domingo, 14 de junio de 2015

Una decisión clave en tu vida ¡Haz las paces con tu pasado!

La clave de la felicidad reside en el momento presente aunque es cierto que el pasado siempre vuelve a nuestra mente en forma de recuerdos. Sentir remordimientos, nostalgia o intentar olvidar el pasado no cambia gran cosa: influye en tus relaciones amorosas y hasta en tu vida profesional ¡y no siempre para mejor! ¿Cómo librarse de él? Descubre nuestras pistas.

Una expareja a la que te gustaría no haber conocido nunca, una fiesta de cumpleaños que preferirías olvidar, palabras que no deberías haber pronunciado nunca… Existen muchos episodios que te gustaría borrar de tu memoria, como en la película ¡Olvídate de mí!. Sin embargo, en la vida real, no es tan sencillo.

Los recuerdos siempre vuelven a tu memoria: un nuevo amor que es fan de Hitchcock como tu ex, una amiga que te invita a su casa de campo, en el mismo pueblo en el que has pasado los peores años de tu vida… ¿Cómo hacer para que los recuerdos no regresen a tu mente una y otra vez?

¿QUÉ ES EN REALIDAD EL PASADO?

El pasado no está constituido por unidades de información a las que tenemos fácil acceso. Cada acontecimiento nos transforma definitivamente, especialmente los que están cargados de emociones. Un fenómeno que se explica mediante la neurociencia.

"Existe un nexo entre la memoria y las emociones, ya sean agradables o desagradables", explica Jean-Louis Monestès, doctor en psicología y psicoterapeuta. Desde un punto de vista adaptativo, recordamos acontecimientos inhabituales asociados a un peligro; así estaremos atentos si se presenta una situación parecida, para no cometer los mismos errores.

Por el contrario, otros acontecimientos más agradables conllevan un papel de refuerzo. Recordamos los lugares, las personas o las situaciones asociadas a un sentimiento de bienestar y a una sensación de seguridad. Así, recordar nos lleva a querer reproducirlos. Generalmente, lo normal o habitual, conlleva pocas emociones, nos marca menos.

LAMENTAR O INTENTAR OLVIDAR

Fracasos, rupturas, vacaciones que se convierten en una pesadilla… Frente a los recuerdos dolorosos, tenemos generalmente dos tipos de comportamientos:

• Algunas personas cultivan una cierta nostalgia: después de los remordimientos y los lamentos, es el momento del “si lo hubiera sabido antes” o “tendría que haber hecho otra cosa” con la ilusión de que pueden reconstruir el pasado.

• Otras intentan evitarlos, utilizando una energía increíble para olvidarlos, como si nunca hubieran pasado. Esto puede producir el efecto inverso: cuanto más concentras tu atención en un recuerdo para olvidarlo, con más frecuencia volverá a tu mente.

Sin embargo, también existe una tercera vía...

NUESTRO RECUERDOS SON BUENOS GUÍAS

"Todos nos dejamos engañar por la ilusión de que podemos controlar nuestros recuerdos”, declara Jean-Louis Monestès. Sin embargo, cuanto más intentamos dominar el impacto de lo “pasado” en nuestras vidas menos espacio dejamos a lo nuevo.

Tus recuerdos no son tus enemigos: luchar contra ellos no va a impedir que vuelvan a tu cabeza. “Tenemos que dejar de considerarlos como enemigos y aceptar la huella que nos han dejado”, propone el psicólogo. El objetivo es ser consciente de tus pensamientos, emociones y recuerdos, incluso los más desagradables, para poder llegar a una “regulación emocional”.

Para los recuerdos llamados “traumáticos” (violaciones, accidentes, etc.) es recomendable acudir a un profesional. Las nuevas terapias, como las “terapias de plena conciencia” y la “terapia de aceptación y de compromiso” dan buenos resultados.

Y, por último, para esos recuerdos banales pero que ocupan espacio en tu mente, te presentamos algunas pistas.

HACER LAS PACES CON EL PASADO

Acepta tus recuerdos, forman parte de ti: una canción que te recuerda a tu ex, un vestido como el que llevabas puesto en una entrevista que no salió bien…

Estos acontecimientos forman parte de tu vida y, sin duda, han influido en ella. La idea principal es asumir los recuerdos y, para ello, debes ser plenamente consciente de los sentimientos o emociones que provocan todavía en ti, que es lo más difícil.

No evites las situaciones relacionadas con ese recuerdo: un lugar, un libro… muchos elementos pueden estar unidos a un recuerdo doloroso. Evitar estar en contacto con ellos requiere mucha energía. Deja de evitarlos: si te vuelves a encontrar con ellos nada te impide asociar nuevas sensaciones, emociones... ¡positivas esta vez!



CORRER TRAS EL VIENTO



No se trata de renunciar al pasado, sino evitar que se convierta en una atadura, un lastre, que nos paraliza y estorba para disfrutar del presente. Acudimos a él, a través del recuerdo. Sentir la necesidad de vivir en el pasado es un comportamiento poco recomendable para nuestro desarrollo personal.

Dice un proverbio ruso que “añorar el pasado es correr tras el viento”. Mirar permanentemente atrás e instalarse en el pretérito suele ser propio de personas que tienen miedo al presente, al devenir de la vida, a lo incierto y se aferran al pasado porque conocer lo que ocurre les otorga seguridad.

La solución está en nuestra mente

No se trata de borrar nuestro pasado, pues recordar momentos agradables nos provoca placer. Lo que se trata es de soltar el lastre y aceptar que el pasado es un pensamiento espontáneo y no una vivencia real. Saber sacar provecho del recuerdo de experiencias vividas, ya sean alegres o tristes, convirtiéndolo en una enseñanza para mejorar nuestra condición de seres humanos

El objetivo es dejar de hablar una y otra vez de lo vivido, especialmente de aquello que nos hizo daño, para pasar a vivir un presente sin cargas de culpabilidad, ni dolor. Como reza el proverbio árabe “saber que lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”.

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