lunes, 30 de noviembre de 2015

Cómo dejar de sentirse solo

Aunque el mundo parece cada vez más conectado, es muy fácil sentirse totalmente excluido. Si te sientes de esa manera, no te preocupes porque no eres la única persona que está atravesando por esta situación. Para superar esa sensación y hacer frente a la soledad debes comprenderte, ver cuál es el origen y hacer los cambios pertinentes. En este artículo de unComo.com vamos a ayudarte dándote una serie de consejos que te servirán para dejar de sentirte solo.

Instrucciones

Para no sentirte solo, es importante mantenerte con la mente ocupada. Debes hacer cosas que te gusten y ocupen tu tiempo para que así la sensación de soledad no sea tan acusada. Cuando te sientes distraído y muy productivo, las horas pasan volando y no tendrás ningún instante para plantearte y obsesionarte con estar o sentirte solo. Puedes disfrutar de tu trabajo, hacerte voluntario, buscar una actividad de ocio que te parezca divertida y que implique relacionarte con más gente, etc. Debes luchar por dejar de escuchar los pensamientos que te hacen sentirte solo. Prueba con realizar actividades en la naturaleza, ir a un club de lectura o practicar deportes de equipo. Son oportunidades para que empieces a sentirte mejor.
Otra de las maneras de empezar a sentir menor la soledad es hacer cambios en el entorno. No te quedes en casa aislado del mundo y viendo la televisión por mucho que te guste. Piensa que esos ataques de soledad irán a más si te quedas encerrado entre cuatro paredes. Sal de casa, toma un café en una cafetería mientas lees o trabajas, ve al cine, da un paseo por la playa o por tu parque favorito.

A veces, el simple hecho de ver a la gente pasear hace que los pensamientos negativos desaparezcan. Proporciona a tu cerebro los suficientes estímulos para disfruta el día a día y de la vida. Una actividad siempre recomendable es pasar algún tiempo en alguna zona natural que tengas cerca de casa. Pasar momentos en plena naturaleza tiene un impacto positivo en el alma y es revitalizante para el espíritu.

Aunque te parezca algo muy evidente, debes hacer cosas que te gusten y sobre todo que te hagan sentir muy bien. Hacer lo que te apasiona aleja los sentimientos de soledad. Haz memoria y piensa en lo que te gusta de la vida, aquellas actividades o aficiones que has dejado de lado por falta de tiempo. Dedica tu vida a vivir el presente y a llenarte de momentos de satisfacción que te hagan feliz. Tú tienes las riendas de tu vida y puedes cambiarla del todo. Y sobre todo, debes basar tu existencia en buscar alternativas saludables de vida, no optes por soluciones radicales que solo taparán tus heridas.
Debes mirar a tu alrededor y fijarte en las señales del entorno. Muchas veces para superar la soledad, hay personas que se agarran a un clavo ardiendo y aprovechan cualquier oportunidad para no estar solos. No recurras a cualquiera ni a malas influencias para evadirte de tu soledad porque correrás el riesgo de que la gente se aproveche de ti. Debes rodearte de personas queridas y de total confianza, piensa que los buenos amigos estén donde estén siempre serán un apoyo. Si pasas por un mal momento, tampoco se trata de que le cuentes a todo el mundo lo que sientes, lo recomendable es hablar de lo que te sientas cómodo.
Podrías empezar a buscar personas que se parezcan a ti. Internet es el sitio ideal para comenzar a abrirte al mundo y hay muchos recursos para pasar un buen rato. Intenta entablar relaciones con personas afines y seguro que encuentras a alguien nuevo con quien renovar tu confianza en las personas. Busca cualquier oportunidad para socializar y disfruta de cada una de ellas, es la mejor manera de que esos sentimientos de soledad desaparezcan. No tengas miedo a salir de tu zona de confort, acepta esta situación como un reto vital y divertido.
Reflexiona y piensa en el resto de personas. Hay cierta conexión entre la soledad y pensar constantemente en ti mismo. No se trata de que no pienses en tus emociones y las camufles, lo que debes hacer es evitar que sea tu único enfoque vital. Si empiezas a pensar en los demás, tu perspectiva cambiará y la sensación de soledad empezará a remitir. La mejor forma de ampliar ese enfoque es buscar a grupos de personas a las que puedas ayudar. Un trabajo como voluntario puede ser una estupenda opción para deshacerte de tu soledad. Incluso puedes ayudar a personas que se sienten igual que tu. Hay muchos colectivos sociales en situación de exclusión que puede que estén sufriendo las secuelas del aislamiento, como enfermos, personas mayores o sin recursos.
Habla contigo mismo, expresa tus sentimientos sin temor. Una buena forma de hacerlo es mediante un diario personal en el que puedas reflejar todo lo que llevas dentro. Mira en tu interior, rastrea de dónde provienen tus sentimientos y encuentra el origen de esa soledad. Puede que haya sido por un cambio de casa, de hábitos, de trabajo, una pérdida de un ser querido, las causas son varias. Piensa en el motivo que te hace sentir solo, comprender la fuente de tus sentimientos te ayudará a tomar medidas para tratarla. Puede, por ejemplo, que eches de menos a tu familia y que tus amigos no te llenen lo suficiente. Piensa en ello y verás cómo encontrarás una solución. Además, debes replantear tus pensamientos negativos, piensa en toda esa oleada de sentimientos y empieza a desarrollar un pensamiento positivo. Debes ser consciente de todo lo negativo, aunque sea un reto muy duro y poco a poco cambiar ese chip.

