jueves, 24 de abril de 2014

Cómo afecta la rutina en tu futuro

Todas las parejas se casan enamoradas y atraídas sexualmente por su compañero. Es tanta la química que no puede preverse cómo la rutina afectará en el futuro.

El día de la boda, tan esperado y ansiado. Maravilla de fiesta, familiares, remolino de sensaciones, agotamiento, y por fin... solos. Este SOLOS es para siempre. Ahí radica el nudo del problema por venir. En este estado del matrimonio, para qué nos vamos a engañar, los y las vírgenes ya son una especie en extinción. La sexualidad hoy en día es abierta, entendida, hablada y expuesta. Probablemente hayamos compartido varias sesiones de pasión con la pareja que hoy se ha convertido en el compañero eterno. Se inauguran el matrimonio, la familia y la seguridad.

LA LUNA DE MIEL

Un viaje lejos de casa siempre alimenta la fantasía, la piel se eriza fácil, solos y enamorados, los recién casados sobrevuelan la realidad como únicos poseedores de la verdad sentimental. Y es cierto Se aman y se desean, no hace falta ningún estímulo externo, no pueden sacarse las manos de encima y desean besarse en cada esquina, de hecho, son los poseedores de la verdad. No puede haber un planteo sobre cómo será en diez años ese beso, es ahora, y punto. Felicidad absoluta.

VOLVEMOS A CASA

Se vuelve a casa. Al departamento, al nidito que se ha ido construyendo de a poco. Aún felicitan a los recién casados, pero el glamour de la boda va quedando atrás, embolsado en la misma caja que el hermoso vestido de la novia.

Nadie viene a servir el desayuno y comienza un reparto voluntario y amoroso de labores domésticas, que una vez asentado será difícil remover.

Comienza la rutina, el trabajo. Allí hay bromas, comentarios... pero una semana después, aparte de la nueva etiqueta de CASADO... nadie puede observar nada especial. La vida sexual no puede llevar el mismo ritmo que en la Luna de miel, levantarse a las 7 y acostarse a las 12, después de una agotadora jornada, va minando esas ansias eróticas, así que la pareja, que VERDADERAMENTE SE AMA, pacta silenciosamente una tregua alterna entre cucharita y sexo...que tampoco es desenfrenado y salvaje... sino doméstico y apacible.

ESTOY EMBARAZADA

Y entonces se cumple el siguiente sueño... dos rayitas azules... ohhhhhhh... embelesada la pareja acuna la prueba de embarazo, compra la primera ropita, comunica a los amigos y familiares y se siente, de nuevo en el centro del candelero... la adrenalina fluye, todo está bien, se agarran de la mano en los consultorios y se emocionan con ese primer latido maravilloso de la criatura que han conseguido, de alguna manera mágica, hacer realidad. El eje... sin embargo, se va desplazando sin que ellos lo perciban, la sexualidad ya no está en el top ten.

La panza, la mami, la cuna, la ecografía.... las fotos... y de vez en cuando, una sexualidad tierna y amantísima, suave, plena, en el mejor de los casos... pero siempre sabiendo que alguien nuevo está ahí... no estamos solos.

TÚ, YO, EL BEBÉ Y EL RESTO DE NUESTRA VIDA

Y con el bebé murió la rutina erótica, al menos durante los primeros meses... si no es la condición médica de la mujer, es el bebé que se adapta al mundo sin horarios y con tiranía. Dulce revoltijo de olor a jaboncito y piel suave, esclaviza a sus padres que apenas se sostienen de pie. La pareja apenas duerme, donde puede y cuando puede... menos aún puede pensar en encontrar tiempo para la necesaria intimidad.

Pasan los años, la vida pasa. Los hijos, el trabajo, la rutina, la edad. Múltiples factores que convierten aquella primera pasión en rescoldos tiernos. Abrazos cálidos, en el mejor de los casos, espaldas frías y ajenas en el peor. Los matrimonios van cimentando su convivencia en la historia construida, en las vivencias, en los recuerdos, sin darse cuenta, casi, una noche no recuerdan la última vez que la adrenalina visitó sus corazones, que el deseo cegó la vista, que el impulso arrasó con la pareja y la fundió con uno.

La pareja es casi venerable, intocable, extrañamente ajena y querida. Limpia. La lascivia no corre a su lado... y, a veces, la mirada se desvía buscando dónde está. Quizá la otra parte, en solitario hace lo mismo, o recuerda con nostalgia, o fantasea... o simplemente se encoge de hombros y suspira.

En esta encrucijada es donde debemos desnudar nuestro corazón... Honestamente tomar un camino. Una decisión. Volver a despertar la piel, la conexión de aquellos primeros tiempos, reconociendo en el compañero de vida tu compañero de juego o seguir adelante y comenzar de nuevo. Un diálogo abierto, exponer los temas entre los dos, aunque no sea la conversación más fácil, es indispensable. La sexualidad humana y la capacidad de amar nunca mueren y siempre son maravillosas, con 20 o 90 años.


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