jueves, 22 de junio de 2017

“No te superé” María Gabriela Palleros

Qué difícil es la situación de ver, después de una ruptura, cómo la otra persona rehace su vida mientras nosotros seguimos enganchadas como el primer día.

Mirar al pasado a veces no es simple, y mucho más cuando en él hay un ex que nos cuesta asumirlo como tal. Si bien ante el mundo intentamos restarle importancia al tema, aún vivimos pendientes de esa persona que alguna vez fue nuestra pareja. Sabemos que necesitamos hacer un cierre, pero sin embargo vivimos con la ilusión de que tal vez exista una segunda oportunidad para la relación.

Aún esperamos un llamado, un mensaje, un “algo” en el que el otro nos manifieste que sigue pensando en nosotras y cuando esto no sucede nos sobreviene la angustia de no saber qué es de su vida. Y acá está el dilema, porque en el paradigma de la comunicación donde todos estamos conectados, es muy difícil no saber nada de la vida del otro, y cuando vivíamos con la idea de que quizás las cosas se podían arreglar, nos enteramos que la otra persona ya está en otra historia.

REALIDAD VERSUS EXPECTATIVAS

Toda la esperanza que habíamos tenido hasta ese momento se derrumba ante la realidad del otro, diferente a la que nosotros creíamos, y nos damos cuenta que nos quedamos sosteniendo el recuerdo de un vínculo que ya no existe. Este punto es el quiebre, porque nos pone frente a frente con nosotras mismas, y nos obliga a replantearnos la idea de cierre. Hasta ese momento habíamos vivido sobre la base de una ilusión que no nos llevó a nada, y que dificultaba todo proceso de duelo, ahora con todas las cartas sobre la mesa, debemos aprender a poner las cosas en tiempo y espacio, dejando de arrastrar al presente lo que tiene su lugar en el pasado.

Aprender a soltar una relación no es fácil, pero como todo proceso va a necesitar tiempo. Aunque nos duela, sabemos que más lastima aferrarse a algo que ya no es, por lo tanto debemos esforzarnos para corrernos de la necesidad de estar pendiente del otro y empezar a ocuparnos de nosotras mismas. No hay nada peor que poner nuestro interés en lo que no sucedió, y perdernos de la oportunidad de apostar a lo nuevo.

POR QUÉ ES IMPORTANTE SOLTAR A UN EX

. El tiempo no vuelve. Es inútil querer que las cosas sean como antes, nada puede volver a su punto de origen. Cuando nos quedamos enganchados en el pasado, el mundo no se detiene, todo sigue su rumbo lo aceptemos o no.

. No creamos espacios para lo nuevo. Mientras más ensimismados estemos en retener lo que ya pasó, menos margen vamos a tener para valorar otras posibilidades. Terminamos entrando en un círculo vicioso sostenido en el dolor que nos genera la ruptura.

. Idealizamos la relación. Cuanto más volvemos al pasado más lo llenamos de nuestra propia carga emotiva. Muchas veces elegimos recordar lo que nos impulsa a no dejar ir el vínculo, en lugar de ampliar nuestra visión y evitar pasar por alto lo que alguna vez también nos lastimó.

. Nos desgasta. Vivir a la espera de que el otro nos quiera, nos llena de una incertidumbre que no hace más que generar angustia. Poner nuestra felicidad solamente en el deseo del otro, lleva a que nos olvidemos de nosotros mismos.

Nadie tiene la fórmula para dejar ir y seguir adelante, es un trabajo en el cual cada uno le da su tinte personal. Sabemos que ninguna relación puede reemplazar a otra y mucho menos que una nueva nos haga superar la anterior, pero es importante darnos cuenta que insistir en detenernos en algo que ya no nos hace bien tampoco es la solución. Nuestra felicidad no puede estar sujeta a una relación que no funcionó ni tampoco responsabilizar al otro por cómo se dieron las cosas, siempre somos nosotros los que debemos elaborar nuestros duelos.

A veces lo que nos cuesta no es soltar al otro, sino aceptar nuestra nueva versión sin esa persona. Preferimos la angustia de lo conocido, que la ansiedad que nos despierta una nueva etapa. Por eso nunca debemos olvidarnos que somos nuestros propios disparadores de cambio, y que activarlo siempre depende de nosotros mismos, porque como se suele decir: el dolor llega cuando algo te lastima, pero el daño se queda cuando te aferras al dolor.

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