Puede que suene a tópico, pero pensar de forma positiva es el mejor mecanismo para combatir todo lo negativo. Son esos pensamientos los que crean una expectativa que no se cumple jamás. Si eres negativo, tu percepción del mundo también lo será. Con emociones positivas, conseguirás que todo el entorno responda por igual. Si esperas que las cosas vayan bien, generalmente irán bien. Esta teoría puedes ponerla a prueba, verás cómo ante cualquier situación si piensas en positivo no te sentirás tan mal aunque los resultados no sean muy buenos.

¿Cómo evitar que las críticas te lastimen?


No esperes que nadie entienda tu viaje si no ha tenido que recorrer tu camino y en el trayecto se ha visto obligado a usar tus zapatos y a contemplar la vida desde tu altura. Y que nadie espere comprenderlo al cien por cien, porque eso es imposible.

O sea, que lo que otras personas piensen sobre ti es su realidad, no la tuya. Los demás no conocen tu historia, no pueden vivir en tu piel ni sentir tus recuerdos. Esto es muy importante a la hora de cuidar nuestra salud emocional, por eso debemos evitar dar crédito a las críticas y a los juicios sin fundamento de los demás…

Es decir, que tanto para evitar darle validez a los juicios ajenos como a la hora de hacernos entender tenemos que ser conscientes de que solo noso- tros comprendemos completamente nuestro trayecto. Y, a veces, ni eso es posible…

A quien juzgue mi camino le presto mis zapatos. La consecuencia más directa de dar crédito a lo que los demás piensan y dicen de nosotros es que acabamos convirtiéndonos en alguien que no somos. Esto sucede porque al final acabamos queriendo inconscientemente complacer a otros a costa de sacrificar aquello que nos define.

No obstante, en general los demás piensan sobre nosotros mucho menos de lo que creemos. Aunque pensemos que somos el centro de las miradas, lo más probable es que lo que hacemos no sea relevante para los que nos rodean.

Por eso debemos intentar vivir con naturalidad, dándole importancia a lo que sentimos e intentando sintonizar con nosotros mismos, pues al fin y al cabo son nuestros pies los únicos que recorren nuestro sendero.

Detrás de una persona que enjuicia a los demás y que critica de manera destructiva hay ciertos problemas o características personales que sentencian su “descontento” con otras personas. Veamos algunas características:

Baja autoestima: es habitual que las personas con baja autoestima usen la crítica para mantener el control sobre su posición social o, incluso, para situarse en un buen lugar.

Daños emocionales: es posible que no reconozca que fue herido, que en un momento dado fue humillado. Sin embargo, probablemente crea reconocer sus mismas heridas en los demás, etiquetando así las vivencias ajenas conforme a su realidad.

Ausencia de empatía: hay ocasiones en las que la empatía puede llegar a volatilizarse y las personas se envuelven en una coraza que justifica un tipo de crueldad que pretende ser “inocente”. Así, la persona completa sus propios vacíos criticando sin contemplaciones y haciendo uso del enjuiciamiento. De todas formas se podría decir que prejuzgar es una característica innata del ser humano en la sociedad actual. Esto se debe a que en ocasiones nos resulta adaptativo hacerlo, pues nos protege de ciertos peligros relacionales que pueden atentar contra nuestro bienestar.

A veces ni siquiera nosotros mismos nos entendemos pero, sin embargo, no podemos evitar exigir que los demás tengan en cuenta nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestros deseos.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Cómo fortalecer la resiliencia en los niños

Resiliencia es la capacidad de sobreponerse a las situaciones traumáticas y de adaptarse con flexibilidad a las adversidades a través del desarrollo de las propias fortalezas que tiene todo ser humano. De hecho, muchas de las circunstancias y vivencias que percibimos como negativas pueden convertirse en aprendizajes que necesitaremos en el futuro para superar situaciones aún más complicadas haciendo uso de nuestra experiencia y actitud positiva.

Ejemplos de personas resilientes los tenemos a lo largo de toda la historia de la humanidad. Desde los que han sobrevivido a graves catástrofes hasta aquellos que han vivido la barbarie de guerras terribles y lo han perdido todo. Pero, ¿por qué, ante circunstancias adversas parecidas, unas personas reaccionan sanamente e incluso salen fortalecidas y otras no?

En primer lugar hay que afirmar que la resiliencia no se trata de un rasgo genético, sino más bien de una capacidad innata que tiene todo individuo, y que después podrá o no desarrollar. Este proceso dinámico, de pasar de la potencialidad a acto la cualidad de resiliencia, no se improvisa. No obstante, los primeros años de vida son los que pueden favorecer o entorpecer esta capacidad resiliente.

En primer lugar, debemos partir del hecho indiscutible de que no podemos evitar todas las deficiencias durante el desarrollo del niño, ya que éstas son manifestaciones del mundo imperfecto en el que vivimos. Los padres que pretenden que el hijo nunca sufra están provocando, sin quererlo, que de mayor no sepa afrontar los conflictos de la vida cotidiana.

