lunes, 19 de enero de 2015

Comenzar el año sin estres

En la actualidad pareciera que sufrir de estrés es normal, en éste contexto es muy frecuente escuchar a las personas decir “estoy estresado”, pero la pregunta que deberíamos hacernos es ¿qué debo hacer para evitar el estrés? o por lo menos minimizar sus consecuencias.

A continuación para poder comprender con mayor exactitud lo que es el estrés Pilar Gamboa Mgr. en programación neurolingüística y neuropsicología clínica indica que Inicialmente, el término denominado “homeostasis” hace referencia a aspectos fisiológicos, y biológicos del organismo, y tiene que ver con la capacidad de autorregulación del organismo. Puede decirse que la homeostásis, en éste ámbito, se refiere, a la necesidad inherente del ser humano de conseguir una estabilidad psicológica dinámica.

De esta manera, cuando hablamos de estrés, se puede decir que este equilibrio ha sido afectado, y por lo tanto, repercute de cierta manera en la persona, provocando un desequilibrio físico, emocional y mental.



NIVELES DE ESTRES

La experta indica que existen diferentes niveles de estrés, uno se denomina estrés agudo que es la forma más común. Los síntomas generalmente se presentan algo confusos, ya que puede haber una combinación de irritabilidad, ansiedad y desequilibrio emocional. Físicamente, el estrés se va a manifestar con dolor de cabeza, tensión muscular y molestias estomacales.

El otro nivel es el estrés crónico, que tiene como característica el ser continuo y de larga duración; a nivel psicológico el efecto es el de un nivel alto de ansiedad y depresión. En lo físico aparecen una serie de enfermedades que derivaran en un deterioro evidente de la salud.

En general, los síntomas del estrés pueden ser variados, con mucha probabilidad puede subir la presión arterial provocando taquicardia, mareos, migrañas, sudoración en la palma de las manos, dificultad respiratoria, etc.



CAUSAS Y CONSECUENCIAS

Para tratar el estrés es importante conocer las causas, muchas veces se minimiza el problema aseverando que pronto pasará; es cierto que en algunos casos el estrés es pasajero y por lo tanto los síntomas también desaparecen cuando la causa que lo provocó se desvanece. Sin embargo son muy variadas las situaciones que pueden provocar estrés y en la actualidad las personas están expuestas a una serie de presiones que si no se cuenta con la tolerancia y actitud positiva suficiente el individuo estará expuesto a sufrir de éste mal que disminuye la calidad de vida en gran manera.

“Las personas más vulnerables al estrés son aquellas que llevan un ritmo de vida muy intenso, se caracterizan por ser competitivas, sienten la necesidad de estar alerta frente a muchos estímulos diferentes, y carecen de una adecuada autorregulación en el manejo emocional”, dice Gamboa.



LAS ETAPAS DEL ESTRES

Generalmente el estrés se puede manifestar en tres etapas que se puede identificar con facilidad. La primera tiene que ver con una acumulación de tensión corporal que se manifiesta en dolor en cuello, hombros, espalda, que suele rigidizarse. En la segunda etapa se evidencia con síntomas de ansiedad, fatiga y algunas enfermedades empiezan a manifestarse. En la tercera etapa, denominada también de agotamiento, el organismo se siente desbordado, y aparecen las señales de un cansancio extremo donde aparecen y se instalan muchas enfermedades psicosomáticas por que el sistema inmunológico se encuentra deprimido, explica la experta.



CÓMO CONTROLAR EL ESTRÉS

“Si bien la vida se caracteriza por constantes cambios, para los que el individuo debe prepararse, la forma en que reaccione ante los estresores, depende de la personalidad y las herramientas que posee para enfrentar la misma, es por ello que una misma situación estresante no provoca las mismas reacciones en diferentes personas”, explica.

“Tener un estilo de vida saludable, que involucre una alimentación sana, rutina de ejercicios, actividades de esparcimiento, (como por ejemplo escuchar música, bailar, ir al teatro, etc.), tener buenas relaciones interpersonales, organizar y planificar las actividades rutinarias y de trabajo, y otras, de distinta índole, posibilitan manejar adecuadamente el estrés. Cuando se tiene hábitos saludables las condiciones son más favorables para enfrentar situaciones estresantes, sean estas cotidianas o fortuitas”, asegura.



EL ESTRÉS EN LA SOCIEDAD ACTUAL

El estrés no es un tema reciente, ha sido estudiado desde hace muchos años, lo que acontece ahora es que se le atribuye mayor importancia, ya que en la actualidad se lo considera como un tema de salud pública, especialmente en el ámbito laboral.

“Es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud, en investigaciones que realizaron a cerca de la salud de los trabajadores, reconocieron el estrés como una de las enfermedades de mayor relevancia, por las dimensiones que tiene. Se ha señalado que debe tratarse como un problema de salud pública”, indica Gamboa.

“Los factores estresores tienen que ver con todos los eventos vitales del ser humano y por lo tanto cualquier reajuste o cambio que deba hacer la persona le expone a sufrir de estrés. Cabe señalar que estos factores estresores son neutros, y son las personas, por sus características personales las que le asignan un significado. Por lo tanto, la reacción de una persona por ejemplo, frente a una actividad aparentemente pesada puede ser muy diferente a la de otra que perciba en aquella exigencia una fuente de gratificación y desafío”, indica.



EL ESTRÉS Y LA EDAD

El estrés no puede ser considerado como un tema que tenga que ver exclusivamente con los adultos. Los niños y los adolescentes también pueden padecer de esta afección. Cada etapa del desarrollo tiene sus propias crisis de adaptación y cambio que supone enfrentarse a nuevas situaciones, incluso las que exigen cambios pequeños pueden tener un impacto en los sentimientos de seguridad y confianza, por lo tanto, es muy importante el apoyo de los padres o personas encargadas para enseñarles a lidiar con situaciones displacenteras.

Los signos de estrés en los niños se manifiestan con síntomas físicos y emocionales. Se pueden evidenciar pesadillas, enuresis, alteraciones del sueño, cambios en los hábitos alimenticios, miedos que antes no tenían, lloriqueos sin razón aparente, rabietas, comportamiento agresivo, regresión de etapas ya superadas y otros.

En los adolescentes y jóvenes del mismo modo son variadas las situaciones que pueden provocar estrés. Los estudios, fracasos académicos, pensamientos negativos sobre sí mismos, problemas económicos, separación de los padres, expectativas de su entorno social y otros, concluye la psicóloga Gamboa.

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