Kenneth Erwin Harmon era un empleado civil de la Marina en Manila cuando tuvo lugar el desembarco de los
japoneses. Fue apresado y retenido durante dos días en un hotel antes de ser enviado a un campo de
prisioneros.
El primer día, Kenneth vio que su compañero de habitación tenía un libro bajo la almohada. «¿Me lo dejas?»,
le preguntó. El libro era Piense y hágase rico, enneth empezó a leerlo. Y, mientras leía, conoció la persona
viviente más importante con el talismán 'n visible de la AMP grabada en una cara y la AMN graada en la Otra.
Antes de empezar a leer, se sentía desesperado. Temía la posibilidad de que le torturaran -e incluso de que
le mataran- en el campo de prisioneros. Pero ahora, mientras leía, empezó a adoptar una actitud alimentada
por la esperanza. Estaba deseando quedarse con el libro. Quería tenerlo durante los temibles días que se
avecinaban. Mientras comentaba el contenido de Piense y hágase rico con su compañero, se percató de que
el libro significaba mucho para su dueño. «Déjame copiarlo», le dijo.
«Pues claro, no faltaba más», fue la respuesta.
Kenneth Harmon aprendió el secreto para conseguir hacer las cosas. Entró inmediatamente en acción. En un
frenesí de actividad, empezó a copiar, el libro a máquina. Palabra por palabra, página por página, capítulo por
capítulo. A causa de su obsesión ante b posibilidad de que le quitaran el libro en cualquier momento, se vio
impulsado a trabajar día y noche.
Hizo bien porque, una hora después de haber escrito la última página, sus apresadores se lo llevaron al
conocido campo de prisioneros de Santo Tomás. Había terminado a tiempo porque había empezado a tiempo.
Kenneth Harmon tuvo consigo el manuscrito durante los tres años y un mes que duró su cautiverio. Lo leía una
y otra vez y ello alimentaba sus pensamientos. Y le impulsaba a tener valor, forjar planes para el futuro y
conservar su salud física y mental.
Muchos prisioneros de Santo Tomás sufrían daños físicos y mentales a
causa de la desnutrición y el miedo... miedo al presente y miedo al futuro. «Yo, en cambio, me sentía mejor
cuando salí de Santo Tomás que cuando entré... mejor preparado para la vida... más despierto mentalmente»,
nos dijo Kenneth Harmon. La esencia de su idea se halla contenida en la siguiente afirmación: El éxito se
tiene que practicar constantemente, de otro modo, despliega las alas y huye volando».
Ahora ha llegado el momento de actuar.
Porque el secreto para conseguir hacer las cosas puede cambiar la actitud de una persona de negativa a
positiva. Un día que tal vez se hubiera echado a perder puede convertirse en un día agradable.
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