jueves, 22 de agosto de 2013

UN POCO DE PAN PARA SU BOCADILLO.

Vamos a hablarle del primer hombre del Cepillo Fuller. Alfred C. Fuller, el primero de los «hombres del Cepillo Fuller», procedía de una modesta familia de campesinos de Nova Scotia. Alfred no aguantaba en ningún trabajo. De hecho, en el transcurso de los dos primeros años en que intentó ganarse la vida, perdió tres empleos. Pero entonces se produjo un cambio radical en la vida de Al. Porque trató de vender cepillos. En aquel momento, se sintió estimulado. 
Empezó a comprender que sus primeros tres empleos no eran la clase de trabajo adecuado para él. No le gustaban. No desempeñaba su tarea con naturalidad. La venta, en cambio, le gustaba. Y comprendió inmediatamente que alcanzaría el éxito como vendedor. Le gustaba su trabajo. Y Al centró sus esfuerzos en la consecución de las mejores ventas.
Era extraordinario. Tras haber alcanzado el éxito como vendedor, se propuso el objetivo de seguir ascendiendo por la escala del éxito, estableciéndose por su cuenta. Su objetivo se adaptaba perfectamente bien a su personalidad, siempre y cuando no abandonara las ventas. Alfred C. Fuller dejó de vender cepillos por cuenta ajena. 
Y se lo pasó mejor que nunca. Fabricaba sus propios cepillos por la noche, y al día siguiente los vendía. Y cuando las ventas empezaron a aumentar, alquiló un espacio en un cobertizo por once dólares mensuales y contrató los servicios de un ayudante que fabricaba los cepillos mientras él se concentraba en la venta. ¿El resultado final del muchacho que perdió sus tres primeros empleos? i 
La Compañía de Cepillos Fuller, con miles de vendedores puerta a puerta y millones de dólares de ingresos anuales! Como ve, es más fácil alcanzar el éxito cuando se hace algo con naturalidad. Sin embargo, existen otros factores más importantes de estímulo, aparte el hecho de perder el trabajo, ganar dinero o alcanzar el éxito en los negocios. El instinto de conservación es el más fuerte de todos ellos.

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