Por otra parte, el establecimiento de vínculos sanos favorecerá un “yo fuerte” que posibilite soportar los vaivenes de la vida. De aquí la importancia, por ejemplo, de que el niño se sienta querido por lo que es y no por lo que tiene o consigue. Según el pediatra inglés Donald W. Winnico los vínculos “suficientemente buenos” son aquellos que se cimientan en la propia esencia del sujeto y no en su apariencia y, además, no ahogan el desarrollo del individuo, sino que favorecen el crecimiento de las capacidades de cada persona.

En palabras del psicoanalista inglés John Bowlby sería constituir un “apego seguro” entre el niño y sus progenitores. Y esto lo realizan, no con ansiedad ni tampoco con indiferencia, sino con un estilo próximo, pero al mismo tiempo dejando que el niño tome conciencia de sus propias limitaciones. El psiquiatra francés Boris Cyrulnik Cyrulnik señala cuatro tipos de estilos de familia que, a su vez, dan lugar al establecimiento de cuatro vínculos afectivos; y concluye con que “un niño impregnado de un vínculo protector tiene un pronóstico de desarrollo mejor y una mejor resiliencia, ya que, en caso de desgracia habrá adquirido un comportamiento de seducción capaz de transformar a los adultos en base de seguridad”. Por el contrario, los niños con vínculos afectivos de evitación, de tipo ambivalente o desorganizado mantienen a distancia a los responsables que estarían dispuestos a ocuparse de ellos.

Siempre puede ocurrir que en algún momento de la vida la aptitud resiliente del individuo falle y aparezcan síntomas como una forma de demostrar la incapacidad personal para superar la crisis.

Es entonces cuando surge la necesidad de una ayuda externa que trabaje en tres frentes para conseguir el equilibrio perdido. En primer lugar, toda situación de crisis lo que precisa es un reforzamiento del vínculo con la familia, amigos o compañeros, ya que un vínculo sano es un salvoconducto para superar cualquier dificultad.

Además, en la situación de crisis habrá que reconstruir y potenciar las posibilidades del individuo a través de un tratamiento psicoterapéutico que le ayude a recuperar la estabilidad perdida. Por último, no podemos olvidar los síntomas, que es lo que, en muchos casos, más afecta al paciente. En este aspecto, podemos utilizar la terapéutica farmacológica sabiendo que es un instrumento necesario, pero no excluyente de otros tratamientos psicoterapéuticos.

Todo esto nos lleva que toda crisis, aunque sea un peligro de ruptura, es también una oportunidad que posibilita el desarrollo de nuestras propias capacidades. Por esto afirmamos que durante las crisis también podemos crecer, como el niño pequeño, que tras un proceso febril (por estimulación de la hormona de crecimiento) siente que sus pantalones le quedan cortos, o que ya no precisa de la silla para alcanzar la caja de galletas de chocolate que está en la estantería del armario. Ha crecido con la enfermedad, con la crisis.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Entrena tu personalidad

Vivimos en una sociedad tan acelerada en donde se le rinde más culto al cuerpo que a nuestro bienestar interior. Se pueden gastar horas y horas de gimnasio para conseguir el cuerpo perfecto, pero aún así no te sientes satisfecha. Para Jorge Dájer, psicólogo clínico javeriano, lastimosamente estamos inmersos en una sociedad tóxica que nos programa para vivir de apariencias en la constante búsqueda de aprobación y reconocimiento.

Entrenamiento necesario. ¿Pero qué pasa si esto sucede al revés, es decir que en vez de entrenar el cuerpo físico, entrenamos el crecimiento personal? A esta cuestión Dájer responde que sería lo más indicado ya que somos cuerpo, mente y espíritu y estas tres dimensiones de la personalidad deben cultivarse a lo largo de la vida.

Descubre lo que tienes dormido. Ante ello, surge el 'coaching', un entrenamiento que te permite desarrollar de mejor forma capacidades como la personalidad, rasgos y habilidades entre otros, explica la terapeuta Susanne Hansen. “Estamos viviendo un momento fantástico donde cada vez las personas somos más conscientes de que podemos mejorar”, expresa.

¿Cómo trabaja?. Mediante el coaching puedes mejorar aspectos de tu personalidad. Por ejemplo, muchas mujeres sueñan con algo, pero el miedo las frena haciendo que no salgan de esa zona de comodidad, además se privan de experiencias nuevas, entonces mediante un 'coaching' se trabaja este aspecto. Así sucesivamente se pueden trabajar otros rasgos que fortalecen la personalidad.

Lo que te limita. Ahora bien, Dájer explica que el coaching permite conocer más acerca del propio yo. Ve en nuestro sistema de creencias los pensamientos limitantes o negativos de nosotros mismos, de la vida, el trabajo, la pareja, familia, el sexo y los transforma. “Esto nos muestra que somos seres vulnerables y desarrolla nuestra potencialidad sobre una base de autoestima adecuada que nada tiene que ver con alimentar el ego”, manifestó.

¿Por qué tenemos miedo?



“El miedo es un mecanismo básico de supervivencia que da la señal a nuestro cuerpo para que responda al peligro mediante el enfrentamiento o la huida. Por lo tanto, es esencial para mantenernos a salvo”, destacan los especialistas de la Universidad de Minnesota (EEUU).

