Cada vez hay más personas en el mundo que viven solas: de 153 millones en 1996 se pasó a 277 millones en 2011. En España, el 24,8% por ciento de los hogares están compuestos por una única persona, mientras que en Estados Unidos, alrededor de 31 millones de habitantes viven sin compañía alguna. Sin embargo, aunque la soledad es un fenómeno social que no para de crecer, todavía existe una creencia irracional muy extendida que dice que “estar solo” es algo malo, y son aún muchas, las personas que todavía la evitan.
Los seres humanos necesitamos unos de otros: somos criaturas sociales a las que nos gusta vivir en comunidad y compartir experiencias con los demás, por lo que socializar y conversar con otros son herramientas imprescindibles para forjar amistades y crecer como personas. Sin embargo, no podemos estar todo el tiempo en contacto con nuestros semejantes: necesitamos retirarnos para asimilar lo que hemos vivido a través de los demás para así lograr un buen equilibrio. El problema es que no estamos acostumbrados a gestionar la soledad como algo positivo. Tenemos miedo de enfrentarnos a nuestros pensamientos, temores, dudas y frustraciones. No queremos indagar en nosotros mismos por miedo a lo que podamos encontrar en nuestro interior.
Por eso, es muy importante desarrollar la capacidad de estar solo. Aprender a estar con nosotros mismos, sin más compañía que la de nuestros pensamientos puede convertirse en una experiencia muy agradable y enriquecedora. La soledad es un estado necesario para restablecer un nuevo orden. Nos ayuda a calmar la mente y a identificar las propias sensaciones, sentimientos y necesidades. En soledad nos reconectamos con nuestras emociones, ponemos en perspectiva nuestros miedos y apegos, y descubrimos recursos que creíamos no poseer.
Además, tampoco es cierto que la soledad sea sinónimo de aislamiento. Podemos pasar mucho tiempo solos y, sin embargo, no estar aislados. Hacer actividades en solitario no implica que tengamos que quedarnos encerrados en casa y abstenernos de hacer cosas que nos hagan disfrutar. Ir solos a ver un museo, al cine o a comer a un restaurante no tiene por qué ser menos entretenido que cuando lo hacemos acompañados.
Un estudio publicado en the Journal of Consumer Research ha comprobado que las personas disfrutan de ciertas actividades en solitario tanto o más como si las hiciesen en grupo. Además, el mismo estudio halló que el miedo que tienen las personas, de ser juzgadas y etiquetadas de forma negativa por los demás si son vistas disfrutando de tiempo libre a solas, es únicamente, un temor infundado, fruto de la tendencia que tenemos a creer que somos más observadas de lo que en realidad ocurre.
Por eso, es hora de deshacernos del estigma de la soledad y de encontrar el sentido y el placer de estar con nosotros mismos. Es imprescindible buscar un espacio donde poder parar y tomar un descanso de la interacción constante. Un espacio al que podamos recurrir para quitarnos el peso del día a día, recargar fuerzas y recuperar nuestro poder personal.
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