domingo, 6 de julio de 2014

Cada derrota enseña a ganar

persona frente al éxito o al fracaso en cualquier momento.
Pero cuando llega la hora de perder y ese momento de derrota no es asimilado ni enfrentado adecuadamente, aquel hombre o mujer puede terminar hundiéndose en emociones negativas con un riesgoso desenlace.

Eso le pasó a María, una joven acostumbrada al triunfo. En el colegio siempre fue la mejor alumna y en el trabajo empezó recibiendo elogios que la motivaban a esmerarse por lograr cada vez más conquistas laborales. Pero un día, un mal cálculo en un proyecto estuvo a punto de hacerle perder su empleo. Le costó mucho aceptar esa falla y la depresión la hizo aislarse de sus familiares y amigos por largo tiempo.

Profesionales en sicología consideran que si uno aprende a enfrentar bien cada derrota puede encontrar la llave para salir a flote y conseguir más victorias. Para ello, creen que urge autoevaluarse y aprender de los errores.

Mucho que medir y aprender
Fracasos personales, académicos, laborales, sentimentales, deportivos o de otra índole. El ser humano tropieza con algunos de ellos en cierto momento de su vida. Los especialistas consultados observan que inconscientemente algunas personas construyen grandes muros en su mente, poniendo una piedra con cada pensamiento y sentimiento negativo que desarrollan después de cada derrota.

En criterio de la sicóloga Paula Benedict, lo que se vive como derrota muchas veces se trata simplemente del cierre de un ciclo que no se quería concluir, ya sea por miedo, por codependencia, por comodidad o por capricho.

En ese sentido, aconseja darse un tiempo para asimilar el fracaso. “Hay que ser paciente y esperar que el impacto emocional disminuya. Entretanto, se puede buscar apoyo, si es necesario, en la familia, en algún amigo confiable o recurrir a un terapeuta. No se debe rumiar en soledad”, afirma esta profesional.

Por otro lado, recuerda que no hay que forzar lo que no puede ser. “Es posible que tal situación no sea conveniente para uno o que no se ha querido ver a tiempo que era una relación tóxica o un trabajo poco reconocido o sin suficientes ventajas. No se debe caer en la desesperación. La vida siempre ofrece oportunidades, solo hay que abrir los ojos y estar atento”, reflexiona Benedict.

La dosis de dolor y frustración de la derrota también puede ser beneficiosa, en opinión de esta sicóloga, que cree que eso ayuda a templar el carácter. “Es irreal pensar que se puede estar en un estado de placer permanente. Solo hay que evitar que el corazón comande todas nuestras acciones. Es necesario pensar y analizar para lograr mayor objetividad. A veces lo que se interpreta como fracaso es solo una puerta hacia nuevas experiencias”, menciona.

No obstante, alerta que se debe evitar el consumo de alcohol o drogas de cualquier tipo para paliar los estados de ánimo depresivos causados por la derrota.
“Si el estado de ánimo de rabia, dolor, miedo o depresión es muy intenso o dura más de diez días, conviene buscar ayuda profesional. Se debe evitar crear un estado de drama o de tragedia en el peor de los casos”, puntualiza.

Aprendizaje desde la niñez

Cuando Ernesto era niño y jugaba con sus padres, ellos nunca le dejaban perder. El pequeño se acostumbró a salir siempre vencedor y ya de adolescente lloraba si veía que estaba perdiendo en cualquier competencia o apuesta en la que le tocaba participar.
Sus progenitores se dieron cuenta de que no estaban preparando bien a su hijo para la vida.

Le estaban privando de la posibilidad de experimentar los momentos de derrota. Ya adulto, Ernesto tuvo problemas porque no podía aceptar cualquier tropiezo que sufría en el negocio o en su vida amorosa. Se tornaba irritable y se deprimía con facilidad y hasta llegó al borde del suicidio.

La sicóloga Liliana Zabala aconseja a los padres enseñar a los hijos a ver la realidad de la vida sin ocultar la verdad.

“Los niños, tarde o temprano, se enfrentarán directamente a la dura realidad. Hay que enseñarles que en su camino tendrán aciertos y errores. No todo es color de rosa. Deben estar listos para resurgir como el ave fénix. Tenemos que estar en competencia con nosotros mismos”, indica.

La sociedad plantea desafíos familiares, educativos, laborales, deportivos, artísticos, políticos y de otro ámbito en los que las personas se ven enfrentadas a ganar o a perder. Frente a ello,
Zabala cree que es fundamental aprender a sacar lo mejor de ambas situaciones. Recomienda identificar las emociones que despiertan tanto el triunfo como el fracaso para tomar control de ellas.

“Sabemos que en el amor sufren más las mujeres por sentimentales, y en el deporte o negocio, los hombres. Sin embargo, ambos por igual pueden verse afectados emocionalmente. Cada cual se deprime dependiendo del grado de aceptación o fortaleza que tiene”, señala.

Riesgos peligrosos
Una reacción negativa ante las derrotas puede acarrear peligrosas consecuencias. En ese caso, la sicóloga Paula Benedict considera que la intervención profesional es importante para ayudar a reestablecer el equilibrio emocional.

Y es que cuando uno no reconoce su responsabilidad en un fracaso y se lo atribuye a otras personas, la reacción suele ser de intensa rabia y frustración. “Existe una especie de ceguera hacia la propia responsabilidad y en esos casos el deseo de agredir y de tomar cierta venganza puede volverse peligroso”, alerta Benedict.

