martes, 2 de mayo de 2017

Procrastinación: Cuando el miedo y la culpa toman el control

Estudiar un examen el día de antes, aplazar una cita importante en el trabajo o dejar un proyecto de final de carrera para el año siguiente son algunos ejemplos de lo que se conoce como procrastinación.

Esta palabra, cada vez más instaurada en nuestro lenguaje, hace referencia a la acción de aplazar una actividad urgente o necesaria para dedicarnos a otra más agradable, aunque menos relevante.

Cuando hablamos de procrastinar, hay que diferenciar entre aquellas personas que lo hacen de manera puntual, algo que es bastante común, y aquellas que se lo han planteado como un estilo de vida.

Al procrastinar, “tenemos miedo a enfrentarnos a una determinada cosa que puede ser muy abrumadora, difícil, compleja o aburridísima, pero sabemos que la tenemos que hacer porque es importante y nos evadimos con miles de actividades placenteras, dejando para mañana lo que podríamos hacer hoy”. Así define este término la psicóloga Silvia Arcas.

Miedo a tomar decisiones

Aunque se ha identificado con personas vagas, la procrastinación, tal y como explica Arcas, no es tanto una cuestión de pereza, como de miedo. “Es como una bola de nieve, cuanto más me evada, más crecerá el problema”, matiza.

No realizar una actividad importante que se está aplazando indefinidamente traerá consecuencias negativas para la persona y finalmente se hará en última instancia, deprisa y muchas veces mal.

Una vez completada esta actividad, el precio que se ha pagado de desazón, de culpa y de sentimiento de fracaso es realmente excesivo.

“Tenemos miedos muy focalizados a situaciones concretas. Hay personas con una capacidad de afrontamiento óptimo en situaciones como los estudios o la familia y, sin embargo, en el trabajo derogan indefinidamente”, explica Arcas.

Esto también se relaciona con los recursos que nosotros creemos que tenemos para hacer frente a los problemas porque, según señala esta psicóloga, nos estresamos cuando creemos que las demandas del ambiente son excesivas y pensamos que no tenemos recursos para hacerlas frente, aunque a veces esto es consecuencia de una baja autoestima.

La persona puede estar metida en un círculo de ansiedad tal que compulsivamente realiza tareas para distraerse, como puede ser el uso Internet o de Whatsapp, irse de compras o comer de forma compulsiva, por lo que, como consecuencia de ese temor a enfrentarse a la vida, se genera una adicción, de acuerdo con Silvia Arcas.

Alto nivel de exigencia y baja autoestima, claves de la procrastinación

La sociedad ejerce una importante presión en nuestra autoestima porque, en cierta manera, se espera que tengamos una vida llena de éxitos. Sin embargo, debemos asumir que las cosas llevan un esfuerzo y que solo las personas que se atreven a fracasar pueden alcanzar el éxito.

“Muchas veces nos asustamos porque vemos las tareas de una manera globalizada, pero debemos verlas como una sucesión de acontecimientos que finalmente nos conducen a un objetivo”, apunta Silvia Arcas.

Tampoco sabemos diferenciar siempre entre las cosas que son verdaderamente urgentes o imprescindibles, las que son simplemente importantes y aquellas que forman parte del ocio.

Evidentemente, debemos decantarnos prioritariamente por lo más urgente, resolverlo y, a continuación, dedicarnos a lo importante.

Hay mucha frustración, incluso en personas inteligentes y con recursos, porque aunque consiguen hacer en el último momento lo que se habían propuesto, queda un sentimiento de culpa y sensación de falta de voluntad.

“Hay personas que están enfrentadas a muchísimas demandas, a veces porque son muy perfeccionistas, y no tienen idea de dónde están sus verdaderos límites”, destaca Arcas.

“Otras veces -añade- nos importa tanto que nos quieran, nos aprueben, nos refuercen y nos consideren importantes que queremos dar gusto a todo el mundo y no siempre se puede”.



LAS 6 CLAVES DE HARVARD PARA DEJAR DE PROCRASTINAR

Procrastinar genera trabajos en condiciones ampliamente mejorables, tareas mal realizadas y trabajadores estresados sin ninguna necesidad. Por lo tanto, debe ser desterrada de la vida de estudiantes y profesionales cuanto antes. La Universidad de Harvard propone 6 claves para dejar de procrastinar:

Piensa en las consecuencias

Ser consciente de lo que pasa cuando dejas todo para último momento te ayudará a dejar de hacerlo. La posibilidad de perder un examen, reprobar una materia, disgustar a tu jefe o hacer que tu empresa pierda un cliente debería ser fundamento suficiente para que realmente aproveches todo el tiempo que tienes en realizar tus tareas de la mejor forma posible.