Tememos a la oscuridad, a los accidentes, a estar solos y, sobre todo, a morir. Tener miedo es una emoción universal, pero a veces puede convertirse en un problema…

Pasado un nuevo Halloween, en el que muchos se encontraron con ciertos episodios, filmes o acciones de fantasmas y monstruos, en una clara provocación de ciertos sustos o desasosiegos, ¿qué es, realmente, el miedo?

“El miedo es, y ha sido a lo largo de la evolución, una emoción imprescindible para la supervivencia de cualquier individuo, puesto que contribuye a mantenerlo alejado de los peligros y permite dar una respuesta muy rápida ante dicha situación”, explica María José Collado, psicóloga e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid.
Se trata de “una emoción básica y universal que aparece como respue
sta ante un peligro real o imaginado”, detalla la especialista.
Asimismo, indica que el miedo tiene unas bases biológicas que permiten una respuesta instintiva o automática ante un peligro. De este modo, resulta muy común que las personas tengan miedo a algunos animales o a ciertas situaciones, “a menos que hayan aprendido a dar otra respuesta ante tal situación”, dice ella.

Enfrentamiento o huida
Pero igual que se puede aprender a no tener miedo ante una situación determinada, el miedo puede aprenderse.
De hecho, el grupo de investigación de los neurocientíficos Eric R. Kandel y Catherine Dulac ha encontrado que el pánico también se aprende a través de distintas memorias, lo que podría producir cambios genéticos.

Esto significa que cuando una situación nos genera temor, se almacena en el cerebro para que, si vuelve a repetirse, podamos anticiparnos a ella. No obstante, Collado señala que, a veces, no es necesario que ocurra lo mismo para que la persona reaccione igual.

Por ejemplo, para quien ha sufrido un atraco, encontrarse con alguien que tenga un físico parecido al del atracador o que lleve una prenda de ropa igual podría activar todo el circuito cerebral de la respuesta de miedo. “La cuestión está en que estas memorias parece que podrían modificar ciertos genes. Sin embargo, esto todavía no está del todo claro”, apunta.

“El sobresalto es una emoción que se desencadena cuando percibimos una amenaza. Es un mecanismo básico de supervivencia que da la señal a nuestro cuerpo para que responda al peligro mediante el enfrentamiento o la huida. Por lo tanto, el miedo es esencial para mantenernos a salvo”, destacan los especialistas de la Universidad de Minnesota.

En este sentido, María José Collado precisa que aunque el pavor se presenta como una reacción automática ante la presencia de una amenaza, afecta al organismo en tres niveles: cognitivo, fisiológico y motor.

“En el nivel cognitivo se produce una valoración del peligro y de nuestros recursos para enfrentarnos o huir de él. Esta valoración estaría basada en nuestros conocimientos y memorias y, en muchas ocasiones, es automática, es decir, la persona no tiene por qué ser consciente de ello”, aclara.
Además, la especialista recalca que, desde este nivel, también se puede anticipar el daño o generar pensamientos sobre la falta de control, lo que podría incrementar la sensación de sobresalto.

Por su parte, en el nivel fisiológico “destaca el aumento del ritmo cardiaco, de la presión arterial, de la coagulación sanguínea y de la glucosa en sangre”, expone.

Además, “se detienen las funciones no esenciales y se fija la atención en el peligro a través del sistema límbico. Es decir, el organismo se prepara para una huida rápida del peligro, a pesar de que en nuestra sociedad esta respuesta, diseñada para escapar de los depredadores, apenas tiene valor”, manifiesta.

“Por último, en el nivel motor, pueden darse tres respuestas: enfrentamiento, paralización o huida”, indica.

Emoción para la supervivencia
La psicóloga afirma que solemos tener miedo de todo aquello que amenaza nuestra supervivencia. “De hecho, el miedo primordial es el miedo a la muerte o a sufrir un daño, ya sea físico o psicológico, como la pérdida de un ser querido”, aclara.

Asimismo, señala que, por lo general, tenemos miedo de los animales, la enfermedad, los procedimientos médicos, los accidentes, la oscuridad, las alturas, los desconocidos o de no poder cubrir nuestras necesidades básicas de refugio y comida.

“Por otro lado, existen situaciones que pueden generar pánico pero que no están ligadas a la supervivencia. Se trata del miedo al rechazo y a la soledad, que ya no tiene la misma función que tuvo, pues a lo largo de la evolución ser rechazado por el grupo suponía perder su protección y quedar expuesto a los depredadores”, describe.

“También puede haber pavor a seres imaginarios como fantasmas, monstruos, demonios o muertos vivientes, entre otros, que han sido recogidos con gran frecuencia por la literatura y el cine”, expresa.

“El temor suele durar poco tiempo y después desaparece, pero también puede perdurar. De hecho, en algunos casos toma el control de nuestras vidas afectando al apetito, al sueño y a la concentración durante largos periodos de tiempo. Ese miedo puede impedirnos viajar, acudir al trabajo, al centro de estudios o salir de casa. También puede suponer un obstáculo a la hora de hacer cosas sencillas e incluso puede afectar a nuestra salud”, manifiesta la Fundación para la Salud Mental, una organización ubicada en el Reino Unido.

Del mismo modo, María José Collado subraya que el miedo debe entenderse como una emoción que sirve para garantizar la supervivencia.

En este sentido, se convierte en un problema cuando pierde su función natural. Esto ocurre “cuando no existe un motivo real para sentirlo, es decir, si se presenta sin que haya un peligro o una amenaza para la integridad de la persona”, detalla.

