jueves, 10 de julio de 2014

¿TE SIENTES DESANIMADA, CANSADA Y YA QUIERES QUE LLEGUE LA PRIMAVERA?

La llegada del frío y los días cortos invitan a un cambio en la manera de comer. No sólo varían nuestras necesidades nutritivas, sino que también las anímicas. La escasez de luz en invierno puede provocar sensación de abatimiento. Por esto hay que buscar más que nunca un método con el que cualquier persona puede remontar el ánimo durante la normal “depresión invernal”: aumentando su exposición a la luz solar. La disminución de la intensidad de la luz durante el invierno hace que la glándula pineal no interrumpa la producción de la hormona melatonina, responsable de la somnolencia.

Cuando la intensidad de la luz ambiental es baja, a la glándula pineal le cuesta darse cuenta que es de día y nos corta la producción de melatonina. Entonces a menudo oímos decir la frase de que “el tiempo no acompaña”.

Trastorno afectivo emocional

Todos los seres vivos se adaptan a los cambios estacionales y el ser humano no es una excepción. Las mujeres son las más afectadas. Algunas sufren auténticas molestias, hasta el punto que se ha descrito un trastorno Afectivo Estacional (TAE), especialmente entre los 20 y los 30 años de edad, aunque son muchos los casos que se inician durante la infancia. Los primeros síntomas aparecen con el cambio de horario y desaparecen al llegar la primavera. Los más frecuentes son ganas excesivas de dormir, con sueño interrumpido y levantándose cansado, falta de energía durante todo el día, deseo de comer dulces e hidratos de carbono y ganancia de peso.

Algunas personas presentan además uno o más de los siguientes síntomas: ánimo depresivo, irritabilidad, ansiedad, pérdida de deseo sexual, falta de autoestima, abuso de café, dolores de cabeza, musculares y articulares, estreñimiento o diarrea, palpitaciones y, en algunos casos, euforia e hiperactividad. El trastorno puede ser leve o grave hasta el punto que dificulte desarrollar una vida normal.

Alimentación

Una alimentación inteligente puede ser de gran ayuda, los alimentos estrella de la temporada pueden ser la variedad de frutas y verduras, las vitaminas, los minerales y los compuestos antioxidantes que más se necesitan durante los meses fríos del año.

Por ejemplo, una pieza de naranja nos proporciona la cantidad diaria de vitamina C y de ácido fólico recomendada al día para mantener las defensas activas.

Otra opción en esta estación del año es seguir una dieta depurativa que permite al organismo librarse de los excesos de toxinas y poner un poco de orden tanto en el plano físico como en el mental. La depuración es un proceso natural que el cuerpo lleva a cabo de forma permanente para eliminar sustancias no deseadas, provenientes del aire, la comida o el entorno.

ESTACIONES

La sucesión de las cuatro estaciones puede servir de “asidero psicológico, como fuente de inspiración, como un despertador y, a la vez, como un recordatorio permanente, para acometer algunos cambios y mejoras en nuestra vida”, expone Elena Villalba, subdirectora de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT).

“Los fenómenos y condiciones climáticas en que nos inspiramos también nos ayudan a recordar propósitos, porque se mantienen presentes durante un lapso prolongado”, señala esta terapeuta.

Partiendo de esta idea básica, la subdirectora de la EEDT, sugiere algunos objetivos de crecimiento personal y autoconocimiento, inspirados en las características y fenómenos naturales de cada estación.

OTOÑO: Depuración

Villalba indica que el otoño “es representativo del desapego y la depuración, ya que la caída de hojas puede simbolizar la necesidad de “soltar” viejas actitudes, comportamientos, ideas y personas que ya no nos hacen felices o nos lastran, desintoxicando así nuestra vida”.

Sugerencias prácticas para avanzar en este sentido son: limpiar y renovar los espacios en que vivimos como una forma de “liberarnos” de lo viejo; llevar un “diario de introspección”, donde apuntaremos las sensaciones emocionales que nacen de la revisión de dichos espacios; practicar el caminar contemplativo en parques o bosques; e iniciar una terapia para profundizar nuestro autoconocimiento y liberarnos de aquello que condiciona nuestra personalidad.

INVIERNO: Mirar hacia dentro

El invierno es una estación en la que el frío, las inclemencias del tiempo y la mayor duración de la oscuridad, invitan a mirar hacia nuestro mundo interior, así como a cultivar el sosiego y el silencio, por ello Elena Villalba indica que “podemos proponernos recuperar un espacio interior de conexión con nosotros mismos y soltar nuestra identificación con algún aspecto limitado de nuestro ser, como la inseguridad, la distracción o la inconstancia”.

Enfocar la atención en nuestra propia respiración, en como el aire entra a nuestro cuerpo, llena nuestros pulmones, permanece dentro y después sale, así como concentrarnos en la llama de una vela, practicar la meditación sentada o participar en un retiro meditativo o de atención plena, son caminos validos para fomentar la introspección y la calma, según esta experta.

PRIMAVERA: El renacer

La primavera simboliza el florecer y el renacer, ya que la vida resurge en todo su esplendor, las plantas dan flores y frutos, y los animales realizan sus cortejos, invitándonos a que nuestra existencia también florezca y fructifique, y a entregarnos al amor, expresa Villalba.

Es buen momento para “recuperar la conexión con nuestros anhelos más profundos y materializar un sueño o deseo de nuestra alma, que lleve largo tiempo retraído”.

VERANO: La inspiración de la luz

Después llega el verano, con su luz y calidez, una estación en la que, según esta experta, “el fuego y la luz solar pueden inspirarnos para perseguir nuestras metas con pasión, aumentar la calidez en nuestras relaciones con nuestros seres queridos y procurar que nuestra existencia sea más luminosa y positiva”.

Algunos propósitos ideales para esta temporada son, según Villalba “recuperar el ‘calor’ que emana de nuestro corazón, poniendo pasión en la vida, así como abrir un tiempo dedicado a la creatividad en lo cotidiano y expresar, o materializar, un fruto artístico a través de cualquier disciplina que resuene en nuestra alma”.

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