jueves, 9 de abril de 2015

Aprendiendo a ser feliz

Cómo padres nos interesa el desarrollo de nuestros hijos, su nivel de rendimiento y su aprendizaje. Sin embargo, lo esencial es conocer si se sienten felices en su clase, con sus compañeros, con lo que aprenden y con su entorno.

Expertos que estudian el desarrollo infantil afirman que la felicidad no es algo que puedes darle a un niño como un regalo, sino algo que le enseñas a medida que crece. La felicidad es un estado de ánimo que se caracteriza por la alegría. También se aprende y se hereda a temprana edad. Los niños aprenden a ser felices cuando su entorno es feliz.

Con paciencia y flexibilidad los padres establecen las bases para una vida llena de felicidad de sus hijos. Sin embargo, es necesario preguntarse si lo es. Algunas señales que contribuyen a esto es cuando el niño sonríe, juega, tiene curiosidad, muestra interés por sus semejantes y no necesita de estimulación constante. Al igual cuando un niño es desdichado las muestras son claras es retraído, callado, no come mucho, no se involucra con otros niños, no juega, no hace preguntas, no ríe ni sonríe y habla muy poco.

El que un niño sea naturalmente tímido o introvertido, no ría ni interactúe mucho no significa que sea desdichado. La timidez no es lo mismo que tristeza, pero los padres tendrán que esforzarse para descifrar esas señales. Hay que estar alerta para ver si se dan cambios significativos en su conducta (aislado o temeroso) que sugiera algún problema que requiera de atención.

Los niños perciben el humor de los padres si hay enojo, ira, indiferencia y tantas formas de expresión que se tiene en el hogar. Incluso los bebés imitan el estilo emocional de los papás: cuando sonríes tu hijo lo hace porque prepara a su cerebro para hacerlo. Si disfrutas de las cosas pequeñas de la vida y expresas a menudo que te sientes agradecida por ello, serás un modelo positivo de conducta para tu hijo.

Eso no quiere decir que se tenga que esconder las emociones negativas, puedes dejar que tu niño te vea triste, pero no continuamente. Le enseñarás a tu hijo a que la tristeza es parte de la vida y al mismo tiempo le demostrarán que siempre se puede encontrar una solución o esperanza.

Probablemente tu hijo tendrá una forma particular de demostrar que está pasando por un momento difícil. Algunos se retraen, otros hacen berrinches o se vuelven demasiado apegados a papá o mamá. Al ir conociendo el temperamento de tu niño, captarán mejor las señales de que algo no anda bien en su mundo.

A la hora de educar a los hijos son muchos los aspectos que se deben considerar y que muchas veces se deja de lado los sentimientos y sólo nos concentramos en las buenas y malas conductas. A continuación algunas sugerencias para educar a niños felices:

Aprender a establecer un canal de comunicación mutua: Realizar actividades como el juego, baile, dibujo, música, cocina, mirando una película o leyendo un cuento infantil, son medios los que nos permiten aprender a comunicarnos, no con cantidad sino con calidad de tiempo. Unos 15 minutos como mínimo o más hará que el niño se sienta feliz y sobre todo aprenderá a valorar el tiempo dedicado a él. Los padres que trabajan muchas horas fuera de casa deben darse modos para hacerlo, porque no se debe olvidar que esta etapa es importante y que pasa muy rápidamente.

El juego es esencial en la infancia porque genera alegría, pero a la vez es una forma en la que tu hijo desarrollará habilidades importantes para su futura felicidad. El juego no estructurado le permite descubrir lo que le gusta hacer, construir torres con bloques, jugar al doctor con sus animalitos de juguete o peluches lo cual puede orientarlo hacer lo que le gusta y satisface.

Aprende a leer las emociones de tus hijos: Tu niño seguramente sabe muy bien cómo demostrar cuándo algo lo hace feliz o lo entristece. Su carita se ilumina con una enorme sonrisa cuando llegas a casa o llora desconsoladamente cuando no encuentra su adorado juguete.

Enseñar a los niños a aceptar sus frustraciones en forma constructiva y positiva: Los niños también tienen que aprender a perder. A través de los límites se puede enseñar a un niño sobre lo que es más o menos importante y qué es lo que esperas de ellos.

Dejar que el niño exprese sus emociones, sus enfados, no reprimirlo: El niño puede generar inseguridad y miedo a mostrarse tal y como es. Debes enseñarle a respetar sus emociones y buscar soluciones. Los niños pasan por diversas experiencias, incluso difíciles o frustrantes, esto les ayuda a llenar la reserva de fuerza interior que conduce a la felicidad.

Valora a tu hijo por sus virtudes morales: Ensénale a compartir, a ser amigo, a ser responsable con sus cosas, a tener disciplina con sus tareas. Estos valores son los que le quedarán para su vida adulta. Enseña a tu hijo a ponerse en el lugar del otro y que no haga a los demás lo que no le gustaría que le hagan.

No lo compares con otros niños, amigos o hermanos: Un enorme error que muchas veces se comete es hacerlo, debemos aceptar a los hijos tal y como son, con sus virtudes y defectos. Nadie es perfecto, pero si podemos enseñarle a mejorar las actitudes incorrectas.

Las palabras tienen poder sobre los niños: Si estás diciendo continuamente a tu hijo que él “es malo”, que “siempre hace todo mal”, lo que conseguirás es bajar la autoestima de tu hijo, y no animarle a que se esfuerce para mejorar. Las palabras hirientes tienen un efecto negativo en los niños y en cualquier persona.

Enseña a tu hijo a reconocer y a agradecer por todo lo que tiene: Es importante que él sepa que es un niño privilegiado, que tiene unos papás que le quieren, una casa en que vivir, comida, escuela, amigos, salud, muchas cosas porque agradecer.

En resumen, para que un niño sea feliz debe sentirse bien y vivir su presente. Promover el hábito del perdón. Si los miembros de tu familia acostumbran pedir y dar perdón por ofensas cometidas, se estarán liberando de vivir bajo la sombra de viejos rencores. Las personas que saben perdonar y olvidar se dan la oportunidad de ser felices, dejando atrás las experiencias negativas del pasado.

Acostúmbrate a hablar en tiempo presente. Aunque es bueno fijarse metas futuras, los niños manejan una perspectiva más concreta del tiempo. Tanto las consecuencias como las recompensas deben ser inmediatas o de corto plazo.“Hoy me porté bien; hoy mismo disfruto de los efectos positivos de mi conducta”. ” Y si me porto mal hoy, mañana tengo la oportunidad de empezar de nuevo”.

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