miércoles, 20 de julio de 2011

La envidia corroe alma y cuerpo

Diariamente convivimos con ella, en algunas circunstancias nos atrapa y en otras luchamos en su contra de manera contundente. Con frecuencia quedamos desvalidos frente a las situaciones que genera.

- Mi amor, ¿te distes cuenta de que el jardín de la vecina tiene más flores que el de nosotros?
- No es justo que mi compañero gane más que yo.
- Los hijos de Roxana se creen los muy educados, pero los míos son mejores.
- Orlando se acaba de comprar un nuevo auto. ¡Me gustaría ser él!
- Sandra obtuvo un ascenso en la empresa, nadie se dio cuenta que era yo quien lo merecía.
- Me da una rabia ver gente que se cree muy buena. Pero la verdad es que no hay quien hable con ellos. ¡ja!
- Hay que ver el auto que se compró el nuevo vecino del barrio, ¿de dónde sacará tanto dinero si no se lo ve trabajar?

Tiene nombre
El siquiatra Luis Alberto Roca señala que este tipo de expresiones corresponden al concepto que recibe el nombre de envidia, un sentimiento bastante común, algo universal que todos llevamos y que, para bien o para mal, nos acompaña a lo largo de la vida y en cualquier lugar y situación, ya sea en la fuente laboral, entre amigos, e incluso en la familia. Y si no se consigue dominarlo puede ser altamente autodestructivo, con repercusiones no solamente a la salud mental, sino a la física en general.

Falta de amor
El administrador de empresas, Fernando Tarradelles, considera que la envidia es desear tener lo que uno no tiene y poseer lo que tienen otros, es falta de amor, de valorarse uno mismo, falta de cariño en el entorno familiar, de seguridad y de identidad. Si nos vamos al plano espiritual se observa que el amor no es envidioso, al contrario, es benigno, todo perdona.

Causa de sufrimientos
Para el siquiatra Nils Noya Tapia, la envidia es un sentimiento negativo del que se habla poco y se sufre poco o mucho. Se trata de un tipo de reacción que tiene la mayoría de los seres humanos y de las cuales pueden surgir las mayores aberraciones en la relación social

Destrucción
Por el simple hecho de envidiar la felicidad de una familia, no faltan quienes acuden a los brujos, a realizar ‘trabajos de magia negra’ para destruir la armonía de ese hogar que nada tiene que ver con los problemas ajenos, comenta el profesor Lorenzo Menacho.
Y aunque parezca un caso extremo, por un acto de envidia, se ha llegado a rayar la pintura de un automóvil nuevo, relata el contador Arnulfo Céspedes.

Comienzos
Diversas investigaciones en sicología indican que la envidia comienza a cobrar forma, como algo totalmente natural, en los primeros años de vida, cuando el niño empieza a relacionarse con el grupo familiar y social. El chico busca a toda costa conseguir lo que no posee o cree que no puede obtener. Esto se manifiesta con las clásicas pataletas y rabietas que ponen en aprieto a los padres.

Educación
Noya aconseja controlar este tipo de actitud desde la infancia. Y la responsabilidad es absolutamente de los padres. Es necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas y enseñarles a dar, a fin de que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y controlar las conductas impulsivas. De esta forma aprenderá a respetar las diferencias y valorar sus propias cualidades, o sea, empezará a madurar.

El problema viene después
Si al niño que ha pasado por episodios de envidia constante, nadie de la casa le ha calmado esta ansiedad, crecerá con sentimientos de frustración y de vacío y será un adulto envidioso, contaminado por el rencor a los éxitos ajenos, incluso de su propia pareja y amistades, llegando su vida a ser un verdadero tormento.
Los expertos en conducta humana indican que el reconocimiento de que algunas situaciones o personas provocan envidia ‘es positivo’, porque ayuda a reflexionar, corregir y aceptar las limitaciones propias.

