Vamos a hablarle del primer hombre del Cepillo Fuller.
Alfred C. Fuller, el primero de los «hombres del Cepillo Fuller», procedía de una modesta familia de campesinos
de Nova Scotia. Alfred no aguantaba en ningún trabajo. De hecho, en el transcurso de los dos primeros años en que
intentó ganarse la vida, perdió tres empleos.
Pero entonces se produjo un cambio radical en la vida de Al. Porque trató de vender cepillos. En aquel momento,
se sintió estimulado.
Empezó a comprender que sus primeros tres empleos no eran la clase de trabajo
adecuado para él. No le gustaban.
No desempeñaba su tarea con naturalidad. La venta, en cambio, le gustaba. Y comprendió inmediatamente
que alcanzaría el éxito como vendedor. Le gustaba su trabajo. Y Al centró sus esfuerzos en la consecución de
las mejores ventas.
Era extraordinario. Tras haber alcanzado el éxito como vendedor, se propuso el objetivo de
seguir ascendiendo por la escala del éxito, estableciéndose por su cuenta. Su objetivo se adaptaba
perfectamente bien a su personalidad, siempre y cuando no abandonara las ventas.
Alfred C. Fuller dejó de vender cepillos por cuenta ajena.
Y se lo pasó mejor que nunca. Fabricaba sus
propios cepillos por la noche, y al día siguiente los vendía. Y cuando las ventas empezaron a aumentar, alquiló
un espacio en un cobertizo por once dólares mensuales y contrató los servicios de un ayudante que fabricaba
los cepillos mientras él se concentraba en la venta. ¿El resultado final del muchacho que perdió sus tres
primeros empleos?
i
La Compañía de Cepillos Fuller, con miles de vendedores puerta a puerta y millones de dólares de ingresos
anuales!
Como ve, es más fácil alcanzar el éxito cuando se hace algo con naturalidad.
Sin embargo, existen otros factores más importantes de estímulo, aparte el hecho de perder el trabajo, ganar
dinero o alcanzar el éxito en los negocios. El instinto de conservación es el más fuerte de todos ellos.
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