El viejo trabajó toda la vida. Cuando se jubiló, compró una hacienda -para que su hijo la administrara- y decidió pasar el resto de sus días en la galería de la casa principal.
El hijo trabajó durante tres años. Entonces comenzó a sentir rabia.
- Mi padre no hace nada -le decía a los amigos. -Se pasa la vida mirando el jardín y deja que yo trabaje como un esclavo para poder alimentarlo.
Un día, decidió acabar con la injusta situación. Construyó una gran caja de madera, fue hasta la galería y dijo:
- Papá, por favor métase ahí.
El padre obedeció. El hijo puso la caja en su camión, y fue hasta el borde de un precipicio. Cuando se preparaba para arrojarla hacia abajo, escuchó la voz del padre:
- Hijo mío, puedes tirarme por el despeñadero, pero guarda la caja. Estás dándole este ejemplo a tus hijos, y con toda seguridad van a necesitar usarla contigo.
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viernes, 24 de febrero de 2012
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