Cree que puedes empezar ahora mismo

Creer en ti y en tus propias capacidades es vital para que encares las tareas apenas las recibes en lugar de archivarlas por un tiempo. Debes pensar que cuanto más demores en iniciarlas peor te verás tanto ante tus compañeros como ante tus superiores. Si tú no crees en tus capacidades, ellos tampoco lo harán.

Descubre lo que te retrasa

Es una buena idea preguntarte qué es lo que te está retrasando para que decidas no iniciar la acción que te solicitan. Reconocer por qué te demoras podrá ayudarte a cambiar este hábito.

Une lo que no te gusta con lo que sí

¿No te agrada la idea de comenzar esta tarea? Puedes iniciarla acompañada de algo que te gusta, por ejemplo escuchar música o tomar un café. También puedes generar un ambiente que te resulte agradable para que la sensación de estar haciendo algo que no te agrada del todo disminuya y puedas centrarte en completar tu tarea.

Minimiza el problema

Si te parece que te enfrentas a una tarea demasiado compleja te costará más iniciarla, por eso, es necesario minimizar el problema. Con esto no queremos decir que debas subestimarlo, sino tomarlo por lo que es: una tarea que te asignaron porque creen que eres capaz de cumplirla, entonces, debes iniciar cuanto antes tus actividades para demostrar que puedes hacerlo.

Consigue un compañero

Está demostrado que los equipos se organizan de mejor modo a la hora de realizar tareas. Compartir tus tareas con otra persona te hará, por lo tanto, dejar de dilatar lo inevitable. Esto no quiere decir que busques a alguien que te ayude a hacer lo que te encargaron a ti, puedes simplemente encontrar un compañero a quien comentarle la tarea que tienes por delante y esperar que él comente las suyas, así, inevitablemente te sentirás más presionado a ponerte en marcha. Comparar es una gran herramienta para dejar de procrastinar, pues crea la idea de que otros avanzan en sus responsabilidades mientras nosotros nos estancamos.



ESPECIALISTA

Cristina Rubín de Celis E. Psicóloga de Psicoconsulting y docente de la Universidad Mayor de San Simón.

(cris449@hotmail.com)

La procrastinación es una conducta donde el sujeto suele postergar cierto tipo de acción o situación, tiene problemas con la autorregulación y con la organización del tiempo. Como presenta las mismas características en varios sujetos, varios autores la perciben como un síndrome donde el sujeto pospone la responsabilidad de realizar cierta acción sobreponiendo otras situaciones o actividades de menor importancia. Esta conducta es repetitiva, por lo que se convierte en costumbre y va necesitando agentes externos para enfocarlos como pretexto para evadir cierta responsabilidad.

Se ha tomado en cuenta a la procrastinación como resistencia a realizar actividades que movilizan el inconsciente del ser humano. No necesariamente esta conducta se presenta en personas depresivas o con baja autoestima o con déficit atencional, se podría decir que, procrastinamos en ciertas ocasiones que generan presión sobre nosotros para tomar decisiones importantes, o al realizar actividades donde involucramos tiempo y dedicación y de alguna manera se exige nuestra perfección, el miedo al fracaso o a no tener el éxito esperado es uno de los principales motivos.

De acuerdo a la clasificación de varios autores, existen dos tipos de sujetos que procastinan:

• Los Procrastinadores eventuales, cuya actitud evasiva o resistente no se repite habitualmente, solo en ocasiones de mucha presión.

• Los Procrastinadores crónicos, cuya conducta evasiva o resistente es constante y repetida en el tiempo, estos son los que generalmente involucran constantemente agentes externos, redes sociales, internet, celular, televisión, computadora, juegos en red o acumulan ( o programan) varias actividades o compromisos hasta último plazo o en el mismo día.

En esta última clasificación, están inmersos por ejemplo los estudiantes, que deben presentar trabajos, exámenes importantes; personas que deben ir a reuniones, presentar facturas, comprar regalos, o comprar algún objeto importante, incluso realizar trámites.

Para dejar de procrastinar, es importante lograr una adecuada organización del tiempo, incluso se podría utilizar una agenda de actividades, o colocar una alarma en el teléfono que ayude a organizar las actividades de mejor manera. Lo que recomiendo es que si son procrastinadores crónicos, asistan a consulta psicológica, para terapia cognitivo conductual donde se darán estrategias de autocontrol.

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