Uno de los soldados de Napoleón cometió un crimen -la historia no cuenta cuál- y fue condenado a muerte.
En la víspera del fusilamiento, la madre del soldado fue a implorar para que la vida de su hijo fuese preservada.
- Señora mía, lo que su hijo ha hecho no merece clemencia.
- Lo sé -dijo la madre. -Si la mereciera, no sería realmente un perdón. Perdonar es la capacidad de ir más allá de la venganza o de la justicia.
Al escuchar estas palabras, Napoleón conmutó la pena de muerte por el exilio.
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lunes, 19 de marzo de 2012
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