La psicóloga añade que el miedo también supone un problema cuando disminuye la calidad de vida o el bienestar quien lo padece, de forma que esa persona evita situaciones que son importantes para ella o no las enfrenta de manera adecuada, lo que puede tener consecuencias negativas sobre la esfera laboral y social.

Collado aclara que, al contrario que el miedo, las fobias son una respuesta irracional ante una situación que no constituye una amenaza real para el individuo.

“Dentro de las fobias hay distintos grados en cuanto a si son o no una amenaza real. Por ejemplo, en la fobia a conducir existe un peligro real de tener o provocar un accidente y, en este caso, se considera una fobia cuando las posibilidades de sufrir un daño se sobreestiman, se generan conductas desadaptativas y la persona afectada sufre”, precisa.

La especialista concluye que “en el otro extremo estarían, por ejemplo, el horror a los espacios cerrados o a las palomas que, en última instancia, no comportan ningún peligro real”.

“El miedo primordial es el miedo a la muerte o a sufrir un daño, ya sea físico o psicológico, como la pérdida de un ser querido”, indica María José Collado, psicóloga e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid.

Collado aclara que, al contrario que el miedo, las fobias son una respuesta irracional ante una situación que no constituye una amenaza real para el individuo.

domingo, 8 de noviembre de 2015

ORIENTACIÓN Constelaciones familiares: una técnica para liberarnos

LAS CONSTELACIONES FAMILIARES NOS APROXIMAN CADA VEZ MÁS A NUESTROS ORIGENES Y NATURALEZA SISTÉMICA Y ÁLMICA| SE TRATA DE UNA HERRAMIENTA QUE AYUDA A CONFIGURAR SISTEMAS FAMILIARES, PAREJAS, AMIGOS, ENFERMEDADES Y MUCHO MÁS.

Sergio Lema nació en Potosí pero fue criado en Tarija. En el transcurso de su vida vivió en casi toda Bolivia. Asegura que las terapias de constelaciones le cambiaron su vida y siempre trató de complementarlas con el balancing technique, una herramienta que le ha permitido encontrarse a sí mismo y mirarse de manera diferente.

“El balancing es una complementación a las constelaciones para poder estar y vivir el presente, es una técnica moderna que ha logrado conectar al ser humano con su esencia divina. Cuando te miras con amor y luz, eres capaz de ver de esa manera a los demás, cambia tu realidad y te permites ver la grandeza de la gente”, dice.

“Creo que cambié en muchos aspectos de mi vida, a un principio negaba muchas cosas y ahora amo lo que soy, el balancing me ha puesto más arriba de mi pensamiento, me ha conectado a mi grandeza y me permite saber que puedo trascender un poco más. A los talleres que ofrezco la gente viene con mucha esperanza, como si se tratara de algo mágico, sin embargo no es mágico, es amoroso y solo eso cambia”, dice.

“Yo hago constelaciones y visualizaciones sistémicas que son terapias individuales y grupales. Creo que en la técnica cada uno tiene su particularidad pero lo primordial es que el amor y el orden bajen, porque no puede fluir el amor si no está el orden; cuando las cosas están ordenadas, el amor fluye, por eso a veces no es suficiente el amor, hay parejas que piensan: cómo si yo te amo tanto, no podemos ser felices”. Ahí te das cuenta de que alguien no está en su posición, en su lugar, está más bien mirando hacia otro lado. Si no hay orden, esto no funciona”, asegura Lema.



LAS CONSTELACIONES FAMILIARES

“En una constelación, se ama, se honra, se mira y se suelta; si la persona se queda a continuar mirando, nunca supera (traumas o experiencias vividas). Hay que mirar las cosas como realmente sucedieron, dándole un lugar y respeto a aquellas personas y situaciones que se vivieron. Bert Hellinger, el creador de las terapias de constelaciones familiares, es una luz para el mundo por la forma en que ha desarrollado esta teoría que nos permite conectarnos con lo desconocido e intangible, que son nuestros ancestros, lo que no conocemos de ellos, pero de repente nos vemos vinculados a ellos por muchas razones y repetimos historias por un amor ciego hacia ellos. Esta repetición es a veces hasta inconsciente.

Con las constelaciones familiares logramos romper esas cadenas y ese amor ciego para tomar la vida con fuerza y dejar de repetir historias, honrándolos, incluyéndolos y amándolos”, explica.

Las constelaciones son terapias de inclusión, es poder mirar lo que somos, lo que nos causa mucho dolor por las imágenes que nosotros mismos nos formamos. A través de una constelación familiar cambiamos esa imagen de dolor por una de amor y eso nos libera del juicio de la crítica, reproche y nos permite tomar aquello que nosotros somos.

“Hay personas en la vida que se ven involucradas a nosotros por la mirada que tenemos hacia ellos, por ejemplo, si yo no estoy en el lugar de pareja, la pareja no se va a comportar conmigo como pareja y yo tampoco. Si yo en una relación estoy de padre de mi esposa, el lugar de pareja está vacío, si yo miro a través de algo que repudio, por ejemplo el alcoholismo, van a venir maestros a mostrarme esto, mira quien fue excluido por ser alcohólico en tu familia y ahora te lo está mostrando con mucho amor otra persona. En muchos casos no estas entendiendo el mensaje y sigues rechazando aquello que has visto”, dice.

