miércoles, 25 de enero de 2023

¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL EL ÉXITO?

 Somos, cada uno de nosotros, un milagro. En lo más interno de nuestro yo, el piloto de la luz de la esperanza jamás llega a extinguirse. Mecánicos, ejecutivos, agentes de ventas, estudiantes, modelos, escritores, carpinteros, operadores de computadoras, propietarios de tiendas, empresarios, pizcadores de fruta, corredores de bolsa, amas de casa; todos, hasta cierto grado, nos abandonamos a los mismos sueños y deseos: vernos libres de toda necesidad, habitar en una casa mejor, no deberle nada a nadie, conducir ese elegante automóvil último modelo, comer en un restaurante elegante de vez en cuando, ir de vacaciones a lugares exóticos, contar en nuestro guardarropa con prendas de vestir con la firma de algún diseñador, enviar a nuestros hijos a las mejores escuelas. ¿Y por qué no? ¿Acaso desde el momento en que nacimos, no se nos ha dicho que vivimos en una tierra de oportunidades ilimitadas?

¿Por qué no? La respuesta es obvia, pero dolorosa. La inmensa mayoría de nosotros ¡no tiene absolutamente la menor idea de cómo empezar a convertir esos sueños en realidad! Sin lugar a duda, usted posee los instrumentos necesarios para crear una vida magnífica, pero ¿de qué le sirven ... si no sabe cómo usarlos? ¿Y cómo puede usted crear una vida digna de vivirse, sin contar con algún plan o programa de acción detallado?

Ni una sola vez, en la escuela primaria, en la secundaria o en la preparatoria, y ni siquiera en las más venerables aulas de enseñanza superior lo instruyeron sobre las simples técnicas para fijarse metas, para motivarse a sí mismo y a los demás, para hacer frente a la adversidad, para eliminar los hábitos de autoderrota, para aprovechar el tiempo en forma ventajosa, para practicar el poder de elección, para desarrollar la confianza en sí mismo, para llevar a cabo las cosas que teme hacer, para generar entusiasmo a voluntad, para organizar su vida, para acumular riquezas, para lograr que los demás le den lo que usted desea, para tener la apariencia de un ganador, para guiar a sus hijos, para hacer frente a las tensiones, para apreciar todo lo bueno que se tiene...- y tantas cosas más. El hecho de que de algún modo se las haya arreglado para sobrevivir es un tributo a su fe y a su valor.

Y no obstante, aun cuando seguimos adelante, nos vemos acosados por nuestras deficiencias. Estamos vívida y dolorosamente conscientes de ellas cada vez que encendemos el aparato de televisión o tomamos un periódico o una revista. Valerosamente, tratamos de aparecer indiferentes a la opulencia y el éxito de tantos otros, pero nos vemos obligados a reconocer, aun cuando sólo sea en nuestros más oscuros momentos de introspección, que Hendrik van Loon estuvo en lo cierto cuando escribió: "En la historia, como en la vida, lo que cuenta es el éxito".

Y bien, ¿acaso es ya demasiado tarde para tratar de llegar a ese círculo dorado o para ir en busca de las rosas? ¿Acaso tiene que refugiarse en su pequeño rincón empolvado de autocompasión, dejando simplemente que el mundo lo pase de lado? ¡No! ¡Jamás!


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