Atracción negativa
La comunicadora social Rosario Justiniano considera que los efectos de la envidia, como todo sentimiento negativo, tiene una especie de ley de atracción hacia lo malo, cuando el pensamiento debería estar orientado hacia lo ‘positivo’.
“Para no caer en la trampa de la envidia, el camino a seguir es mejorar nuestra autoestima, a través del trabajo interno, lo que nos va a dar la certeza de que podemos lograr nuestros objetivos en la medida en que trabajemos sobre ellos. Cada ser humano tiene ‘un don irrepetible’ que en el camino de la vida lo va a ir descubriendo, en la medida que esté ‘en contacto con su interior’, donde están todas las respuestas que buscamos, que a veces erróneamente pensamos que están fuera de nosotros”, añade Justiniano.

Produce males orgánicos
La sicóloga del Centro de Entrenamiento y Motivación Águilas Doradas, Martha Gutiérrez de Gillaux, dice que con la envidia “empezamos a experimentar malestar interno y enojo, y esto altera nuestro organismo porque la ira afecta las emociones. La envidia trae enfermedades del alma, sicosomáticas, afectan al organismo, y son males que no presentan origen alguno pero que la gente la padece, porque uno llega a sentirse enfermo, débil y frustrado”.
Luis Alberto Roca fortalece este criterio indicando que la envidia en su dimensión absolutamente negativa, “todas las taras morales repercuten en el cuerpo”, y por eso “algunos sienten dolores físicos que al final son productos sicosomáticos”.

Camuflaje
Es difícil descubrir al envidioso pues a veces se esconde en una apariencia amable, acogedora y simpática, y en otras se camufla en conductas de excesivo respeto o admiración. El envidioso se alegra de los fracasos ajenos, sufre con los éxitos de otros, pero desaprovecha su energía porque no es capaz de alcanzar sus propios objetivos.

Nota
La admiración a determinadas personas no significa tenerles envidia, es saber valorarlas y valorarse.

Consejos
Si sufrís miradas y palabras de una persona envidiosa, tratá de pasarlas por alto. No sos responsable de su sentimiento. Intentá descubrir la envidia a tiempo, te evitarás problemas. Por favor, no desarrollés confianza con envidiosos.
Si sos una persona envidiosa y querés salir de ese estado porque te está consumiendo la vida, la única forma de conseguirlo es, primero conectar con Dios. Luego sentir el cariño y el apoyo de los seres queridos, desarrollar el sentido del humor y tolerar los defectos propios y valorando cualidades que sabés que tenés.

LEYENDA

Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Esta huía rápido y con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir.
Huyó un día, pero la serpiente no desistía, nada...
En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se paró y le dijo a la serpiente:
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- No he tenido este precedente con nadie, pero como te voy a devorar, podés preguntar, le contestó.
-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
- No
- ¿Te hice algún mal?
- No
- Entonces, ¿por qué querés acabar conmigo?
- Porque no soporto verte brillar...

Reflexión
Esto invita a pensar en la razón por la que mucha gente se pregunta ¿por qué me hacen esto si yo no les hice nada? Sencillo, porque no soportan verla brillar. Es que la envidia es el peor sentimiento que puede sentir el ser humano.
Hay otro criterio que señala la importancia de aprender a sacarle provecho a los envidiosos: "Siempre le viene bien al hombre un poco de oposición. Los cometas se levantan contra el viento, no a favor de él".

Pecado capital

El sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia, Gregorio Magno, fue quien seleccionó los siete pecados capitales.

La envidia es considerada como un pecado capital porque genera otros vicios y culpas.

El término "capital" no se refiere a la magnitud de la falla, sino a que da origen a muchos otros pecados.

En el poema El Purgatorio, Alighieri define a la envidia como "Amor por los propios bienes pervertido y deseo de privar a otros de los suyos”.
El filósofo alemán Schopenhauer dijo que la envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.

Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien, indica un proverbio árabe

La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come, indicó Francisco de Quevedo

2 comentarios:

  1. He descubierto que soy un envidioso, no tengo vida propia me baso en el fracaso y triunfos de otros para sentirme bien.
    La envidia me esta comiendo y no lo soporto...

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  2. Yo también con mucha pena, también lo soy. No responsabilizo a mis padres porque a mis 30 soy yo. Pero lo superaré lo hare porque esto me hace muy infeliz y no quiero serlo

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