“Cuando puedes mirar aquello que pasó como pasó y puedes entender que detrás de ese hecho hay una responsabilidad, puedes liberarlo, mientras no lo mires se quedará ahí, debes tomar conciencia de eso, ese hecho debe ser honrado y respetado, debes asentir y mirar; el asentir va más allá del perdonar, a veces el perdón nos separa. Cuando se trata del perdón en parejas, por ejemplo, si yo te perdono, estoy en una postura de poder ante ti porque me creo mejor que tú, por eso te perdono. Sin embargo, si yo asiento que tú eres parte de mi vida y en esto que está pasando ambos tenemos una corresponsabilidad, los dos estamos en una situación de manera diferente. El perdón ya no es necesario, considero que el perdón es algo con uno mismo, para uno, yo me perdono por sentir esto que me daña, pero el asentir me libera”, dice.



BENEFICIOS

“En el tiempo en el que estoy haciendo constelaciones he visto muchos cambios en la vida de las personas, he visto cómo padres se reconcilian con sus hijos y eso les da mayor fuerza y logran mirar diferente su vida. Cuando los hijos toman a sus padres, son bendecidos por ellos, uno toma el reconocimiento profesional, toma la ley, aprende a respetar a sus mayores, a sus jefes, toma conciencia de la jerarquía, toma a la pareja como parte del aprendizaje; cuando uno toma a la madre, toma la salud, el dinero, la pareja, el trabajo.

Lo que yo puedo entender de las constelaciones es que los padres son la fuente que alimenta a los hijos, cuando nosotros nos ponemos en una posición de receptividad de amor hacia ellos, abrimos ese campo y permitimos que nos bendigan y vacíen en nosotros toda esa riqueza que ellos tienen. La vida nos pone en situaciones donde comenzamos a juzgar, nos enredamos en implicancias sistémicas; en la constelación nos damos cuenta de que tenemos todo de ellos, solo tenemos que reconocerlo en nosotros aunque ellos ya no estén, pero siempre están dentro de nosotros”, dice.

Se pueden constelar todos los temas, pero yo en especial me inclino más cuando se trabaja con el núcleo familiar, también se constelan empresas, que son copias de la imagen familiar, los miedos, las depresión que generalmente son carencia de padre y madre y las adicciones que también son carencias, asegura Lema.



EL PROCESO DE LAS CONSTELACIONES

“En la constelación lo que se hace es ver primero quién es el excluido, o a quién está mirando a la persona que está constelando, es también un poco de fenomenología, hay que conectarse con la persona que está constelando, hay que ver esa parte amorosa de la persona que está tratando de mostrar a través del amor algo que nosotros no queremos mirar; son ciertas conductas, movimientos, lo que las personas dicen. Todo eso te lleva a una imagen sanadora o a esa inclusión que aparentemente se mira en la constelación, pero no en la vida”, asegura.

Las miradas, el lugar que le corresponde estar a cada integrante de la familia, la sintonía del constelador con la constelación, son aspectos que influeyen en el resultado.

“Creo que el constelador tiene que tener un cambio profundo en su vida y yo he tratado de hacerlo, la mirada de mí mismo, he incluido a mis padres en mi corazón, me he permitido ser padre y mirarme como soy, eso me permite mirar a los demás.

El balancing interno es algo que me pone en mi eje y me hace ver la grandeza de las personas y las miserias, para aceptarlas. Es una herramienta necesaria porque yo no soy un sanador, pero algo trabaja en mí para que la gente pueda mirarse a sí misma, es una técnica”, concluye.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Dos fuerzas que gobiernan tu vida

Somos muchos los que creemos que en este mundo hacemos nuestra voluntad. Esta verdad es relativa y muy parcial, pues existen muchas personas que viven haciendo lo que no quieren y ni siquiera pueden dejar de hacerlo, tal es el caso de las personas que viven atrapadas en la esclavitud de uno o más vicios en su vida; por otra parte, existe una gran cantidad de personas que quisieran hacer muchas cosas y por alguna extraña razón, nunca lo logran: Hoy vamos a aprender y a entender la razón y causa de esta situación y de esta manera, podremos empezar a ejercer un poco más de nuestro poder y un poco más de nuestra libertad interior.

Las dos fuerzas que gobiernan nuestra vida son simplemente la fuerza del dolor y la fuerza del placer; la necesidad de evitar el dolor nos impulsa a hacer una gran cantidad de acciones destinadas a ese fin y el deseo de obtener placer, también tiene su incidencia en nuestra vida, nos hace hacer acciones que, desde el punto de vista de la lógica, tal vez tengan muy poco

sentido en nuestra vida. Vamos a la explicación para que podamos entender con mayor claridad la idea que hoy estamos aprendiendo, comenzamos pues: Nuestro ser consciente que equivale a un tres o cuatro por ciento del total de nuestra mente tiene la ilusión de que se hace lo que él quiere o lo que decide y nuestro ser inconsciente o mente subconsciente que equivale

al noventa y siete por ciento aproximadamente se mueve evitando todo lo que es dolor y dirigiéndose hacia lo que él cree que es placer.

En la vida real sucede el siguiente fenómeno: Toda experiencia o toda idea que se conecte o que se asocie al dolor, será evitada de mil formas por la mente inconsciente; toda idea o toda experiencia que esté conectada con el placer, se realizará casi de forma inevitable.

