domingo, 21 de diciembre de 2014

Año nuevo ¿vida nueva?

Año nuevo, ¡vida nueva!, ¡amor nuevo!, ¡negocio nuevo!, ¡todo nuevo! son algunas expresiones comunes que se escucharán con algarabía al asomarse el 2015.

Pero más allá de la emoción con que se las dice, algunas de esas frases pueden encerrar el cambio que muchas personas necesitan en su vida.
Seguir otro año más en medio de actitudes negativas, hábitos nada productivos, rutinas de trabajo que no satisfacen plenamente, relaciones sentimentales destructivas o, en definitiva, seguir viviendo con varios planes postergados es una opción.

La otra es asumir la firme decisión de corregir todas las costumbres y conductas negativas que han creado problemas a lo largo del año, no caer en los mismos errores, superarse, asumir nuevos retos y diseñar nuevas estrategias para hacer frente a los obstáculos que pueden aparecer en el camino.

Salir de la ‘zona de confort’ no es una tarea fácil. Por lo general las personas ponen resistencia a los cambios, por temor a lo incierto, y optan por lo ‘viejo conocido’ buscando protegerse detrás de esa supuesta seguridad.

Tal como dice el sociólogo José Antonio Martínez, se requiere de cierto nivel de audacia para emprender los grandes cambios en la vida. Evitarlos o postergarlos puede acarrear varias consecuencias, entre ellas la pérdida de valiosas oportunidades, dice.

¿Por qué tememos a los cambios?
Todo cambio supone ‘morir’ a algo, dejar atrás lo ya conocido por algo desconocido y hasta puede desencadenar una crisis personal (en algunos casos incluso conflictos interpersonales de magnitud), según observa la sicóloga Marion Schulmeyer.

“Normalmente hacemos solo lo que nos trae beneficios. Si estamos en un trabajo que no nos satisface, pero que nos asegura un sueldo al que nos hemos acomodado, nos quedamos. Evitamos así buscar otras opciones laborales por temor al rechazo.

Y cuando estamos en una relación sentimental conflictiva optamos por permanecer en ella por miedo a quedar solos o desprotegidos”, ejemplifica Schulmeyer.

En el ejemplo del trabajo, el riesgo, agrega, es estancarse en una situación laboral que no llena todas las expectativas que uno tiene. Y alerta que, en el caso de seguir una relación con una pareja violenta, las consecuencias pueden ser fatales.

En opinión de esta profesional, cuando uno no toma las riendas de su vida transita por ella sin rumbo. “Personalmente creo que actuar así es desperdiciar oportunidades”, enfatiza.

Por su parte, la sicóloga Paula Benedict considera que casi siempre los grandes cambios se postergan porque son de gran complejidad, pero a veces se imponen cuando la situación es inevitable o grave (un accidente, enfermedad, muerte, etc.).

Convicción
El año que se va deja a Analía ingratas experiencias.
Esa joven mujer fue víctima de una estafa en un emprendimiento comercial que pretendía iniciar y también se enteró de la infidelidad de su esposo. Todo eso la dejó sumida en la depresión y en una gran confusión porque ahora no sabe qué hacer para darle un giro a su vida y no sufrir más decepciones.

Lo importante es tener la convicción de querer cambiar, afirma la sicóloga Liliana Zabala.

“Siempre exhorto a mis pacientes a que hagan una meditación y se sumerjan en ella. Es mejor hacer esa reflexión por las madrugadas, cuando el cerebro está descansado de los ajetreos del día anterior”, recomienda.

En casos como el citado, Zabala cree que es necesario hacer una evaluación de lo negativo y positivo que nos dejaron las experiencias pasadas. Ese balance se lo puede hacer en cualquier momento y no hay que esperar necesariamente fin de año para definir qué ajustes hacer.
“Hoy es el mejor día para comenzar a disfrutar el año y de esa vida nueva. Uno puede convertirse en esa persona que quiere ser, con nuevos pensamientos, emociones y acciones”, reflexiona esta sicóloga.

Un proceso que toma tiempo
Para no seguir posponiendo aquellos ajustes que son necesarios en la vida, la sicoanalista Paula Benedict recomienda ser prudente y estar consciente de que eso es un proceso que no se hace de un día a otro. Tiene etapas y un tiempo para cada cosa.

“Los cambios impulsivos o al calor de la emoción por lo general se estrellan con la realidad, que no puede ser forzada. El análisis, la reflexión y la planeación deben ser nuestros aliados al momento de movilizarnos para cambiar. Eso también implica saber esperar e ir concretando paso a paso de forma constante”, puntualiza Benedict.

Aprendiendo de los errores
A Marcelo le ofrecieron una tentadora oportunidad de negocio. Para ser socio debía aportar un capital y entonces decidió vender su casa. A la par, renunció a su trabajo para tener más tiempo para el nuevo emprendimiento.

En el ínterin, el supuesto socio encontró otra persona con dinero de disponibilidad inmediata y dejó sin efecto el trato inicial con Marcelo, poniéndolo en aprietos.

El joven afortunadamente logró recuperar su casa, pero quedó desempleado. Su error fue no prever que el socio tenía urgencia de dinero, no analizó los plazos y renunció sin pensar dos veces en las consecuencias.

La sicóloga Paula Benedict considera que lo que se puede renovar en el Año Nuevo, como una fecha simbólica, son los propósitos futuros para no caer en los mismos errores del pasado.

“El poder concretar logros suele requerir más de un año, por tanto proponerse nuevos alcances a partir de una determinada fecha puede servir para reforzar la voluntad y para no abandonar antes de tiempo lo proyectado”, enfatiza la profesional.

Benedict afirma que es necesario comprometerse con uno mismo para incrementar el desarrollo personal. “A veces eso implica terminar etapas y comenzar otras. En ambos casos se requiere el ejercicio de la fuerza de voluntad y de la inteligencia para tomar buenas decisiones”, indica.

Una vida planificada
La sicóloga Marion Schulmeyer cree que hoy es común hallar a personas que aún no se dan cuenta de que deben definir metas para su vida, trazar un plan de acción y ser coherentes con ellas en vez de andar perdiendo el tiempo.

“Llevar una vida planificada supone dedicar un tiempo a definir lo que se quiere hacer con ella. Hay que identificar los pasos que se deben seguir para alcanzar las metas propuestas. Si no se tienen claros los retos que realmente nos importan, los cambios se quedan en buenos deseos”, medita Schulmeyer.

Para tener una vida productiva, tanto a nivel personal, laboral o familiar, esta sicóloga aconseja revisar con regularidad los desafíos planteados a mediano y largo plazo. “Hacerlo previo al inicio de un nuevo año ayuda porque al ‘estrenar’ otra gestión se siente más fácil comenzar a poner en práctica nuevos proyectos. Eso pasa, por ejemplo, cuando se decide empezar a ir al gimnasio al inicio de semana, cuando eso se puede hacer cualquier día”, comenta la experta

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