Un día, en pleno auge de la Depresión, se enteró de que los japoneses estaban produciendo hermosas
perlas cultivadas. ¡Aquello era de calidad y se podía vender a un precio muy inferior al de las perlas naturales!
Joe «vio» una gran oportunidad.
A pesar de hallarse en medio de la Depresión económica, él y su esposa
Esther vendieron cuanto tenían y se trasladaron a Tokio. Llegaron al Japón con menos de 1.000 dólares... pero
tenían sus planes y grandes cantidades de AMP. Consiguieron una entrevista con el señor K. Kitamura,
presidente de la Asociación de Comerciantes de Perlas del Japón. Joe apuntaba alto. Le expuso al señor
Kitamura su plan para la comercialización de las perlas cultivadas japonesas en los Estados Unidos y le pidió
un crédito inicial de 100.000 dólares en perlas.
Era una suma fabulosa, sobre todo en aquel período de la
Depresión. No obstante, al cabo de varios días, el señor Kitamura se mostró de acuerdo.
Las perlas se vendieron muy bien. Los Goldstone llevaban camino de hacerse ricos. Algunos años más tarde,
decidieron crear su propio cultivo de perlas, cosa que hicieron con la ayuda del señor Kitamura
Una vez más,
«vieron» una oportunidad donde otros no habían visto nada. La experiencia demostraba que el índice de
mortandad de las ostras en las que se introducía artificialmente un objeto extraño era superior a un 50 por
ciento.
«¿Cómo podemos eliminar esta pérdida tan grande?», se preguntaron.
Tras realizar numerosos estudios, los Goldstone empezaron a aplicar a las ostras los métodos empleados en
las habitaciones de los hospitales. El exterior de las conchas se rascaba y se frotaba para reducir el peligro de
infección de la ostra.
El «cirujano» utilizaba un líquido anestésico que relajaba a la ostra. Después introducía en
cada ostra una diminuta bolita que sería el núcleo de la perla que se iba a formar. La incisión se practicaba con
un escalpelo esterilizado. Después la ostra se colocaba en una jaula y la jaula se sumergía de nuevo en el
agua. Cada cuatro meses, se izaban las jaulas y se sometía a las ostras a un control. Gracias a estas técnicas,
las ostras sobrevivieron en un 90 por ciento, produjeron perlas y los Goldstone llegaron a amasar una fabulosa
fortuna.
Vemos una y otra vez de qué manera los hombres y las mujeres han alcanzado el éxito, tras aprender a
aplicar la percepción mental.
La capacidad de ver es algo más que el proceso físico de captar los rayos de luz
a través de la retina del ojo. Es la capacidad de interpretar lo que se ve y de aplicar la interpretación a la propia
vida y a las vidas de los demás.
El hecho de aprender a ver le permitirá descubrir oportunidades en cuya existencia jamás hubiera soñado.
No obstante, para alcanzar el éxito a través de una AMP, se necesita algo más que el aprendizaje de la
percepción mental. Tiene usted que aprender también a poner en práctica lo que aprenda. La acción es im-
portante porque con la acción se consigue sacar adelante las cosas.
No espere más. Lea El secreto para conseguir hacer las cosas en el siguiente capítulo y suba otro peldaño
de la escalera del éxito a través de una AMP.
No hay comentarios:
Publicar un comentario