Los dos juicios que acabo de exponer son leyes de la mente subconsciente y nos permiten aprender a descubrir con qué fuerza está conectada alguna de nuestras ideas o de nuestras experiencias y una vez que descubrimos la fuerza (placer o dolor) con la cual está conectada nuestra experiencia, descubrimos la razón o la causa por la cual no conseguíamos hacer algo en la vida; si hay cosas que siempre ha querido hacer y por alguna razón no las hizo, la razón es simplemente porque esas cosas que usted quería hacer estaban conectadas al dolor.

Ahora que se ha dado cuenta de la razón por la cual no conseguía hacer sus cosas o realizar sus deseos, puede hacer una nueva operación mental, la operación de reconectar voluntariamente lo que quiere hacer con la fuerza del placer y para realizar la reconexión de lo que quiere hacer con el placer, todo lo que tiene que hacer es decir estas palabras en voz alta:

“Ahora esta experiencia significa placer, mucho placer” y debe repetir esas palabras hasta memorizarlas o sentirlas y una vez que se ha logrado ese proceso, su bloqueo quedará disuelto y será libre para emprender ese tipo de acciones que antes le parecía imposible de realizar.

A manera de síntesis: Las conductas o intensiones conectadas al dolor son obstaculizadas y detenidas por el subconsciente; las conductas vinculadas o conectadas al placer se realizan con una fuerza y con una tenacidad propia de la mente interior; para desactivas conductas indeseables se las debe vincular al dolor en todas sus formas y esa conducta cesará; para

desbloquear una conducta truncada se la debe reconectar con el placer utilizando la voz hablada o la escritura de la conexión.

Utilizando estos principios he podido ayudar a dejar de fumar a muchas personas y también a concluir sus estudios y usted, querido amigo, puede utilizar esta herramienta, la herramienta de la reconexión conectando placer a todas las áreas dolorosas de su vida expresando en voz alta dicha nueva conexión.

martes, 3 de noviembre de 2015

Cómo animarse en días de bajón



“Asumimos que los días de bajón es algo que simplemente nos pasa. Sin embargo, podemos elegir y regular nuestro estado de ánimo cuando queramos”, explica a EFE Beatriz Plans, del Instituto Avanza de Innovación en Psicología y Coaching.

Cinco técnicas sencillas pueden ayudarnos a regular y levantar nuestro estado de ánimo durante esos días en que estamos tristes, desmotivados, perezosos o nos sentimos vacíos.

Vivir una situación transitoria de duelo por haber perdido a alguien, cuestiones presentes que nos frustran, desmotivan o aburren, arrastrar cuestiones pasadas, como el haber tenido unos padres exigentes o muy críticos, son situaciones que consiguen, a veces, que caigamos en el desánimo.

También podemos tener pensamientos y actitudes que nos bajan el ánimo, como sentimientos de inferioridad e inadecuación, pérdida, abandono, así como sentir que no contamos para los demás, que no merecemos lo bueno, no estar a la altura o cerrarnos a experiencias y a las personas.

“Sea como fuere, asumimos que esto es así, que los días de bajón son cosas que simplemente nos pasan. Sin embargo, podemos elegir y regular nuestro estado de ánimo cuando queramos”, explica a EFE la psicóloga y ‘coach’ Beatriz Plans, socia-directora del Instituto Avanza de Innovación en Psicología y Coaching (http://institutoavanza.es/).

“El ánimo es la gasolina de la vida. Lo que nos da luz, sentido, energía, fuerza para el día a día. Si no cubrimos nuestras necesidades materiales, emocionales o espirituales vamos a ir acumulando carencias, que agujerean como un colador nuestro depósito de energía vital”, indica Plans, psicoterapeuta EFPA (Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos).

Según esta experta, “no solo estamos bajos de ánimo cuando estamos tristes, también hay otras manifestaciones como la pereza, la desmotivación, la sensación de vacío, o la irritabilidad y el mal humor”.

Le aconsejamos seguir los pasos detallados en cada uno de los recuadros que acompañan esta nota.

“Conéctese con su parte frágil que nota la tristeza o el desánimo y, con la parte fuerte, ayúdela aceptando su malestar comprendiéndola y dándole mensajes de ánimo y motivación, con tono cariñoso y suave, como si fuera un amigo que está pasando un mal momento”, recomienda esta psicoterapeuta.

¿Qué ha aprendido a decirse?
“Quien más, quien menos, estamos siempre pensando y dialogando con nosotros mismos/as, enredados en una autocharla continua”, asegura Beatriz Plans.

Para esta experta, la cuestión clave consiste en plantearse ¿qué he aprendido a decirme?, porque en muchas ocasiones esta autocharla está plagada de críticas o de pensamientos negativos que no reflejan adecuadamente la realidad, resultando molesta y poco productiva.
“Para ser capaces de modificar nuestro lenguaje interno negativo y los relatos o narraciones perjudiciales que hacemos de nuestras experiencias, primero tenemos que hacernos conscientes de los contenidos de nuestra mente”, asegura.

Plans propone una serie de procedimientos muy útiles para hacernos conscientes de los pensamientos que surgen en ese autodiálogo, extraídos del libro “Cuadernos de Psicoterapia, Una orientación pedagógica e integradora”, del cual es coautora.

