a 125 estudiantes, el equipo del profesor Alexander Penney se dio cuenta de que aquellos sujetos que presentaban mayores muestras de preocupación eran también los que sacaban mejores notas en los tests que medían su inteligencia.
Evolución y conciencia.
Aseguran los expertos que la preocupación es una herramienta para la evolución de la especie y fundamental para su supervivencia; de ahí que los más inteligentes sean quienes buscan soluciones a los problemas que se plantean y que el pensamiento crítico sea, a día de hoy, un mecanismo fundamental para reclutadores y líderes de grandes empresas.
Sin embargo, el poder que poseen los más inteligentes, también tiene su lastre. Según este mismo estudio, los más astutos tienen tienden a tener mayor cargo de conciencia, puesto que tienen mejor memoria para recordar el pasado y se cuestionan cómo hubiesen podido actuar mejor.
Una postura que ya defendió Mihaly Csikszentmihalyi, uno de los pioneros en el estudio de la felicidad y padre de la Psicología Positiva. Él concluyó que quienes tienen un cociente intelectual más elevado suelen registrar también mayores signos de tristeza, puesto que los genios más destacados suelen ser también personas más sacrificadas y más solitarias. Así lo recogió en su libro Creatividad, para el que entrevistó a 91 gurús de diversas disciplinas, 14 de ellos poseedores de un premio Nobel.
Sabiduría
Otros análisis que vinculaban el cociente intelectual con la infelicidad aducían a la angustia de la existencia vital, la frustración por no alcanzar expectativas inicialmente planteadas o los propios reproches ante un error, puesto que la inteligencia no garantiza el éxito ante la toma de decisiones.
Según defiende el profesor Igor Grossman de la Universidad de Waterloo, deberíamos recuperar el concepto de sabiduría y diferenciarlo de la inteligencia. “Si uno se fija en la definición de sabiduría, mucha gente coincide en que es la capacidad para tomar decisiones de una forma imparcial”, explicó a BBC. El científico encontró en uno de sus estudios que quienes mostraban una mayor sabiduría registraban también mayores índices de satisfacción, además de una mayor calidad en sus relaciones personales, menores síntomas de ansiedad e incluso una mayor esperanza de vida.
Toma té negro
Sabemos que amas tu café de las mañanas, pero un cambio no te vendría mal. Además de no tener calorías, el té negro es conocido por su alto contenido de selenio, un mineral que estimula el buen estado de ánimo. Un consumo moderado (no más de tres tazas al día) te ayudará a sentirte mejor.
La preocupación es una herramienta para la evolución de la especie y fundamental para su supervivencia.
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