sábado, 7 de enero de 2017

Aprender a solucionar problemas

En la vida el hombre se enfrenta con innumerables problemas. Cada persona necesita saber cómo resolver cada uno de estos problemas inteligentemente. Necesitamos comprender cada problema. La solución de todo problema está en el problema mismo.

Ha llegado la hora de aprender a resolver problemas. Existen muchos: económicos, sociales, morales, políticos, religiosos, familiares, etc., y nosotros debemos aprender a resolverlos inteligentemente. Lo más importante para la solución de todo conflicto es no identificarse con el mismo.

Uno tiene cierta tendencia a identificarse con el problema y es tanta la identificación que de hecho nos convertimos en el problema mismo. El resultado de semejante identificación es que fracasamos en la solución porque un conflicto no puede resolver jamás otro.

Para resolverlo se necesita mucha paz y quietud mental. Una mente inquieta, batalladora, confundida, no puede resolver ningún problema. Si Ud. tiene una complicación muy grave no se identifique con el conflicto, no se convierta en otro problema, retírese a cualquier lugar de esparcimiento sano: un bosque, o un parque, o la casa de un amigo muy íntimo, etc.

Distráigase con algo distinto, escuche buena música, y luego con su mente tranquila y quieta, estando en perfecta paz, trate de comprender profundamente el problema recordando que la solución de todo está en el mismo percance.

Recuerde que sin paz no puede hacer nada nuevo, necesita quietud y paz para resolver el problema que se le presente en la vida, pensar de un modo completamente nuevo acerca del percance que quiere resolver, y esto sólo es posible teniendo tranquilidad y paz. En la vida moderna tenemos muchísimos conflictos y desgraciadamente no gozamos de paz. Esto es un verdadero rompecabezas porque sin ello no podemos resolver dificultades.

Necesitamos investigar cuál es el principal factor que acaba con la paz dentro y fuera de nosotros mismos, necesitamos descubrir cuál es la causa del conflicto, comprender a fondo en todos los niveles de la mente, las infinitas contradicciones que tenemos dentro, porque ese es el principal factor de discordia y de caos. Comprendiendo a fondo la causa de una enfermedad, curamos al enfermo. Conociendo a fondo la causa del conflicto, acabamos con él; por lo tanto el resultado es la paz.

Dentro de nosotros y en nuestro entorno existen millares de contradicciones que forman conflictos. Realmente lo que existe dentro de nosotros, existe también en la sociedad porque está es, como ya lo hemos dicho tantas veces, una extensión del individuo. Si dentro nuestro hay contradicción y conflicto, en la sociedad también lo hay. Si el individuo no tiene paz, la sociedad tampoco la tendrá, y en estas condiciones toda la propaganda por la paz resulta, de hecho, totalmente inútil.

Si nos analizamos juiciosamente, descubriremos que dentro de nosotros mismos existe un estado constante de afirmación y negación. Lo que queremos ser y lo que somos realmente. Somos pobres y queremos ser millonarios, somos soldados y queremos ser generales, somos solteros y queremos ser casados, somos empleados y queremos ser gerentes, etc.

El estado de contradicción engendra conflicto, dolor, miseria moral, actos absurdos, violencias, murmuraciones, calumnias, etc. El estado de contradicción jamás en la vida puede traernos paz. Un hombre sin paz nunca puede resolver sus problemas, necesitamos resolver nuestras dificultades inteligentemente y por lo tanto es urgente que tenga paz constante. El estado de contradicción impide la resolución de los problemas; cada percance implica millares de contradicciones. ¿Haré esto? ¿Aquello? ¿Cómo? ¿Cuándo?, etc. La contradicción mental crea conflictos y frustra la resolución de los problemas.

Necesitamos resolver primero las causas de la contradicción para acabar con el conflicto. Sólo así viene la paz y con ésta, la solución de los problemas. Es importante descubrir las causas de las contradicciones; es necesario analizar detalladamente esta causa. Sólo así es posible acabar con el conflicto mental. No está correcto culpar a otros de nuestras internas contradicciones. Las causas de estas contradicciones están dentro de nosotros: existe conflicto mental entre lo que somos y lo que queremos ser, entre lo que es un problema y lo que nosotros queremos que sea.

Cuando tenemos un problema de cualquier orden, ya sea moral, económico, religioso, familiar, conyugal, etc., nuestra primera reacción es pensar en él, resistirlo, negarlo, aceptarlo, explicarlo, etc. Es necesario comprender que con la angustia mental, con la contradicción, con la preocupación, con el conflicto, no se puede resolver ningún problema. La mejor forma de reaccionar con un problema es el silencio. Me refiero al silencio de la mente. Este silencio viene no pensando en el problema.

Este silencio viene cuando comprendemos que con el conflicto y las contradicciones nada se resuelve. Este silencio no es un don especial de nadie, ni una capacidad de cierto tipo. Nadie puede cultivar este silencio; adviene porque sí. Adviene cuando comprendemos que ningún problema se resuelve resistiéndolo, aceptándolo, negándolo, afirmándolo o explicándolo, etc.

Del silencio mental nace la acción inteligente, la acción intuitiva y sabía que resolverá el problema por difícil que sea, esta acción inteligente no es el resultado de ninguna reacción.

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