jueves, 27 de enero de 2011

Sencillez una fuente de Energia

Cuanto más complicada es nuestra vida, más fuerzas gastamos en mantenerla. En cambio, cuando la simplificamos, recuperamos la vitalidad. Los objetos superfluos, las actividades continuas y las prisas innecesarias desgastan nuestros nervios y fuerzas. ¡Mantén esos “ladrones de energía” a raya!
Para Luisa, da igual que sea lunes o jueves, o incluso el fin de semana. Por las mañanas debe hacer un esfuerzo enorme para librarse de las sábanas, poner en marcha “su motor interno” y comenzar una nueva jornada.
Todos los días, o la mayoría, le sucede lo mismo. Ya está cansada de sentirse cansada.
Durante el día, Pedro se desespera para poder cumplir sus obligaciones y mantener su cuerpo y mente “en funcionamiento”. A diario comprueba cómo se “alargan” las horas posteriores a la comida hasta hacerse eternas. Al anochecer lucha consigo mismo para evitar la tentación de “desmayarse” en el sofá o irse directamente a la cama. Se siente permanentemente fatigado.
Aunque han acudido al médico y ya han comprobado que se encuentran sanos y que su falta de energía
no se debe a problemas orgánicos de salud, tanto Luisa como Carlos continúan sintiéndose sin fuerzas, y con
creciente desgano. Tampoco están deprimidos, según los psicólogos que ambos han consultado. ¿Entonces,
cuál es el origen de su cansancio?
Largas jornadas bajo la luz artificial. Adicción sedentaria a ver la televisión. Abuso de café y otras bebidas
con cafeína como los refrescos. Falta de sueño, ejercicio y descanso. Consumo excesivo de azúcar o alcohol.
Estrés o aburrimiento. Contacto asiduo con personas negativas. Trasnochadas continuas.
“Éstas son algunas de las actividades y costumbres que nos roban la energía vital y nos dejan más cansados,
desganados y sin las fuerzas necesarias para afrontar las actividades de todo el día”, según la psicoterapeuta
Elena Villalba.
Pero según esta experta, también existe otro gran “enemigo de la vitalidad”, que suele pasarnos inadvertido
y que nos conviene evitar: “el exceso de actividades, objetos y urgencias que invaden nuestra existencia y
cuya atención consume buena parte de nuestras energías mentales, emocionales y físicas”.
Explica que “la mejor manera de desactivar este ladrón de energía consiste en recuperar la sencillez en
nuestra vida, así como en desacelerar nuestra existencia y quitarle las complicaciones, para volverla más
simple, llevadera y gratificante”.
La especialista apunta que “cuánto más se complica nuestra vida, más se acelera, porque se
llena de ideas, objetos, obligaciones, necesidades, actividades y ‘cosas por hacer’. Todo esto nos insume
más horas e intentamos mantenernos bailando en el aire sin que se caiga como un prestidigitador
que corre de aquí para allá”.
El poder de lo simple y de lo lento Para la especialista, “una de las razones de que vayamos a todas partes de prisa y corriendo, con la sensación de que no llegamos ni podemos con todo, es que dedicamos demasiado tiempo y energía a algunas actividades, que pueden durar mucho menos, con un poco de simplificación y organización”.
Apunta que “al concentrarlas y efectuarlas en un mínimo razonable de veces al mes, nos ahorramos los desplazamientos, que también nos obligan a ir más de prisa”.
Para recuperar las fuerzas, según Villalba, también es importante salir de la confusión. “A veces nuestra vida está demasiado ocupada, estresada y se desperdicia en detalles sin importancia.
Hay que evitar las distracciones triviales, materiales o de otro tipo, enfocarse en lo que es esencial
para uno mismo y recordar a Platón: “Para seguir nuestra propia dirección, debemos simplificar la
mecánica de nuestra ordinaria vida cotidiana”.
La experta aconseja simplificar nuestras posesiones para poder manejarlas con sencillez, librarnos de
los compromisos que nos impiden hacer lo que realmente deseamos y dejar de hacer aquello que nos
sentimos forzados a hacer. “Se trata de dejar de ser esclavo de nuestra agenda, procurando trabajar menos
y disfrutar más. En definitiva, para tener más vitalidad hay que bajar de revoluciones”.
Para simplificar la existencia hay que reducir el desorden, según Villalba. “Si uno revuelve su casa y se
desprende de lo que no le sirve (muebles, ropa, libros, discos...), le será más fácil mantener la casa limpia y en orden, y encontrar lo que busca. Para lograrlo es útil la regla de “si no lo has utilizado durante un año o más, deshazte de ello”.
A partir de allí y para evitar volver a cargarse de objetos, la experta sugiere cerrar las puertas a lo innecesario. “No hemos de permitir que ningún objeto entre a nuestro hogar, a menos que literalmente lo amemos, y lo conservaremos hasta que no admita más reparaciones.
Demasiados cachivaches acaban por sofocarnos: comprarlos, mantenerlos, asegurarlos, almacenarlos
y ordenarlos, nos quita demasiado tiempo y energía”.

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