Cuatro semanas más tarde, en el transcurso dé una reunión en
privado, el instructor le preguntó al alumno «¿Cómo anda su problema?» « ¡ Está resuelto! «¡Estupendo! Pero, ¿cómo lo ha conseguido?» «He aprendido lo siguiente:
Cuando me en enfrento con un
problema que implica malentendidos con otras personas tengo que empezar primero por mí mismo.
Al examinar mi propia actitud mental, descubrí que era negativa. Resultó que el problema no estribaba en mi mujer...
¡sino en mí mismo! Al resolver mi problema, descubrí que ya no tenía ninguno con ella.» ¿Qué hubiera ocurrido si
Sócrates se hubiera hecho la siguiente reflexión: «Cuando me enfrento con un problema que implica un
malentendido con Xantipa, tengo que empezar primero por mí mismo»? ¿Y qué ocurriría si usted se dijera:
«Cuando
me enfrento con un problema que implica un malentendido con otra persona, tengo que empezar primero por mí
mismo»? ¿Sería su vida más feliz?
No obstante, hay otras muchas telarañas que obstaculizan la felicidad.
Y lo más curioso es que el mayor obstáculo
está constituido por el propio instrumento de nuestro pensamiento: las palabras. Las palabras son símbolos, tal
como nos dice S. I. Hayakawa en su libro. Descubrirá usted que un símbolo de una palabra puede significar la suma
total de una combinación de innumerables ideas, conceptos y experiencias. Comprobará también, a medida que
vaya leyendo
La actitud mental positiva: un camino hacia el éxito, que el subconsciente se comunica
inmediatamente con la conciencia mediante símbolos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario