domingo, 21 de septiembre de 2014

La amistad, preciado tesoro

La amistad es un preciado tesoro para cualquiera, pues es un sentimiento que une a las personas por la empatía que sienten al compartir gustos, intereses y otros.

Pese a que se dice que a la familia uno no puede elegirla pero a los amigos sí, uno puede elegir a su propio hermano como amigo y viceversa, es decir, tratar a su amigo cual si fuera su propio pariente.

Jesús es el amigo que nunca falla y Él nos enseñó que "no hay amor más grande que el de aquel que entrega la vida por su prójimo", y aunque no son todos, hay personas que están dispuestas a dar su vida por un camarada.

Muchas virtudes y valores giran en torno a la verdadera amistad.

Algunos pueden presentarse como amigos, pero en determinado momento llegar a murmurar de quien considera su compañero o permitir que la ira le domine y enojarse con éste, en lugar de perdonar sus errores, otros en cambio adulan a una tercera persona pero por detrás referirse a ésta de mala manera.

En cambio, los verdaderos amigos son los que observan lealtad, los que le harán notar al hermano los errores que comete sin herirlo, y por el contrario no lo adulará falsamente, sino que le dirán lo que sienten, le reprenderán cuando sea necesario.

Los amigos comparten todo, alegrías, penas, problemas y soluciones, buenos y malos momentos.

El 21 de septiembre se recuerda oficialmente el día de la Amistad, del Amor, de la Juventud y otros acontecimientos relacionados a la época en que empieza la primavera y con ella el ambiente se inunda de fragancias florales, sonidos alegres y mucho colorido. Los comerciantes entonces aprovechan de vender, peluches, tarjetas, flores y otros regalos que se pueden compartir tanto por los amigos como por las parejas de enamorados, sin embargo, la amistad es más que regalos y cosas materiales, pues ésta se cultiva en el fondo del espíritu, con actitudes positivas, de consideración, de empatía y de amor, sentimientos que suelen ser mutuos entre dos o más seres que se profesan ese sentimiento tan noble.

Asimismo, ese sentimiento de amistad debiera ser cultivado entre las parejas, pues en la época actual existen muchos casos en que dos personas, que se supone se profesan amor, son más enemigas entre sí, se hieren, se demuestran mezquindad, celos, envidia, desconfianza, por eso es que no prosperan y terminan antes de llegar al altar y otros lamentablemente se separan una vez que consolidaron su unión, la que se supone que es para siempre, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe.

Esa crisis de amistad entre parejas quizás se deba a que en la actualidad la mayoría de las personas estamos orientados más hacia el exterior, que a nuestro yo interno, es decir, nos fijamos más en los bienes materiales que poseemos, en el físico, en la opinión de los demás, en lugar de revisar nuestros sentimientos, nuestro comportamiento para nosotros mismos, en analizar en qué estamos fallando, culpamos a otros de todo lo malo que nos pasa en lugar de responsabilizarnos por nuestros propios sentimientos, emociones y reacciones, en vez de mejorar lo que consideramos que estamos haciendo mal.

Para imponerse sobre la crisis, lo más aconsejable quizás sea tratar de ser mejores cada día, pero no de superar a alguien sino a nosotros mismos, es decir ser mejores de lo que fuimos ayer y no tratar de eclipsar a los otros.

Otro factor que quizás influye para que existan crisis en las relaciones con las demás personas es que en un mundo cada vez más agresivo estamos siempre a la defensiva, listos para saltar y protegernos ante cualquier acto o actitud que signifique para nosotros un ataque de parte del otro.

En lugar de encontrarnos a la defensiva lo que tenemos que hacer es relajarnos y no enfocarnos en nosotros mismos de manera egoísta, es decir, no pensar que somos el centro del mundo y todo lo bueno o malo que pase gira a nuestro derredor, sino todo lo contrario, es decir, ver hacia nuestro interior para observar qué es lo que podemos cambiar si estamos errando, responsabilizándonos por nuestras emociones y reacciones, tratando de mejorar cada día para construir mejores relaciones.

Debemos perdonar los errores de los otros, pero sobretodo perdonarnos nuestros propios fallos, debemos comenzar por ser amigos de nosotros mismos, y a partir de las emociones positivas construir amistades verdaderas y duraderas.

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