Por el contrario, cuando la relación es muy codependiente entre ambas personas pueden surgir sentimientos de culpa y de inseguridad. Aparece, entonces, el deseo de arreglar lo irreparable o de someterse al dominio del otro.

En ciertos casos, la sensación de derrota es tan fuerte que la depresión puede poner en riesgo la integridad personal.

Otras veces la reacción es de tipo maniaca. Así, la persona comienza a tomar decisiones apresuradas, consume alcohol u otras drogas, hace viajes innecesarios o compras compulsivas; en fin, busca experiencias estimulantes que la confunden.
La familia debe estar atenta para dar apoyo de inmediato

El proceso por el que se atraviesa

Todo un mundo de sensaciones que hay que saber controlar

Reacciones Cuando una persona enfrenta un fracaso lo invaden una serie de emociones. Siente rabia, miedo, desencanto, tristeza, etc. porque no pudo lograr lo que tanto soñaba, a pesar de toda la energía y el esfuerzo que puso para alcanzar su meta. Ve derrumbarse todas sus esperanzas, anhelos y sueños.

Autoevaluación. Lo primero que hay que hacer es reconocer y poner nombre a esas emociones. Tengo rabia, me siento triste o tengo miedo. Hay que identificarlas para tomar control de ellas. No es conveniente reprimirlas ni evadir la realidad porque saldrán al ataque en cualquier momento. Cuando uno menos imagine la persona puede reaccionar violentamente. Algunas personas buscan olvidarse de ellas recurriendo a estímulos externos, pero eso será un remedio temporal.

Ayuda. Este es un proceso que, en la medida en que uno lo viva conscientemente, se puede superar. Comunicarse o compartir sentimientos con otras personas permite hacer catarsis, desahogarse y soltar eso que duele o irrita por dentro. De lo contrario, todo eso puede afectar la salud física o emocional. La tristeza puede convertirse en depresión, el temor en pánico y la rabia en un problema digestivo. Busque ayuda profesional.

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El fracaso debe ser el inicio de un nuevo reto

Tusnelda Flores

Experta en sicología deportiva

La forma en que una persona reaccionará ante una derrota depende de las circunstancias y de sus objetivos.
Sea a nivel personal, laboral, deportivo o de otro tipo, algunos fracasos pueden pasar desapercibidos, pero otros pueden provocar emociones. Esto puede derivar en llanto, enojo u otras reacciones.

Asimismo pueden desencadenar en depresión, dolores de cabeza, pérdida de sueño, malestares estomacales u otros.
Generalmente cuando uno pierde trata de aislarse y luego busca apoyo. A algunos esa depresión le puede durar días, semanas o meses. Pero hay personas que toman las derrotas de
manera positiva y eso las estimula a trabajar con más ahínco para buscar nuevas victorias.

Lo primero que hay que hacer es analizar el origen de la derrota. ¿Qué hice o qué no hice bien? Así lograré identificar si fue miedo, dudas, nervios, ansiedad o alguna falla técnica o táctica.
Hay que verlo del lado positivo y sacar provecho de esa situación.

Se puede aprender mucho de los deportistas sobre cómo enfrentan la derrota.

Rendirse no es una opción para ellos. Es por eso que vuelcan resultados de un rato a otro. Para ellos, el fracaso es el inicio de un nuevo desafío. Eso lo podemos ver hoy durante el Mundial de Fútbol en Brasil. Hay jugadores que hacen goles en los últimos minutos del partido. El tenis es el deporte que más lidia con la derrota. Los tenistas no se rinden fácilmente y luchan.

Cómo enfrentar los pensamientos negativos y perjudiciales
Frustración. La única manera de lidiar con la frustración es haciendo el problema pequeño. ¿Cómo? Teniendo sueños enormes. Al ser consciente de que los grandes sueños no se destruyen con una simple derrota, permite tener una razón más para levantarse y luchar.

Análisis. ¿Por qué fallé? Depende qué tan estricto sea uno consigo mismo, puede ser el peor juez o verdugo. No se autodestruya mientras piensa en sus fallas. Es importante analizar la situación para conocer el origen del fracaso, ese debe ser el paso para trabajar en las debilidades. No pierda de vista sus virtudes, ellas van a darle equilibrio y empuje. Dicen que estamos obligados a cometer los mismos errores hasta que aprendamos la lección que nos toca.

Duda. ¿Cuántas veces más tengo que intentarlo para que suceda? Nadie lo sabe. La clave está en seguir aún con incertidumbre, volver a intentarlo pensando en que esta vez va a ser diferente. Lo difícil es continuar motivado y mantener la esperanza, pero hay que tener en cuenta que si uno se rinde, nunca va a conseguirlo.

Visión. Cuando uno camina viendo al piso, el panorama siempre es gris. Ante una derrota, la tristeza no deja ver claro y bloquea la mente. No hay pensamientos optimistas que vengan de corazones grises, ni hay pensamientos destructivos en personas que tienen la claridad mental de ver más allá.

Desconfianza. ¿Seré capaz? Hazte un test de capacidades. No hay respuestas correctas en ese examen. A veces es necesario ver que otra persona triunfa para entender que es posible.
Otras veces basta ver que alguien con menores oportunidades lo logra para darse cuenta que lo único que uno necesitaba era creer en sí mismo.

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