El abad Abraham supo que cerca del monasterio de Sceta había un sabio. Fue a buscarlo y le preguntó:
- Si hoy encontrara usted una bella mujer en su cama, ¿conseguiría pensar que no es una mujer?
- No-, le respondió el eremita-, pero sabría controlarme.
El abad continuó:
-¿Y si descubriera monedas de oro en el desierto, podría contemplar este oro como si fueran piedras?
- No. Pero sabría controlarme para dejarlo en su lugar.
Insistió Abraham:
- Y si a usted lo buscaran dos hermanos, uno que lo odia y otro que lo ama, ¿lograría pensar que los dos son iguales?
Dijo el ermitaño:
- Aunque sufriera, trataría al que me ama de la misma manera que al que me odia.
Aquella noche, al regresar a su monasterio de Sceta, Abraham le comentó a sus novicios:
- Les voy a explicar lo que es un sabio. Es aquel que en lugar de matar sus pasiones, consigue controlarlas.
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sábado, 10 de marzo de 2012
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