1) Redacte en pocas páginas, una breve autobiografía, narrando los acontecimientos más importantes de su vida. Allí se reflejarán sus modos de pensar, sentir y actuar pasados, y las relaciones que mantuvo con las figuras más importantes de su vida.

2) Realice una descripción de sí mismo/a como si fuese una tercera persona o un amigo quien hablara sobre usted, describiendo sus ideas, sentimientos, valores, objetivos, deseos, aciertos, cualidades y defectos.

5 sencillas técnicas
Beatriz Plans y los psicólogos del Instituto Avanza proponen cinco técnicas, muy sencillas, que pueden ayudarnos a regular y levantar el estado de ánimo:

1. Durante cuatro semanas observe y anote en un papel, tres veces al día, su estado de ánimo, calificándolo de 0 a 10. El estado de ánimo cambia a lo largo de la jornada. Después recogerá el promedio de esas tres puntuaciones para ver su evolución en el mes.

2. Conéctese con su parte frágil que nota la tristeza o el desánimo y, con la parte fuerte, ayúdela aceptando su malestar comprendiéndola y dándole mensajes de ánimo y motivación, con tono cariñoso y suave, como si fuera un amigo que está pasando un mal momento", recomienda esta psicoterapeuta.

3. Visualice una escena positiva que le transmita energía, ilusión o sentimiento de éxito. En ella, ¿qué ve, oye, huele, toca o nota? ¿Dónde está? ¿Con quién? El cerebro activa las mismas redes neuronales cuando está en la realidad y cuando la visualiza.

4. Haga ejercicio físico: pasee, haga estiramientos, algún deporte, baile y también duerma el tiempo suficiente. Realice actividades divertidas acompañad@ de personas agradables, aunque al principio no le apetezca hacerlas, sepa que estimulan su cerebro y, poco a poco, va elevándose el estado de ánimo.

5. “La mejor forma de prevenir un estado de ánimo bajo es tomar conciencia de los mensajes que nos estamos lanzando y que, muchas veces, son negativos, exigentes, críticos con nosotros mismos. De forma que nos reprochamos cosas que no hemos hecho en el pasado o no hemos hecho suficientemente bien en el presente, o nos planteamos metas demasiado duras para el futuro”, señala Beatriz Plans a EFE. Para esta psicóloga es muy importante salir de “los debería” y de “los tengo que”, cuidar nuestra manera de pensar y ser amables con nosotros mismos.

Rellene y saque conclusiones
Rellene un registro que le ayude a analizar su funcionamiento interno y saque conclusiones. Hágase esta foto personal del momento del siguiente modo:
… Cada vez que tenga una emoción negativa: tristeza, enfado, ira o ansiedad, identifíquela y valore su intensidad de 0 a 100.
… Anote en la misma columna si se produce alguna reacción física (dolor de cabeza, nudo en el estómago, tensión muscular…).
… Describa a continuación la situación que está ocurriendo en el momento en que se siente mal, que puede ser externa o interna, y apunte también la fecha y la hora.
… Intente luego escuchar su pensamiento y regístrelo, valorando el grado de credibilidad que tiene para usted, de 0 a 100; es decir, cuánto se cree ese pensamiento que está escuchando.
… Después describa qué hace ante esa situación, exactamente, cuál es su comportamiento y la duración que tiene.
… Por último, analice las consecuencias que tiene este comportamiento anotando qué pasa después.

Reemplazando pensamientos negativos por positivos
El siguiente paso consiste en detectar en su autobiografía, en la descripción de sí mismo y en el registro, qué pensamientos negativos tiene habitualmente y en educar a su mente para reemplazarlos por otros pensamientos sanos y positivos:
1) Pensamientos culpabilizadores, exigentes, perfeccionistas o críticos.
Si cuando se queda sol@ en casa piensa “no soy nada”, “nadie me quiere porque no merezco amor”, “es mi culpa por ser tan borde” o “lo has hecho mal”, utilice en su lugar pensamientos como "no es culpa mía”, “lo hice lo mejor que pude”, “merezco amor”, “puedo aprender de mis errores", "merezco perdón y me perdono”, "muchas personas me quieren y cuidan”.

2) Pensamientos que atemorizan, generan inseguridad y hacen percibir la realidad como amenazante o peligrosa.
Cuando esté pensando “voy a morir”, “voy a sufrir”, “voy a ser dañad@”, “no puedo”, “no soy capaz” o “a mi hijo le va a pasar algo malo”, por ejemplo, traiga a su mente pensamientos como “todo está bien”, “estamos a salvo todos”, “no hay peligro”, “estoy protegid@, puedo pedir ayuda” o “solo siento miedo pero la realidad no es peligrosa”.

3) Pensamientos limitantes que incapacitan o hacen sentir que no tiene control, que no sabe hacer las cosas o que no hay opciones ni soluciones.
Cuando piense “no hay soluciones”, “nadie puede ayudarme”, “no tengo control sobre mi cuerpo”, “no puedo resolverlo” o “no puedo aprenderlo”, traiga pensamientos como “ahora sabría qué hacer en una situación como aquella”, “soy capaz de resolver”, “tengo las habilidades y si me falta alguna puedo entrenarme”, “tengo mucha más fuerza y recursos”, “se cuidarme y protegerme” o “se controlar mis palabras y gestos cuando me enfado”.